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Los libros de la semana: Descubre la importancia de la belleza de los árboles

Los libros de la semana: Descubre la importancia de la belleza de los árboles
Los libros de la semana: Descubre la importancia de la belleza de los árboleslarazon

El arte de abrazar un bosque entero; por Toni Montesinos

Richard Powers escribe sobre el significado y la importancia de la belleza de los árboles

Si Henry David Thoreau hubiera sido lector de novelas, él, que se jactaba de despreciar los versos de Homero si tenía que dedicarse al huerto que preparó cuando se aisló dos años en la laguna de Walden, que era lector sobre todo de poesía o de libros de filosofía oriental, tal vez le hubiera agradado lo que ha hecho Richard Powers con «El clamor de los bosques» (traducción de Teresa Lanero Ladrón de Guevara). No hay en la historia nadie que haya escrito tanto y con tanta enjundia sobre lo que significa vivir, contemplar, sentir las arboledas y las montañas, y que haya tenido tanto mimo a la hora de observar toda clase de vegetación como el pensador de Concord. La «nature writing» está en boga, con múltiples crónicas personales, en muchos casos buscando «à la» Thoreau una experiencia directa con la naturaleza, o con la narrativa, caso de «El bosque infinito», que pudimos leer hace tres años, de Annie Proulx, obra mastodóntica con un trasfondo de naturaleza inmensa en que extendía la dimensión de un bosque tangible, histórico, simbólico incluso, a lo largo de tres siglos. En aquel caso, la autora canadiense se propuso un viaje por la historia comercial del mundo mediante la epopeya de dos familias, sobre todo pisando terreno norteamericano y europeo, pero también chino y neozelandés. Proulx con ello pretendió proyectar una visión universalista y cronológica de un asunto con claro mensaje ecologista, esto es, la deforestación y su negocio.

Testigos del tiempo

Una aproximación a la que es sin duda sensible Richard Powers, que añade en su maravillosa «El clamor de los bosques», que le hizo merecedor del Premio Pulitzer 2019, el elemento de relación personal, íntima, familiar, del ser humano con los árboles, con un enfoque también que atraviesa épocas y fronteras, alrededor de salvar los pocos acres de bosque virgen que quedan en el continente. De tal modo que fabrica su novela sobre la base de distintos personajes que tienen un vínculo particular con ciertos árboles y que configuran un retrato humano extraordinario: el primero, Nicholas Hoel, en Brooklyn, de ascendencia noruega y futuro artístico, «en el tiempo en que aún no existen los microbios», y su padre se empeña en tener un castañar, hasta que uno de ellos se convierte en un «árbol centinela» al ser una especie de faro para los viajeros.

El tiempo pasa, las generaciones se suceden, y el árbol siempre está allí, como testigo de los sinsabores vitales y de los proyectos que se logran o malogran; como ocurre con Mimi Ma, cuya familia también inmigrante, en su caso a San Francisco, con un simbolismo arbóreo en unos anillos que las hermanas se reparten a la muerte del padre; o Adam Appich, que ve al suyo concentrado en una guía de árboles porque quiere buscar uno especial para un hijo que está por nacer... Y así familias y destinos individuales, con un halo de melancolía y fatalidad humanos en contraste con la permanencia de fauna vegetal como el roble, que va creciendo y se va sosteniendo, que va muriendo a lo largo de trescientos años.

sobre el autor

Richard Powers es autor de doce novelas; ganó el National Book Award por «El eco de la memoria» y el Pulitzer por su última obra

ideal para...

poder redescubrir la infinita relevancia que tienen los árboles en nuestra vida, hasta hacer de ello algo trascendente

un defecto

Que el lector busque aquí una trama concreta, pues su único argumento es la vida

una virtud

Destaca la capacidad portentosa del autor para adentrarse en la psicología de sus personajes puntuación

10

«El clamor de los bosques»

Richard Powers

ALIANZA

608 páginas,

19 euros

Versión Kindle: 9,49 euros. Cómpralo aquí.

Entre el silencio y un emoticono; por Jesús Ferrer

En la presente época de posverdades, el lenguaje ha perdido buena parte de su habitual funcionalidad comunicativa, para convertirse en un instrumento de la manipulación expresiva y la tergiversación ideológica. Se impone por ello, más que nunca, buscando el sentido ético de la efectividad lingüística, una rigurosa selección del vocabulario, porque las palabras esconden una incisiva carga de dobles sentidos. Estudiando esta temática, el profesor de Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Barcelona Daniel Gamper (Barcelona, 1969) ha obtenido el reciente Premio Anagrama de Ensayo con «Las mejores palabras», un análisis de la actual vinculación entre lenguaje y medio social. Con impecable rigor discursivo, que no excluye un cercano tono conversacional, se ahonda aquí en interesantes cuestiones como son la significativa diferenciación entre oír y escuchar, el valor de la palabra en el espacio político, la vigencia de la sofística argumentativa, el creciente protagonismo semiótico de innumerables iconos y emoticones, la estudiada alternancia entre ruido y silencio, o la influencia del factor generacional en la vitalidad de los idiomas.

El revelador subtítulo del libro, «De la libre expresión», remite al clásico «Sobre la libertad» de Stuart Mill, porque el fenómeno lingüístico se asocia al libre ejercicio del pensamiento y a la constitución de una sociedad democrática; se impone, en definitiva, un criterio selectivo verbal de clara deriva ética: «En este ensayo intento contribuir a la búsqueda de las mejores palabras, resiguiendo y revelando aquellos fenómenos en los que se manifiestan». Hallamos acertadamente glosados a Heidegger y su concepto elitista de la cultura occidental; a Klemperer, para incidir en el carácter popular y colectivo de la filología; a Walser, con quien nos adentramos en el testimonialismo estético del lenguaje; y, entre diversos referentes, a Benjamin Franklin, que postulaba el mutismo estratégico con respeto al polemista interlocutor.

Información basura

Se recorren sugestivos temas, como el porvenir digital del periodismo, el poder expresivo de la comicidad –«En el sentido del humor se reúnen la sofisticación de la lengua y la simplicidad de la risa»–, el carácter humanista de la reposada conversación; y la censura, real o encubierta, como una restricción del relato contestatario. Preside este ensayo la idea de que, en la informatizada sociedad actual, contando con amplios medios de difusión masiva de ideas y contenidos, el peligro de incomunicación personal es mayor que nunca.

sobre el autor

Reconocido ensayista especializado en filosofía moral y política en el ámbito teórico del liberalismo

ideal para...

analizar la incomunicación personal que supone una sociedad altamente informatizada

un defecto

Ninguno que sea apreciable

una virtud

El impecable criterio racionalista de los argumentos desarrollados

puntuación

9

«LAS MEJORES PALABRAS»

Daniel Gamper

ANAGRAMA

157 páginas,

16,90 euros

Versión Kindle: 9,49 euros. Cómpralo aquí.

El crimen fue en Atapuerca; por Lluis Fernández

Cada día se escriben mejores novelas policíacas en España. El oficio se aprende y muchas superan con creces a los best-seller internacionales. Son ya numerosos los autores traducidos a otras lenguas. Tras el éxito de las novela negra mediterránea por agotamiento del esquema de la novela enigma con policía problemático, ayudantes de comedia y turismo gastronómico, los nuevos autores se van decantado por el «rural noir» iniciado por Dolores Redondo.

Sinceramente, colocar la acción de «La huella del mal» en ese medio, en concreto en el yacimiento prehistórico de Atapuerca, en Burgos, tal y como ha evolucionado la policía científica y España es más bien un rasgo de coquetería. Nuestro país es un pañuelo. Las nuevas tecnologías funcionan en todas partes y Burgos está a un tiro de piedra del sílex de Madrid. Se trata de buscar escenarios exóticos y aún vírgenes donde situar la acción criminal. Lo cual le permite al autor ilustrar la trama con datos de la prehistoria y conectar el sexo y la violencia criminal actual con los albores de la humanidad. Un escenario inquietante en donde situar dramáticamente la ritualidad asesina con ritos ancestrales funerarios.

Dos inspectores opuestos

Una vez encontrado el marco geográfico, toca definir, dentro de la novela enigma, la policía que investigará el crimen. Manuel Ríos San Martín ha escogido a una pareja de inspectores, digamos que opuestos, ligados por una relación antigua y la obligación de volver a colaborar para resolver un asesinato cometido en el yacimiento de Atapuerca, al no haber resuelto otro similar en la cueva del Sidrón (Asturias) años atrás.

«La huella del mal» está planteada como una intriga de acción, con dos personajes en continuo conflicto personal, que actualiza de forma un tanto simplista la guerra de sexos. Él: un macho alfa irresistible, racional, apegado a los hechos, pero confiado ante su prepotencia masculina. Ella: insegura, intuitiva, dividida entre la emocionalidad y la razón. El cóctel que mezcla a Daniel Velarde y Silvia Guzmán funciona a la perfección. Como los «buddy movie» norteamericanos en los que dos antiguos policías y amantes son obligados a trabajar juntos de nuevo y saltan chispas tanto por su incompatibilidad profesional como por los rescoldos de su antigua pasión.

A Manuel Ríos le gusta la prehistoria, la etología y la antropología, y lo demuestra esparciendo información que amenizan una trama no muy compleja. En ella se entrecruzan personajes con fantasías funerarias, un erotismo desbordante y muy explícito y la moda actual de convertir a los asesinos en serie en sofisticados «instaladores» artísticos. El lector debe celebrar la destreza de Manuel Ríos como narrador. La sencillez y fluidez con la que va urdiendo una trama interesante y bien planteada. Sin abusar de los elementos más socorridos del thriller de acción, ni machacar con el conflicto entre ambos policías. Si, además, la prosa es de gran calidad y el intríngulis atrapa desde la primera página, habrá que darle la bienvenida con un buen castillo de fuegos artificiales.

sobre el autor

Nacido en Madrid en 1965, es guionista y director de cine y TV, creador de la miniserie «Historias robadas» y director de «Raphael: una historia de superación personal»

ideal para...

lectores de intriga policíaca de acción con trasfondo cultural serio y bien argumentado

un defecto

La escasa entidad psicológica que muestran los personajes dentro de la trama

una virtud

La fluidez y velocidad con la que avanza el relato de intriga sin perder intensidad

puntuación

9

«La huella del mal»

Manuel Ríos San Martín

PLANETA

576 páginas,

18,90 euros

Versión Kindle: 12,34 euros. Cómpralo aquí.

Un viaje místico y encarnado; por Ángeles López

“Nos esforzamos/ En amar las razones/ Que nos aturden./ Hay consuelo en las sombras/El corazón lo sabe”. Este es uno de los micropoemas de «Ciega travesía», de Jesús Pérez del Castillo. Un libro en el que impera el compás binario, la agógica emocional perfecta y el rojo metafórico, no porque hablemos de un médico poeta o un poeta médico, sino como recurso crepuscular, sintonía del alma y punto cardinal en la travesía del caminante que todo lo tiñe de escarlata. Deflagra, y se convierte en llama para derretir, a la postre, la esencia pura que carece de contrarios, que trasciende la dualidad, dejando muy atrás a la razón y su frontera. Un camino que orienta hacia Caín, Adán, Sísifo... Un viaje en verso a través de un nutrido elenco de personajes y lugares oníricos que son destinos obligatorios, atmósferas elegidas como pretexto para acometer la empresa del viaje interior hacia el consuelo. O contra el desconsuelo. Hay luz, perdón, paz y piedad en estas páginas. Hay luminaria incandescente que delata los estados de la conciencia hasta cotas transpersonales. Pero en el libro de Pérez del Castillo la brevedad es precisa y certera como la de un arquero que lanza su tiro de gracia sin pretender nada... y, por tanto, acierta en la diana, como en los cuentos sufíes.

«Se va perdiendo todo/ en la noche estrellada,/ menos la ausencia...»: un idioma transparente que fluye, sencillo hasta la humildad –que cautiva al lector desde el primer verso–, dando lugar a una lírica capaz de ascender a las simas del misterio más allá del monte Carmelo y descender hasta el averno de Rimbaud, los velos, las sombras y la luz de Juan de la Cruz o de Rilke. Es pues ésta, una invitación denodada a la lectura. Un libro acústico y místico, pintado con acuarelas encarnadas tras un intenso paseo por las estepas del alma, la paz y el consuelo.

«CIEGA TRAVESÍA»

Jesús Pérez del Castillo

TEPUBLICAMOS

88 páginas,

14 euros

Las aguas termales de los prodigios; Sagrario Fdez.-Prieto

En «Los pájaros de Verhovina» Ádám Bodor convierte lo normal en excepcional y fantástico

Un día a principios de un verano unos desconocidos arrancaron los nidos de los árboles de un bosque con palos y mangueras. Los pájaros comprendieron el aviso y se marcharon. Desde entonces solo está habitado por cornejas sombrías y silenciosas y por eso lo llaman «El bosque mudo». Los pájaros de Verhovina, recordados varias veces a lo largo de este libro, se repiten (aunque de forma ligeramente diferente) igual que la muerte de siete niñas y la resurrección de dos ellas gracias a dos lágrimas de la enfermera Karanika o la historia del jabalí que se volvió azul al caer a la alberca número dos, porque Verhovina tiene nueve fuentes de aguas termales que inundan el aire de un olor fétido que los visitantes apenas soportan y la número dos posee más cantidad de sulfatos y hasta puede seguir creciendo el pelo de quien se caiga en ella aunque lleve años muerto. Esas reiteraciones son las «Variaciones para los últimos días» a las que hace referencia el subtítulo que Ádám Bodor ha elegido para subrayar la irreal y densa atmósfera que se respira en ese pueblo perdido de los Cárpatos ucranianos dirigido por el brigadier Anatol Korkodus por encargo de remotas autoridades.

El narrador de las historias de Verhovina es Adam, un chico traído por el brigadier desde un correccional, un joven avispado que conoce bien a los habitantes del pueblo, un par de docenas de personas cuyas debilidades desvela con talento el chico, cuando no está leyendo el libro de Eronim Mox, a veces citado como obra de exquisitas recetas y otras como de relatos. Todo es excepcional en «Los pájaros de Verhovina». Para empezar está su magistral construcción «in media res» que permite al autor ese tono de contador de historias, esa necesidad de soltar por un momento el hilo del relato para explicar quién es quién y por qué sucedió algo. En segundo lugar se encuentran los extraordinarios personajes que pasean por sus páginas dejando rastros de deseos prohibidos, de oscuros crímenes o de hechos maravillosos, como este: «Cuando a la altura del pecho o por encima del omóplato de un hombre comienza a brillar una letra N mayúscula que parece hecha de plumas de ave o de nubecillas como borregos plateados es porque a esa persona le ha llegado el último día».

Realismo mágico

Si en su obra maestra, «El distrito de Sinistra», eran evidentes las referencias a los totalitarismos, en «Los pájaros de Verhovina» son más sutiles. Lo prodigioso es tan persuasivo que incluso la metáfora inicial del bosque que se queda sin voz porque unos hombres expulsan a los pájaros podría parecer algo inocente. Ádám Bodor ha vuelto a escribir una novela hipnótica y turbadora que nos remite al realismo mágico y demuestra que la fantasía exuberante puede crecer con vigor en todas las latitudes, incluso con más fuerza en lugares donde hay unas aguas termales cuya abundancia de sulfatos dicen que puede dar lugar a prodigios.

sobre el autor

Ádám Bodor nació en Rumanía en 1936 pero pertenece a la comunidad húngara de Transilvania. En los 50 fue detenido por la policía política y llevado a prisión

ideal para...

disfrutar de una historia sugerente que está poblada de unos personajes singulares e inolvidables

un defecto

Ninguno para quien esto escribe

una virtud

La creación de un lugar completamente único y apartado del mundo en donde son capaces de convivir sin ningún tipo de problema el horror y un jocoso sentido del

humor

Puntuación

10

«LOS PÁJAROS DE VERHOVINA»

Ádám Bodor

ACANTILADO

240 páginas,

22 euros

Aquella era dorada del periodismo; por T. Montesinos

Con ochenta años, Seymour M. Hersh se puso a escribir sus memorias. Tenía mucho que contar. En eso seguramente no hay periodista que le haya hecho sombra en las últimas cinco décadas gracias a su nivel de implicación y profesionalidad en cada uno de los asuntos que quiso atender, relacionados sobre todo con la política exterior norteamericana. Esta obra, –ya avanzamos, texto ineludible para cualquier facultad de periodismo del mundo– se subtitula, absurdamente, «Memorias del último gran periodista americano», pero, claro está, el propio autor no puso eso en su propio libro, que se tituló simplemente «Reporter» y se publicó en EE.UU el año pasado. La contundencia de esa palabra es absoluta, pues lo que se entendió ayer por reporterismo está muy lejos de lo que puede suceder en nuestra época. Él mismo habla de que es un superviviente de la era dorada del periodismo, «ese tiempo en que los que trabajábamos en Prensa escrita no teníamos que competir con canales de noticias de 24 horas, en que los periódicos nadaban en la abundancia gracias a los ingresos por publicidad, en que yo tenía libertad para viajar adonde quisiera, cuando quisiera, por las razones que me parecieran oportunas». Por todo ello, su experiencia vale oro en una época, la nuestra, en que la urgencia y la falta de profundidad investigadora nos hace imposible concebir una frase genial que un día le dijeron a Hersh: «Si tu madre te dice que te quiere, contrástalo».

Hasta el 11-S

Con ese lema grabado en la frente, Hersh nos cuenta sus modestos inicios profesionales en Chicago, y cómo se fue interesando por cuestionar la verdad oficial que se daba desde el Gobierno estadounidense para descubrir lo que se ocultaba, en especial, alrededor de las barbaridades cometidas en Vietman, con bombardeos sobre civiles. Un tipo de noticias, como la perpetrada en Hanói, desmentida por el Pentágono pero que Hersh ayudó a desmontar con una valentía y determinación ejemplares.

Así fue su «modus operandi»: informarse lo máximo para escudriñar la verdad desde las páginas del «New York Times» y el «New Yorker», desde lo referente al escándalo del Watergate, las intervenciones de su país en lugares como Chile, Cuba y Panamá hasta asuntos que aún colean, como las decisiones tomadas por Dick Cheney y Bush hijo tras los atentados terroristas del año 2001, sobre lo que habló sin tapujos, afirmando que ni siquiera la muerte de Bin Laden aconteció según lo contado, o al revelar el caso de una serie de torturas contra iraquíes, haciendo responsable a Donald Rumsfeld y la Casa Blanca.

sobre el autor

Seymour M. Hersh (1937) recibió el premio Pulitzer por sacar a la luz la masacre de My Lai en Vietnam

ideal para...

los que quieran conocer cómo era ser un periodista metido hasta lo más hondo en la política

un defecto

Nada que reprochar a un autor que explica muy bien todo

una virtud

Las fotos que lo ilustran y una parte final conmovedora

puntuación

10

«Reportero»

Seymour M. Hersh

PENÍNSULA

536 páginas,

23,90 euros

Versión Kindle: 13,29 euros. Cómpralo aquí.