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A vueltas con la portería

La Razón
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Ha habido mar de fondo en la portería del Barcelona. Claudio Bravo, el futbolista más laureado del último bienio (triplete y doblete con su club más dos Copas de América con Chile), está muy cerca de irse al Manchester City. Y aunque, desde el punto de vista económico, la operación parece impecable, no lo es tanto en el plano deportivo. Por el guardameta andino pagaron los culés doce millones a la Real Sociedad hace dos veranos y ahora, tras sacarle un rendimiento excelente, lo venden por dieciséis al City. Una buena plusvalía teniendo en cuenta que se trata de un futbolista de 33 años pero, ¿tan mal andan las finanzas del Barça como para tener que desprenderse de un titular y, a la vez, reforzar a un rival directo por la Champions?

Lo cierto es que en la presumible marcha de Claudio Bravo ha influido un factor extradeportivo que Luis Enrique no ha sabido gestionar: la mala convivencia con su competidor, Marc André Ter Stegen. El joven internacional alemán ha soportado regular la alternancia dispuesta por el entrenador asturiano, que usaba a Bravo en Liga y a él sólo lo empleaba en las competiciones cortas. Al comenzar la pretemporada, el teutón lanzó un desafío: a sus 24 años quería partir como titular indiscutible o se marcharía con sus guantes a otra parte. El club decidió entonces apostar por la proyección de Ter Stegen antes que por la fiabilidad de Bravo, para quien no resulta desde luego una degradación su fichaje por el poderoso City de Guardiola.

El Barcelona necesita, no obstante, fichar a un portero fiable pero que acepte su rol de suplente de Ter Stegen, ya que Luis Enrique no tiene claro que el joven Masip pueda garantizar el relevo con solvencia en caso de percance del alemán. Por imposición de su amigo Messi, durante muchos años se mantuvo a Pinto como segundo guardameta y bien que lo pagó el equipo en 2014, a raíz de la lesión de Víctor Valdés. Pepe Reina, loco por irse del Nápoles y resignado desde hace tiempo a papeles secundarios, aparece en todas las quinielas, pero los tiros parecen definitivamente encaminarse hacia Diego Alves, que podría llegar desde Valencia en una operación conjunta con Paco Alcácer. Venga quien venga, está condenado a jugar poco. La apuesta del Barcelona es por el alemán.