Fútbol

Atlético-Sevilla Empate en el campo y en el VAR (2-2)

El VAR fue protagonista en la primera mitad con dos penaltis pitados, uno para cada equipo, después de que el árbitro, Hernández Hernández fuera a revisar las jugadas al monitor

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Hay ocasiones en que el VAR marca el ritmo del partido. Interrumpe, retrasa, en la sala intentan explicar al árbitro lo que ven para que luego sea el colegiado el que acuda al monitor a verlo con sus propios ojos. Y en ese camino se pierden varios minutos de fútbol que se convierten en ruido. En una presión insoportable sobre los oídos del árbitro que tiene que escuchar al público y a los “amables” jugadores que lo rodean para intentar influir en su decisión.

El VAR llegó para traer luz y trae ruido. Se pierde una vida porque el VAR quiere serlo independiente y juzgar por sí mismo. Pero conviene que el árbitro lo vea. Y en lugar de hacer una revisión conjunta y simultánea se hacen consultas sucesivas que multiplican el tiempo de espera.

Pero ni siquiera eso le quitó tensión al Atlético-Sevilla. El VAR dio un gol a cada equipo. Primero fue en un penalti a favor del Atlético por una mano que no es evidente de Diego Carlos. Marcó Morata y empató para el Atlético. Después, otra revisión antes del gol de penalti de Ocampos desde los once metros.

Y entre medias, el fútbol. El gol de De Jong, que poco a poco deja de ser una rareza para adelantar al Sevilla. Jordán vio su desmarque, aunque no previera el error de Savic que dejó al delantero holandés solo ante Oblak. Marcó para alegría de Lopetegui antes de que el técnico sevillista se desquiciara por la revisión arbitral en el penalti. El técnico sevillista, hiperactivo en el área técnica durante todo el encuentro, veía recompensada su confianza en De Jong.

El Atlético, que se había animado con el penalti marcado por Morata, encontró el segundo en un remate con la izquierda de Joao Félix dentro del área. El portugués lo celebró como si fuera la primera vez. Aunque las costumbres no se pierden y marcar un gol no le evitó marcharse al banquillo antes de tiempo. Simeone lo sustituyó por Vitolo a falta de diez minutos para el final.

El canario no tuvo el mismo recibimiento que Diego Costa, que había entrado unos minutos antes y fue recibido como un héroe por su afición.

El internacional español es siempre una alegría para su público, aunque le cueste marcar desde su regreso al Atlético. Estuvo a punto de hacerlo nada más entrar en el campo, pero su remate se escapó cerca del poste. Costa es la pelea y el empuje que quiere Simeone sobre el césped. Un valor seguro para el técnico rojiblanco.

Tanto como Oblak, que salvó en la línea de gol un remate de cabeza de Reguilón en los minutos finales del primer tiempo. La respuesta se la dio Vaclik en la segunda mitad, con una mano imposible después de un rectificado para detener un disparo desde fuera del área que había rebotado en un defensa.

La pelea por la Champions no fue para nadie.