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RAE

Unas elecciones a la RAE con muchos números

Santiago Muñoz Machado parte como candidato favorito para ser el nuevo director de la Real Academia Española en las elecciones que se celebrarán el 13 de diciembre.

El destacado jurista Muñoz Machado parece contar con mucho respaldo entre los académicos
El destacado jurista Muñoz Machado parece contar con mucho respaldo entre los académicoslarazon

Santiago Muñoz Machado parte como candidato favorito para ser el nuevo director de la Real Academia Española en las elecciones que se celebrarán el 13 de diciembre.

La decisión de Darío Villanueva de no presentarse a la reelección como director de la Real Academia Española ha abierto el capítulo de su sucesión que, como todos, disparan los rumores sobre los posibles candidatos que podrían ocupar su puesto en las elecciones convocadas paras el 13 de diciembre. A pesar de la insistencia de muchos académicos de que no existen unos nombres firmes y destacados sobre el resto, un punto sobre el que todos los miembros consultados cierran filas, y que cualquiera de los académicos que ahora mismo forman parte de la institución puede ser elegido, lo cierto es que, desde que se produjo este anuncio, en la baraja de los que aspiran a dirigir la RAE sobresalen con claridad dos nombres, Santiago Muñoz Machado y Juan Luis Cebrián, dos perfiles completamente diferentes para abordar los retos que aguardan por delante y, en especial, el capítulo económico, que últimamente resulta crucial, algo en lo que concuerdan todos los miembros con los que se ha hablado. Según una de las personas consultadas por este diario, no hay gastos complementarios que puedan auxiliar a los consecutivos recortes que se han venido produciendo desde la irrupción de la crisis. Hay, hablando claro, unos recortes drásticos, provenientes de diferentes factores, como la desaparición de convenios con las empresas (que eran esenciales para mantener una buena marcha y abordar proyectos en el futuro) pero, sin embargo, se han mantenido los gastos. Las vías de ingreso se han visto afectadas. Incluso la venta de libros, uno de los grandes asideros con los que contaba la Academia, ha descendido por la irrupción de internet.

Los académicos, que en estos días se han vuelto más prudentes y no desean pronunciarse sobre lo que está sucediendo estas semanas en la RAE, hacen hincapié en que no existe ninguna tensión y que todo lleva un rumbo normal, aunque según varias voces se han producido momentos muy tensos en su interior. Uno desencadenado por la petición del actual gobierno para que la RAE redactara un informe sobre la posible duplicación de género en la Constitución, algo que ha sacado a la luz posturas contrarias respecto a la manera de afrontar este asunto. Pero los problemas parecen proceder de otro lado. Cuando Villanueva anunció su decisión, inmediatamente se postuló Cebrián, algo que muchos académicos se han tomado bastante mal. En el fondo de esta cuestión hay una pregunta clave: ¿cuál es el perfil más adecuado para pilotar la institución?

Salir del atolladero

Muñoz Machado parece contar, de momento, con el mayor respaldo. Es un destacado jurista, miembro de la Real Academia de las Ciencias Morales y Políticas, que ha recibido este mismo año el Premio Nacional de Historia por «Hablamos la misma lengua. Historia política del español en América», y que ha obtenido un enorme prestigio, tanto en la sociedad como en la RAE, con la publicación del «Diccionario del español jurídico», una obra sólida y que ha marcado un antes y después. Él mismo no duda en afirmar que la persona que sea designada como nuevo director, a pesar del desafío que supone, puede encontrar fórmulas adecuadas para sacar a la Academia de ese atolladero que son las cuentas. A su favor existen varios factores que pueden ser básicos para su nombramiento. Entre ellos, que muchos académicos consideran que hay que buscar a una persona con dotes adecuadas para interpelar con las academias americanas y el Gobierno de España, para lo que muchos consideran que se requiere un perfil político neutro, no impregnado por ninguna ideología y que sepa conducirse adecuadamente con La Moncloa, sea quien sea quien la ocupa. También puede encontrarse con los votos de aquellos que han visto con malos ojos que su adversario en esta pugna haya manifestado de una manera clara sus deseos de conducir la RAE.

Cebrián, a pesar de sus avales, parte en principio con varias desventajas, como la inicial oposición de varios miembros, algunos de mucha influencia, que le echan en cara su gestión al frente de Prisa, que no cuenta con una percepción positiva entre bastantes de ellos y, sobre todo, el conocido cariz político que ha dirigido sus actividades en el pasado. Cebrián ha intentado ganarse la confianza de los académicos para que respalden su nombre, pero las controversias que arrastra de otros tiempos, la oposición de muchos miembros y, sobre todo, la necesidad, imprescindible para los académicos, de dar con una persona con el carácter adecuado y la visión suficiente para sacar adelante la economía de la RAE, juegan en su contra.