Guerra
El negocio “blindado” de Abramovich en Estados Unidos que podría ser clave en caso de ataque nuclear
El oligarca ruso invirtió grandes sumas en el desarrollo de un medicamento para combatir los efectos de la exposición a la radiación “que puede ser usado en el campo de batalla”
El oligarca ruso Roman Abramovich se ha convertido en uno de los personajes clave en la guerra de Ucrania. Primero como magnate duramente sancionado por el Reino Unido y despojado del Chelsea FC y posteriormente como hombre de paz en las negociaciones entre las autoridades rusas y ucranianas en Estambul. Abramovich ha copado cientos de titulares desde que Rusia invadió Ucrania. Miles de millones de sus activos fueron congelados por un tribunal de Jersey, las autoridades francesas confiscaron su castillo Château de la Croë, valorado en 110 millones de euros y situado en una de las zonas más prestigiosas de la Riviera francesa y ha tenido que buscar refugio para sus yates y aviones. Sin embargo, poco se ha hablado de sus millonarias inversiones en Estados Unidos, y en concreto en una investigación llevada a cabo por una compañía farmacéutica que podría resultar clave en caso de llegar a producirse un ataque nuclear. Una compañía que, además, recibió fondos de los Gobiernos de Estados Unidos y Rusia, según un informe de Investigative Post y Anti-Corruption Data Collective.
Y es que si hay algo se ha sabido en referencia Estados Unidos es que el Gobierno de Biden paralizó cualquier tipo de sanción al oligarca. La Casa Blanca estaba lista para anunciar sanciones contra Abramovich similares a las introducidas por el Reino Unido pero se frenaron en seco. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky pidió al presidente estadounidense Joe Biden que dejara al multimillonario ruso-israelí Roman Abramovich de la lista de sanciones de Washington con la esperanza de que el oligarca pudiera ayudar a mediar entre Kiev y Moscú. Y, tal vez, esto haya influido en que no se haya puesto el foco en las inversiones del ex presidente del Chelsea en suelo norteamericano.
Biodefensa nuclear
Desde 2011 hasta por lo menos finales de 2021, Abramovich figuraba accionista importante en Cleveland BioLabs, Inc. y su sucesora, Statera Biopharma, Inc. Con sede en Buffalo, Nueva York, unas compañías que han pasado años trabajando en biodefensa nuclear y desarrollando Entolimod, un medicamento para combatir los efectos de la exposición a la radiación. Michael Handley, director ejecutivo de Statera, afirmó a la publicación de comercio farmacéutico Endpoints News en diciembre de 2021 que “los gobiernos, incluido el gobierno de Estados Unidos y de todo el mundo, lo adquirirían y almacenarían para utilizarlo en caso de que, Dios no lo quiera, se produjera una fusión del reactor nuclear o, lo que es peor, una guerra nuclear”.
Los registros públicos muestran que en sus primeros años, Cleveland presionó mucho para conseguir contratos con el gobierno de Estados Unidos, empleando seis empresas diferentes para ejercer presión en Washington entre 2008 y 2013. Desde 2010, la compañía ha gastado casi 400.000 euros en lobbys de presión, según un análisis llevado a cabo por el Anti-Corruption Data Collective, un grupo sin fines de lucro formado por analistas, periodistas y científicos.
Ese cabildeo pronto valió la pena. En septiembre de 2010, el Comando de Defensa Espacial y de Misiles del Ejército de Estados Unidos otorgó a Cleveland un contrato de investigación de casi 5 millones de euros. Abramovich invirtió en Cleveland al año siguiente. En una presentación regulatoria posterior, la compañía dijo que había proporcionado 10 millones iniciales, con derecho a aumentar su inversión hasta 30 millones.
Contratos con el departamento de Defensa
Un representante de la compañía sucesora de Cleveland, Statera, confirmó que Abramovich era inversionista a fines del año pasado, pero no dio más detalles sobre su posición actual. El portavoz del oligarca en Londres tampoco hizo comentarios.
Cleveland ganó otro contrato de casi 10 millones de euros del Programa Conjunto de Investigación Médica de Combatientes del Departamento de Defensa en 2015, recibiendo un total de 15 millones del gobierno de Estados Unidos ese año. De hecho, en 2020, la compañía reconoció que los contratos estatales representaron el 81,2 por ciento de los ingresos de ese año y el 64,5 por ciento en 2019.
Mientras tanto, documentos públicos muestran que más de 60 millones llegaron a Cleveland provenientes del gobierno ruso, Roman Abramovich y otros inversionistas rusos privados.
En 2013, dos de sus subsidiarias ganaron más de 9 millones en contratos con el Ministerio de Industria y Comercio de Rusia para desarrollar Entolimod y otro medicamento contra el cáncer. Meses antes de que Cleveland obtuviera el primer contrato con el gobierno de Estados Unidos en 2015, la mano derecha de Abramovich, David Davidovich, supuestamente adquirió una participación mayoritaria en la empresa con una inversión de 25 millones de dólares. Luego, Davidovich nombró a siete directores para la junta de Cleveland y todos ellos trabajaban para el fondo de inversión de Abramovich, Millhouse LLC. Incluso en 2020, Cleveland se vio obligada a admitir que sus conexiones rusas podrían poner en peligro sus negocios con el gobierno de Estados Unidos.
“Debido a que el mayor propietario de acciones ordinarias en circulación de nuestra empresa es un inversionista con vínculos con Rusia, y varios ciudadanos y residentes rusos forman parte de nuestra junta directiva, nuestra capacidad para asegurar y mantener contratos con el Departamento de Defensa de EEUU y otras agencias gubernamentales de EEUU puede volverse más difícil”, dijo la compañía.
Louise Shelley, directora del Centro de Terrorismo, Crimen Transnacional y Corrupción de la Universidad George Mason en Virginia, denuncio que debería haber más transparencia sobre quién está invirtiendo en el desarrollo de productos que puedan usarse en el campo de batalla. “Creo que existe una necesidad absoluta de una revisión de quién está produciendo materiales de interés para la seguridad nacional y quiénes son los inversores en ellos, quiénes se benefician de ellos”, dijo Shelley.
Donaciones y Sanciones
La inversión de Abramovich en Cleveland BioLabs no es su única incursión en la industria farmacéutica estadounidense. En los últimos cinco años, también ha sido el mayor donante individual del Instituto del Cáncer Roswell Park, administrado por el estado de Nueva York, con más de 1 millón de euros por año, según los registros revisados por Investigative Post.
Roswell Park es una de varias organizaciones sin fines de lucro contra el cáncer que en 2011 se asoció con Cleveland y el grupo ruso Rusnano para crear Panacela, una de las subsidiarias de Cleveland que ganó contratos con el Ministerio de Industria y Comercio de Rusia.
En ese momento, Rusnano estaba dirigido por Anatoly Chubais, quien ayudó a liderar la privatización de Boris Yeltsin en la Rusia postsoviética en la década de 1990, cuando Abramovich hizo su fortuna. Chubais dejó Rusnano en 2020 para convertirse en asesor del Kremlin para organizaciones de desarrollo, pero huyó de Rusia este año después de renunciar en protesta por la invasión de Ucrania.
Annie Deck-Miller, portavoz de Roswell Park, asegura que el instituto no ha tenido contratos con Cleveland desde julio de 2018, pero defendió su trabajo con Abramovich, calificándolo como un generoso contribuyente a la investigación sobre el cáncer.
Un movimiento sospechoso
La participación de Abramovich en Cleveland este año sigue siendo un misterio aunque hay sospechas de que el oligarca realizó movimientos similares a los realizados con su yate Aguamarine y su empresa MHC, con domicilio en Jersey, que cambiaron de manos el mismo día que comenzó la invasión rusa. El 24 de febrero, en un rápido movimiento táctico la propiedad del yate pasó de una empresa anteriormente controlada por Abramovich a un socio cercano suyo, el empresario ruso David Davidovich.
The Wall Street Journal informó en marzo que Abramovich había transferido el control de Norma Investments, a través de la cual invirtió en Cleveland, a Davidovich curiosamente solo unas horas después de la invasión de Rusia.
En las últimas semanas, ha sido sancionado por el Reino Unido, la Unión Europea y Canadá en respuesta a la invasión rusa de Ucrania, pero Estados Unidos sigue al margen por lo que el mangante mantiene a salvo sus inversiones en suelo americano.
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