Ciclismo

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El polaco Majka se impone en La Pandera y Froome sigue líder

En la clasificación general, Froome sigue al frente con 55 segundos de ventaja sobre Nibali y el holandés Wilco Kelderman (Sunweb) pasó a ser tercero a 2.17

El pelotón durante la decimocuarta etapa de la Vuelta Ciclista a España con salida en la localidad sevillana de Écija y con meta en la Sierra de la Pandera en Jaén, con un recorrido de 175 kilómetros.
El pelotón durante la decimocuarta etapa de la Vuelta Ciclista a España con salida en la localidad sevillana de Écija y con meta en la Sierra de la Pandera en Jaén, con un recorrido de 175 kilómetros.larazon

En la clasificación general, Froome sigue al frente con 55 segundos de ventaja sobre Nibali y el holandés Wilco Kelderman (Sunweb) pasó a ser tercero a 2.17

«Era un puerto en el que había que intentar dar poco la cara», dice Contador de la subida a La Pandera, un terreno poco amable para el corredor y sin apenas descanso, con el aire golpeando constantemente. Por eso Alberto traicionó su costumbre de atacar siempre, se pegó a la rueda de Nibali cuando el italiano se marchó del grupo de favoritos y allí siguió. Se asomaba al costado del italiano para ponerse a su altura, pero sin superarlo nunca. Nibali le hablaba, pero no quería desgastarse el corredor español en una pelea que no era la suya. Prefería esperar que llegara su momento.

Saltaron por primera vez a falta de cuatro kilómetros para la llegada, pensando más en la clasificación que en la etapa. La presencia de Rafal Majka por delante los obligaba a acelerar demasiado para ser los primeros en llegar a La Pandera. «Las fuerzas están muy justas», se justifica Contador. «Las sensaciones son buenas», añade. Pero las sensaciones no descuentan segundos en la clasificación. Los vatios, sí. Por eso Froome prescinde del instinto para fijarse en los números. Mira el potenciómetro, le marca el ritmo que debe seguir y agacha la cabeza, obediente, para seguir pedaleando. El potenciómetro fue lo único que recuperó cuando tuvo que cambiar de bicicleta camino de Antequera. Se siente desnudo sin él, como quien intuye que le falta algo al salir de casa sin el teléfono móvil.

Era una pelea e­ntre dos maneras de correr. Nibali y Contador representan el ciclismo salvaje de toda la vida, el que atiende a las piernas para decidir si se atreve a atacar. Froome hace cálculos y entre los vatios y la presencia de Poels a su lado las cuentas le salen. «Cuando Chaves, Nibali y López atacaron me dio confianza tener a mi lado a un tipo como Poels. Creo que esperar ha sido la decisión acertada», confiesa el líder de la carrera. «Que Froome vaya atrás no significa que vaya mal, es su manera de subir, de buscar los vatios», analizaba Contador.

Y poco a poco, a su ritmo, los atrapó. Sólo Miguel Ángel López, el «Supermán» colombiano, aguantaba a su rueda. La subida demostraba que es el hombre del Astana. Primero Luis León Sánchez y después Pello Bilbao tiraron del grupo buscando la victoria del colombiano mientras Aru sufría para seguir con los mejores. La estrategia de «Supermán» era aguantar al lado de Froome, sin calentar las piernas en la persecución de Nibali y de Contador. Cuando estuvieron todos juntos es cuando lanzó su ataque en busca de Majka.

Era tarde, porque el polaco ya estaba lanzado hacia la meta en busca de la victoria, pero demostró que tiene las fuerzas que a otros les faltan.

Ese ataque fue el que pagó Contador, que perdió seis segundos con Froome y sus competidores por el podio. «Quizá he pecado de dar la cara demasiado en el último kilómetro y ha hecho que me quitaran tiempo. Ha sido un día de gran desgaste para todos y veremos cómo estamos para mañana», analizaba Alberto.

No era el único que pensaba en la etapa de Sierra Nevada. «Será una etapa muy selectiva y una jornada clave en mi mente, por eso quería conservar fuerzas», reconocía Froome. El británico ha aprendido de la experiencia del año pasado en Formigal, una etapa corta que le dejó sin posibilidades de ganar la Vuelta. «Es mi responsabilidad controlar que Contador o Nibali no se metan en un corte sin que yo los siga», añadía el maillot rojo.