
Fútbol
Modric: "No llores porque se terminó, sonríe porque sucedió"
El centrocampista alemán estaba en la banda esperando a Luka para abrazarle en su emotivo adiós del Real Madrid
Se alzó el diez en el marcador electrónico de los cambios y se paró el partido y llegó lo que sabíamos que iba a llegar. Se había ido antes Lucas Vázquez, que también se va, aunque nadie haya dicho nada. El canterano, con menos rango en el fútbol del equipo que otros, no pudo evitar la emoción cuando el público olvidó sus críticas esta temporada y le aplaudió de una manera unánime, sin dudas y con reconocimiento.
Pero no se había al Bernabéu a eso. Se había ido a lo que pasó pocos minutos después, cuando entonces sí, el auxiliar levantó el 10, ¡el 10!, porque los número aún dicen algo, porque la tradición aún tiene peso, porque la memoria vale más de lo que se cree. El 10 de Luka Modric. Estaba en el círculo central, que ha sido su casa, donde ha regido al Real Madrid y ha ido conquistando sin prisa y sin pausa, con el exterior del pie y con la calma en la cabeza. Ahí empezó su último paseo hacia el banquillo. Se quitó la goma del pelo, se desató la melena que le ha acompañado casi siempre y fue lentamente. O no, pero lo pareció, lentamente, hacia el final, hacia el pasillo que formaban los jugadores del Real Madrid, pero también, honor, los de la Real Sociedad. Y corrió Lunin, para formar el pasillo y se acercó también el árbitro, tímidamente, porque sabía que ese no era su sitio, pero tampoco quería estar lejos. Quién quería estar lejos, no se podía estar lejos.
Todo era cercano, pese a que había 80.000 personas aplaudiendo, emocionándose de verdad, lentamente, como los pasos de Modric hacia el final. O eso parecía. Saludó al árbitro, a los jugadores, dio manos sin saber con quien chocaba, se abrazó sin saber a quién abrazaba. A Ancelotti sí.
Y a Kroos, porque estaba allí y como si el colegiado hubiese dado cinco minutos de descuento en una semifinal de la Champions con un gol en contra, el Bernabéu rugió. Una exclamación de la multitud, de esas que salen no se sabe bien de dónde, una expresión, un agradecimiento natural, de las entrañas, de la nostalgia, que aprieta y apretará. Un abrazo entre los dos y esas ganas de abrazarlos por lo vivido.
Después, se abrazó a su hijo, al que vimos pequeño en las celebraciones de las Champions y que ahora mide como Luka, a su hija, a su hija pequeña, el abrazo más largo. Y luego el beso con su mujer, esa intimidad expuesta, pero tan necesario. Ese adiós para fijarlo en la memoria
"Es muy difícil hablar", dijo Luka Modric. Y terminó: "No llores porque terminó, sonríe porque sucedió".
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