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¿Por qué se llaman “vomitorios” los accesos a las gradas de los estadios?

A pesar de la leyenda extendida desde la antigüedad, nunca fueron el lugar en el que los romanos vomitaban para seguir comiendo en sus opíparas bacanales

"Vomitorio" o zona de acceso al estadio
"Vomitorio" o zona de acceso al estadioArchivoLa Razon

Los aficionados que acuden cada domingo a ver a su equipo de fútbol están acostumbrados a términos como “área grande”, “área pequeña”, “área técnica”, córner, graderío, fondo y por supuesto “vomitorio”, el pasillo que da acceso a su localidad. Pero, ¿por qué se llama así a las zonas de acceso a las gradas de un estadio?

Al escuchar la palabra enseguida acude a nuestra mente el acto de vomitar, que consiste en expulsar por la boca lo contenido en el estómago. Y es que ambas provienen de la misma raíz: el latín ‘vomitāre’. Un vomitorioes un pasillo situado debajo o detrás de una grada de un anfiteatro o un estadio, a través del cual grandes multitudes pueden salir rápidamente al acabar el espectáculo. También pueden ser vías para que los actores entren o salgan del escenario. La palabra latina vomitorium, cuyo plural es vomitoria, deriva del verbo vomeo, vomere, vomitum, “vomitar”.

El significado de vomitāre era arrojar, lanzar o conducir hacia afuera algo, motivo por el que se aplicaba a esa expulsión que se hacía por la boca (vomitar), pero también a los pasillos, entradas y salidas (vomitorium) por las que transitaba la muchedumbre cuando accedía a las gradas o a sus asientos en los espectáculos de la Antigua Roma. En el Coliseo se hallaban un total de 76 vomitorios generales, a través de los cuales unas 50.000 personas podían trasladarse del exterior del edificio hasta sus asientos en las gradas, en unos quince minutos.

Eran pasajes arquitectónicamente muy bien pensados, con la amplitud y comodidad suficiente para hacer salir a la audiencia en caso de que se presentase alguna emergencia, y también para desocupar el recinto de forma veloz, preparándolo así para un siguiente espectáculo en minutos. Además de los 76 vomitorios generales que se desplegaban en toda la extensión del Coliseo, se sumaban otros cuatro, cuyo uso estaba destinado en exclusiva a los miembros de la familia imperial.

La leyenda de los vómitos y las bacanales

La imagen que ha corrido a lo largo de la historia de grandes bacanales en Roma, en las que se comía y bebía de manera exagerada, y donde para poder seguir tragando los romanos se provocaban el vómito ayudados de una pluma, que introducían en su garganta, es tan solo una leyenda urbana. De acuerdo con Cicerón, Julio César logró evitar un asesinato gracias a que cayó enfermo después de cenar. En vez de ir a la letrina, lugar donde sus asesinos le esperaban, él fue al vomitorio y evitó su asesinato. Posiblemente este sea el origen de la confusión. Otras fuentes indican que Aldous Huxley fue el primero en usar la palabra con el término equivocado en su libro Danza de sátiros (Antic Hay), de 1923, en la frase: “...here strode in, like a Goth into the elegant marble vomitorium of Petronius Arbiter, a haggard and dishevelled person”. (...aquí entró, como un godo en el elegante vomitorium de mármol de Petronius Arbiter, una persona demacrada y desaliñada). El término vomitorium no aparece hasta el siglo IV d.C, cuatrocientos años después de Cicerón y Julio César.

Dicho término ha prevalecido hasta nuestros días dando nombre a los accesos de los estadios, teatros y allí donde acuden numerosas personas en masa para presenciar algún tipo de evento.