Málaga

El escándalo del «Chacho»

Los jugadores del Real Madrid celebran el pase a la gran final.
Los jugadores del Real Madrid celebran el pase a la gran final.larazon

Hora y media antes de arrancar la semifinal ante el CAI Sergio Rodríguez ya estaba en la pista. Fue el primero en aparecer. Tocaba sesión de tiro. Una manera de justificar que su juego no sólo depende de la inspiración y la improvisación. Detrás hay trabajo, mucho trabajo. Repitiendo los lanzamientos de manera mecánica, casi sin errores, el «Chacho» engrasó la muñeca. Lo que sucedió dos horas después se entiende, en parte, por ese esfuerzo en solitario. El CAI miró a la cara al Madrid durante el primer cuarto. En ese tiempo, Sergio era el jugador de banquillo que más cerca estaba sentado de los entrenadores. Antes del salto inicial cogió un plátano y durante 9:57 minutos se dedicó a escudriñar el partido. Laso le reclamó para los últimos tres segundos. Puro tanteo. Lo bueno empezó en el segundo cuarto. En el mismo momento que el Madrid ejecutó al Herbalife Gran Canaria en cuartos acabó con el CAI.

Y el responsable directo fue el base. Tuvo ayudas, eso sí. Un poco de Reyes, un poco de Mirotic, mucha defensa con Slaughter como maestro de ceremonias, las 15 pérdidas del CAI antes del descanso... pero todo giró en torno a su magnética presencia en la pista. No es el brillo de unas zapatillas estéticamente discutibles lo que deslumbra a los rivales, es su juego. La capacidad de jugar y hacer jugar a los cuatro compañeros que tiene alrededor. Ya lo dijo Mirotic a LA RAZÓN: «No sabes cómo, pero siempre la pone en el sitio perfecto». La avalancha ofensiva que sufrió el CAI en el segundo cuarto (32 puntos) le tuvo como referente. Cerró el parcial con 10 puntos, media docena de asistencias y dos robos. Porque Sergio también defiende. Tuvo vinculación directa en al menos 22 de los 32 puntos que anotó el Madrid en el segundo cuarto y en cada ataque, la defensa de los zaragozanos no sabía a qué atenerse. Cruzaba el «Chacho» la media pista y Tabu o Llompart sabían que se la iba a jugar. Botes por debajo de las piernas, arrancadas, paradas, pases mirando a la grada, bandejas, tiros de cuatro metros... Una sensación de control absoluto. El CAI se limitó a no estropear el espectáculo de un equipo que ha alcanzado la final con la misma facilidad con la que viene transitando en la mayoría de los partidos de esta temporada.

Si Sergio se tomaba una tregua en el banquillo, aparecían Rudy o Llull. El escolta, con permiso del «Chacho», está empeñado en ser el referente del Madrid en la Copa. Lideró el arranque del Madrid en el primer cuarto y terminó como máximo anotador del equipo. A Llull le tocó rebañar el protagonismo que le dejaron sus dos compañeros. Juega a una velocidad diferente al resto. Protagonizó una transición ofensiva que terminó en canasta en menos de tres segundos y su arranque tras el descanso amplió las diferencias más allá de los 30 puntos.

El CAI se despidió de Málaga dejando la impresión de ser un equipo bien armado para aspirar a entrar en los «play-offs», no para incomodar demasiado al Madrid. Eso sí, evidenció que el Real sigue teniendo problemas con los hombres grandes capaces de anotar. El georgiano Shermadini, con 19 puntos y 8 rebotes, demostró que, quizá, el grupo de Laso sí tiene algún punto débil. Mientras hubo partido, en los primeros 15 minutos, fue el único agujero en la defensa. Cuesta encontrar alguna fragilidad más en un equipo al que hasta ahora nadie ha sido capaz de exigir en un torneo marcado por el papel de Sergio Rodríguez.

Ficha técnica

Real Madrid (22+32+23+21): Llull (12), Rudy (16), Darden (-), Mirotic (15) y Bourousis (4) -cinco inicial-, Draper (7), Reyes (11), Díez (-), Rodriguez (13), Carroll (12), Slaughter (6) y Mejri (2).

CAI Zaragoza (15+22+13+16): Llompart (4), Roll (4), Rudez (11) ,Sanikidze (7), Shermadini (19) -cinco inicial-, Jones (6), García (-), Stefansson (7), Tomás (4), Tabu (-) y Fontet (4).

Arbitros: Daniel Hierrezuelo, Miguel A. Pérez Pérez y Carlos Cortés.

Incidencias: Partido correspondiente a las semifinales de la Copa del Rey disputada en el Palacio de los Deportes Martín Carpena, de Málaga, ante 10.800 espectadores. El Real Madrid disputará la final al ganador del Valencia-Barcelona.