Rusia

El Phelps de la nieve

El noruego Bjoerndalen suma su duodécima medalla olímpica e iguala el récord de su compatriota Dahlie

Oler Einar Bjoerndalen, en pleno esfuerzo en el biatlón
Oler Einar Bjoerndalen, en pleno esfuerzo en el biatlónlarazon

«Me olvido de mi edad. Me siento como si tuviera 20 años», dijo el noruego Ole Einar Bjoerndalen. En realidad tiene 40 y 13 días y con esa edad se convirtió ayer en alguien único: ganó el oro en Sochi en la prueba de esprint sobre 10 kilómetros de biatlón y sumó con ello su duodécima medalla olímpica, las mismas que su compatriota Bjorn Daehli, y con posibilidad de conquistar más en Rusia porque le quedan cinco pruebas en las que participar; además, se convirtió en el más veterano en sumar una presea en los Juegos de invierno. Dos récords en uno para un deportista que desde 1998 se ha ido con algo reluciente en el cuello de todas las citas olímpicas. La prueba en la que logró ayer el oro, que tiene su origen en la caza con esquí y en el ejército, combina la fuerza, la resistencia y la precisión. Se recorren diez kilómetros al dar tres vueltas a un circuito con una escopeta, que pesa unos cuatro kilos, a la espalda y que se utiliza dos veces (cinco disparos cada una) para dar a una diana. Por cada fallo, deben recorrerse 150 metros más. Bjoerndalen se equivocó en un disparo, pero eso no le impidió ganar por delante del austriaco Dominik Landertinger, que tardó 1.3 segundos más, y del checo Jaroslav Soukup. La prueba lleva el físico al límite y los esquiadores suelen quedarse tendidos en la nieve cuando llegan a la meta.

Bjoerndalen creció en el municipio de Drammen y sus dos padres eran granjeros. Siempre tuvo dotes para el esquí y en lo que tuvo que mejorar fue con la escopeta, a lo que ha dedicado y dedica horas y horas. «Siempre se puede mejorar», suele decir, incluso a los 40. Es un perfeccionista, por eso le llaman el «Caníbal», y le encanta competir. «No soy especial, como todos los deportistas, odio perder», afirma él sin más. Tras pasar una mala época por una lesión en una vértebra, que se produjo levantando un tronco, y tras la separación de su mujer, Bjoerndalen ha demostrado que es una leyenda. Si Phelps es el rey de los Juegos de verano, él manda en los de invierno.

Por su parte, el español Víctor Lobo terminó en el puesto 84 y no logró clasificarse para la prueba de persecución.