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“Turandot”, en honor a Montserrat Caballé

El director de escena Bob Wilson dedicará las 18 funciones de la ópera de Puccini, que se estrena en el Teatro Real el 30 de noviembre, a la soprano española, con la que trabajó en los ochenta, en Milán
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Montserrat Caballé interpretó a la cruel Turandot en el Teatro Real en mayo de 1980. También lo haría al año siguiente en el Liceo de Barcelona y en los escenarios de París. Casi cuarenta años después, el Real le rinde homenaje a la recientemente fallecida soprano con 18 funciones de la ópera de Puccini a partir del 30 de noviembre. “Uno de los mayores honores de mi vida, quizá el mayor, fue cuando trabajé hace muchos años en La Scala junto a la gran Montserrat Caballé. Mi vida cambió para siempre”, recordó ayer Bob Wilson, que regresa por quinta vez al teatro madrileño como director de escena, escenógrafo e iluminador de “Turandot”.
La sueca Irene Theorin y la ucraniana Oksana Dyka, ambas aclamadas intérpretes del rol titular, debutan en el Real y estarán secundadas por las sopranos españolas Yolanda Auyanet y Miren Urbieta-Vega, como Liù; los tenores Gregory Kunde, Roberto Aronica y Jae-Hyoeung Kim -que se alternarán en papel de Calaf-, y por los bajos Andrea Mastroni y Giorgi Kirof, que interpretarán a Timur. Puccini se basó en una obra de teatro de Carlo Gozzi escrita en 1762, pero mientras que esta era una comedia, la del compositor italiano daría fruto a un nuevo género, la “ópera dark”, según el director musical, Nicola Luisotti.
En ella, la princesa china Turandot reta a sus pretendientes a resolver tres enigmas para poder casarse con ella. Si fallan alguna respuesta, se les cortará la cabeza. Justo antes de que ejecuten a uno de ellos, un príncipe tártaro encuentra entre la multitud a su padre, Timur, al que no veía desde que ambos escaparon de su país, y a la esclava Liu, que le acompaña. El príncipe se enamora de Turandot y decide arriesgarse a descifrar los enigmas. Cuando lo logra, le da la oportunidad a la princesa de librarse de la boda si descubre su verdadero nombre. Liu confiesa ser la única que lo sabe, por lo que es torturada. Finalmente, y para evitar hablar, la esclava se suicida. Se trata del mayor cambio a la historia original que hizo Puccini, que tomó la decisión poco antes de morir de cáncer en 1924.
““Turandot” es extraordinaria desde varios puntos de vista. El principal y más evidente es la transformación de Puccini de compositor popular a compositor simbólico”, afirma el italiano. Wilson, por su parte, describe la ópera como “un cuento de hadas. Al menos creo que así la entendía Puccini. Es un cuento de hadas que se desarrolla en un mundo de fantasía con el que nos podemos sentir identificados porque vemos a estos tres personajes -Calaf, Liu y Timur- que son extranjeros en una tierra que no es la suya. Por otra parte, casi todos los personajes tienen ansias de poder, ese deseo está presente en toda la ópera”.
Irene Theorin, que encarnó a la princesa china por primera vez en 2004 y asegura haber participado en al menos 100 funciones de esta ópera, confiesa que se trata de “un personaje complejo” que suele ser bastante diferente en cada ocasión, especialmente en esta, la primera en que trabaja con Wilson. Sobre el homenaje a Caballé, aseguró que recuerda haberla escuchado en Covent Garden, en Londres y que “es un honor dedicarle estas funciones”.
Wilson recordó igualmente la experiencia de trabajar junto a la soprano española en Milán, en 1987: “Cuando la conocí, me dijo: “¿Está seguro de que quiere trabajar conmigo? Puede ver mi envergadura, no soy la Salomé que todos tienen en mente”. La belleza de Caballé es que en ella siempre podíamos ver a una niña. Incluso cuando hizo de Salomé, con la cabeza de Juan Bautista en la mano, nos rompió el corazón. Era muy humana”.

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