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40 años de “Carros de fuego”: Esta es la historia real de los atletas que la inspiraron

Harold M. Abrahams y Eric Liddell fueron llevados a la gran pantalla en esta oscarizada película que fue la sensación cinematográfica de 1981 pero ¿Quiénes eran estos atletas?

Los atletas que inspiraron "Carros de Fuego"
Los atletas que inspiraron "Carros de Fuego"ArchivoLa Razon

Cumple 40 años y fue la sensación cinematográfica de 1981. Una película británica ambientada en la olimpiada de París de 1924, que se convirtió en un enorme éxito de taquilla en todo el mundo, logrando innumerables premios pese a que estaba dirigida e interpretada por desconocidos. Se trata ‘Carros de fuego’, todo un símbolo del cine deportivo.

“Carros de fuego” cuenta la historia de la rivalidad y amistad entre dos atletas -Harold Abrahams, de origen judío y Eric Liddell, cristiano devoto- que compitieron bajo la bandera de Reino Unido. Además de eso, Harold tuvo que enfrentarse al antisemitismo de la sociedad de aquella época, mientras que Liddell a su religión, que hizo que no compitiera en una prueba por disputarse en domingo. Marcados por sus arraigadas creencias y la sociedad de la época, lograron imponerse a los atletas más conocidos del momento. El filme, que es recordado por su célebre banda sonora, fue nominado a siete premios Oscar, de los que ganó cuatro, incluido el de mejor película.

‘Carros de fuego’ tuvo un presupuesto de cinco millones y medio de dólares, y sólo en Estados Unidos en sus primeras semanas de proyección ya había superado los 59 millones. La película se estrenó en una gala en Londres en 1981, aunque a España no llegaría hasta el año siguiente. Pero ¿Cuál es la historia real de estos atletas?

Harold Abrahams: 40 años como periodista

Harold Maurice Abrahams nació el 15 de diciembre de 1899 en Bedford, Inglaterra. Atleta británico especialista en pruebas de velocidad que fue campeón olímpico de los 100 metros lisos en los Juegos de París 1924.

Era hijo de un inmigrante judío procedente de Lituania que logró hacer fortuna en Inglaterra, por lo que fue educado en los mejores colegios del país. Estudió primero en la Escuela Repton, y más tarde pasaría a estudiar derecho en la Universidad de Cambridge. Su hermano mayor Sidney Abrahams también fue atleta y participó en el salto de longitud en los Juegos de Estocolmo 1912.

Desde muy joven destacó como velocista y saltador de longitud, y continuó entrenando y compitiendo mientras estudiaba en Cambridge. Consiguió clasificarse para participar en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920, aunque no obtuvo resultados muy destacables, siendo eliminado en los cuartos de final tanto en 100 como en 200 metros, y logrando una posición muy retrasada en salto de longitud. Eso sí, obtuvo el 4º puesto como parte del equipo británico de relevos de 4 x 100 metros.

Durante los años siguientes siguió siendo uno de los mejores velocistas británicos, pero aún estaba muy lejos de poder luchar por una medalla olímpica, que era su gran objetivo. Estimulado por su hermano Sidney, decidió contratar a un experto entrenador llamado Sam Mussabini, quien durante seis meses le sometió a una exigente preparación, especialmente para la prueba de 100 metros. Perfeccionaron la salida, su forma de correr, su forma física, así como los aspectos psicológicos de la competición.

Un mes antes de los Juegos Olímpicos de París 1924 consiguió en un mismo día batir los récords británicos de las 100 yardas (9,6 segundos) y de salto de longitud (7′37 metros), aunque el récord de las 100 yardas no fue reconocido oficialmente debido a un ligero desnivel favorable que había en la pista. Ya en los Juegos de París, en las competiciones celebradas en el Estadio de Colombes, Abrahams logró dar la sorpresa en la final de los 100 metros disputada el 7 de julio, imponiéndose a todos sus rivales, incluido el campeón olímpico de 1920 Charlie Paddock, considerado como el gran favorito y que ni siquiera obtuvo medalla.

Pocos meses más tarde, una lesión en el pie puso fin a su carrera deportiva de forma prematura.

Un año después de los Juegos, Abrahams se fracturó una pierna en un salto de longitud y se retiró del deporte de forma prematura. Empezó a ejercer de abogado. En 1928 volvió a los Juegos, pero como capitán del equipo de atletismo y reportero para el Comité Olímpico Británico. Fue el inicio de una carrera como periodista, ya que durante 40 años fue comentarista para la BBC Radio, estando incluso en los Juegos de Berlín de 1936. Fue presidente de la Asociación de Atletas Judíos y de la Asociación de Atletas Amateur. También escribió varios libros. En 1957 fue nombrado comandante del Imperio Británico. Estuvo casado con la cantante Sybil Evers. La pareja no tuvo hijos naturales, pero adoptó a cuatro, dos de ellos niños judíos refugiados de la II Guerra Mundial.

Harold Abrahams falleció el 14 de enero de 1978 en Enfield, Inglaterra. Su funeral es la escena con la que abre la película que lo convirtió en leyenda.

Eric Liddel: Misionero y prisionero de guerra

La historia de este deportista no deja indiferente a nadie. Abandonó su brillante carrera deportiva como medallista olímpico para convertirse en misionero en China. Es considerado el mayor deportista escocés de todos los tiempos.

Eric Liddell nació en 1902, en Tientsin, China. Era el segundo hijo de James Dunlop Liddell, misionero escocés en el país oriental. Liddell fue a la escuela en China hasta la edad de cinco años. A la edad de seis años, él y su hermano Robert se matricularon en Eltham College, un internado en el sur de Londres para los hijos de misioneros. Mientras estudiaba, Eric fue un atleta sobresaliente. Luego se convirtió en capitán de los equipos de cricket y rugby.

En 1920 se matriculó en la Universidad de Edimburgo para estudiar ciencias exactas. En su etapa universitaria continuó entrenando y compitiendo en rugby y atletismo. En 1923 se proclamó campeón británico de 100 y 200 yardas. En las 100 yardas estableció un nuevo récord nacional con 9,7 segundos, que no sería batido hasta 35 años más tarde.

Fue seleccionado para competir en los Juegos Olímpicos de París 1924 en los 200 y los 400 metros lisos. Liddell estaba seleccionado para correr en los 100 metros, su mejor prueba, y decidió no hacerlo al enterarse en el último momento de que las eliminatorias se celebrarían un domingo, y competir en domingo era algo que iba en contra de sus creencias religiosas. En el primer evento, los 200 metros, Liddell consiguió la medalla de bronce con una marca de 21,9s por detrás de los estadounidenses Jackson Scholz (21,6 s) y Charlie Paddock (21,7 s). Pero su gran momento llegaría en los 400 metros, donde lograría una victoria completamente inesperada con 47,6 s, que era además récord olímpico.

Después de los Juegos, en ese mismo año obtuvo su licenciatura universitaria. Continuó compitiendo durante un tiempo pero en 1925 decidió marcharse a China como misionero tal y como habían hecho sus padres. Liddell sirvió como misionero el resto de su vida, primero en Tianjin y luego en Siaochang.

En 1932 se casó en Tianjin con Florence Mackenzie, hija de unos misioneros canadienses, con la que tuvo tres hijas. A partir de 1941 la vida en China se volvió peligrosa debido a la guerra con Japón, y la embajada británica les aconsejó que regresaran a Europa. Liddell decidió quedarse, pero envió a Florence y a sus hijas a Canadá, mientras él aceptaba un nuevo destino en la misión rural de Siaochang.

En marzo de 1943, cuando llegaron los invasores japoneses, fue internado en el campo de prisioneros de Weixian, donde falleció en 1945 debido a un tumor cerebral.