Teatro

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Transexualidad y supervivencia

Carolina Román levanta en el Español «Juguetes rotos», su última pieza en la que, «movida por la curiosidad», ha investigado sobre el mundo trans

Nacho Guerreros, en una imagen de archivo
Nacho Guerreros, en una imagen de archivolarazon

Carolina Román levanta en el Español «Juguetes rotos», su última pieza en la que, «movida por la curiosidad», ha investigado sobre el mundo trans.

Hubo un tiempo, cada vez más lejano afortunadamente, en el que los escenarios fueron la única tabla de salvación para aquellos cuyo rol de género no se correspondía realmente con su identidad de género. Un refugio diminuto y precario, ciertamente, para un colectivo, el de los transexuales, al que se aplicaba durante la última etapa del franquismo aquella Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social que, en 1970, había sustituido a la no menos controvertida Ley de Vagos y Maleantes.

Movida por la curiosidad de qué había ocurrido con aquellas personas que ni siquiera habían tenido esa posibilidad del juego teatral para salir de lo que ella llama «su jaula», la dramaturga y directora Carolina Román fue construyendo «Juguetes Rotos», una obra que es fruto de un largo proceso de investigación y documentación sobre el mundo trans. «Me preguntaba dónde quedaron esas personas que no pudieron asumir su verdadera sexualidad, reprimida en aquella España negra; qué había pasado con los que no tenían cabida en el mundo del espectáculo –explica la autora–. Y me encontré la ingratísima sorpresa de que muchos habían terminado por casarse, o se habían suicidado, o incluso habían sido asesinados. Casi todos los que habían sobrevivido, para lograrlo, habían tenido que reconducir a marchas forzadas su naturaleza hacia otra que, en realidad, no era la suya. La obra trata de hacer visible y denunciar esa tragedia para que ahora, en este tiempo en que la homofobia está muy presente aunque no esté permitida, nada de aquello pueda volver a ocurrir».

El actor Nacho Guerreros, conocido sobre todo por sus trabajos televisivos en las series «La que se avecina» y «Aquí no hay quien viva», interpreta a Mario, un hombre con una vida convencional, que trabaja en una oficina como cualquier otra y que un día recibe una llamada telefónica que cambiará su vida. «La llamada es un momento bisagra: él tiene que decidir seguir como está o cambiar algo en su vida. A partir de aquí, toda la obra está estructurada como un flashback; él espectador está en la cabeza de Mario y viaja con él por todo su pasado. La preciosa escenografía de Alesio Meloni representa esa cabeza del personaje, esa jaula en la que vive», asegura Román. Guerreros –«un actor muy, muy currante y muy metódico», según su directora– está acompañado en el escenario por Kike Guaza, que da vida a distintos personajes que guardan relación con el pasado de Mario.