Fútbol
El día que Pino Zamorano quiso quedarse solo
Se cumplen 18 años del derbi barcelonés en el que el polémico árbitro castellano-manchego expulsó a seis futbolistas. Los culés ganaron 1-3 al Espanyol
La Liga española, que se disputa desde un lejano 10 de febrero de 1929, tiene plusmarcas para todos los gustos y colores. Las más llamativas son las de los goles marcados, como los catorce que vieron los afortunados espectadores de un Athletic-Racing en la temporada 32/33 (9-5) o aquellos doce que se marcaron en el empate más prolífico de la historia, un duelo entre los atléticos de Madrid y Bilbao en la campaña 49/50. Son récords que difícilmente serán superados, aunque tampoco nadie pensaba que el Real Madrid se fuese en el curso 2011/12 hasta los 121 tantos marcados (3,18 por encuentro) y se acercó mucho al promedio del Athletic en la temporada 30/31 (4,05), cuando celebró 73 tantos en un torneo de tan sólo 18 jornadas.
Lo que aquí nos ocupa, sin embargo, son las expulsiones. Las seis que decretó Alfonso Pino Zamorano, árbitro madrileño adscrito al Comité de Castilla-La Mancha, en un derbi barcelonés de la temporada 2003/04, un encuentro que no resultó especialmente duro, a tenor de las crónicas de la época. En el estadio olímpico Lluis Companys visitaba el Barcelona de Frank Rijkaard a un Espanyol dirigido por el franco-andaluz Luis Fernández, un habitual en el calentamiento de duelos que, sin embargo, esta vez no fue el responsable de la cosa se fuese de madre. Lo anecdótico, sin que sirva de precedente, fue el resultado: un 1-3 con remontada culé –doblete de Kluivert y Ronaldinho– al tanto inicial de Jordi Cruyff, puro ADN blaugrana en el bando perico. Ese día, quien hizo historia fue el árbitro.
El colegiado era muy conocido en el mundillo arbitral desde su adolescencia por ser «hijo del cuerpo». Su padre, Tomás Pino Casado, había pitado durante veinte temporadas entre Segunda y Segunda B e incluso llegó a dirigir varios encuentros de Primera al final de su carrera, en la campaña 91/92. Madrileño de nacimiento, Pino Zamorano se había adscrito al Comité de Castilla-La Mancha para acortar su camino hacia la élite, ya que allí había menos competencia que en la capital. En diciembre de 1997, estando en la categoría de bronce, fue uno de los diez esquiroles que suplió a sus compañeros de la Primera división declarados en huelga. Debutó pues con 25 añitos en un Sporting-Betis que ganaron 2-3 los verdiblancos gracias a un doblete de su tocayo Alfonso, al que expulsó en los minutos finales. La estadística dice que fue un árbitro tarjetero: una expulsión cada dos partidos y 5,1 amonestaciones de promedio en sus 96 comparecencias en la máxima categoría. Pero lo de aquella tarde en Montjuïc superó todas las expectativas.
La escabechina empezó al final del primer tiempo: en el minuto 41 era expulsado con roja directa Iván De la Peña, icono barcelonista que apuraba su carrera en el eterno rival. Al borde del descanso, Rafa Márquez veía la segunda amarilla y dejaba al Barça también con diez. Nada más comenzar la segunda mitad, el azulgrana Quaresma era expulsado por doble amonestación y diez minutos más tarde, se reequilibraban las fuerzas por la roja al local Soldevilla. El tercer expulsado del Barcelona fue Cocu y la lista la cerró en el minuto 87 Lopo, lo que propició que el partido lo terminasen ocho futbolistas por bando.
Pino Zamorano batió de este modo el récord que había fijado Abilio Caetano Bueno en la penúltima jornada de la Liga 86/87, cuando el Mallorca apuraba (y perdió) sus opciones europeas también en el campo del Espanyol, por entonces aún el viejo Sarriá. El árbitro onubense expulsó aquel día a cinco futbolistas, todos del conjunto bermellón: Paquete Higuera, Hassan Fadil, Chano Bonet y Orejueloa enfilaron antes de tiempo el camino del vestuario. Los isleños terminaron el partido con cinco jugadores de campo y el portero Belza, una circunstancia que el reglamento actual no permite.
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