Barcelona
Un rondo como los de antes en el Bernabéu
Xavi, el más pitado de los azulgrana, protagoniza un partido que el futuro dirá si significa el cambio de algo
Nombraron las alineaciones por los altavoces y el más silbado no fue un futbolista del Barcelona, fue el entrenador, Xavi, que en Chamartín recuerda a tiempos lejanos en los que el equipo azulgrana ganaba en el Santiago Bernabéu como en cualquier otro campo. Eso pasó hace tiempo, y la presencia del ex capitán en el banquillo empezó siendo un símbolo y un riesgo con un técnico con poca experiencia, pero va camino de convertirse en algo más. No ya este año, porque el propio preparador reconoce que es un poco locura pensar en ganar la Liga dada la diferencia de puntos que le saca el conjunto blanco, pero sí puede ser este Clásico un partido de esos que en un futuro se señale como el comienzo de algo importante.
Tras una primera parada de Ter Stegen, el equipo azulgrana se hizo con la pelota y se la empezó a pasar con aparente calma. Algo no funcionaba en el sistema del Real Madrid, que parecía llegar siempre un minuto tarde. Por momentos fue un rondo eterno entre quienes ya lo hicieron alguna vez como Busquets o Piqué y los que debutaban en el Bernabéu, como Araujo y Pedri. El uruguayo incluso marcó un gol y el canario fue una parte de la cadena de pases desde la primera jugada, en la que regateó y mandó un balón en profundidad a Ferran Torres. Es el hombre de moda en el conjunto barcelonista y no parece incómodo en su papel. Ya tiene mando en el césped, pide perdón cuando no se atreve a tirar un balón largo, haciendo a un compañero que se dé una carrera para nada; o mueve las manos solicitando calma o que el balón fuera al otro lado. Los «olé, olé» de los seguidores catalanes tomaron por momentos el Bernabéu hasta que eran silenciados por la afición local.
Y al final del rondo estaba Dembélé para convertir la posesión en peligro. La primera vez que pudo encarar a Nacho se marchó de él con la pierna izquierda y centró con la derecha para que marcara Aubameyang de cabeza. Lo celebró con una voltereta, pero no fue recibida como las de Hugo Sánchez, claro. También el francés sacó el córner que Araujo convirtió en el segundo tanto. Es un caso curioso el del extremo, cuyo futuro ahora mismo nadie lo sabe, pero con el paso de los partidos se carga de razones para que le quieran en el Camp Nou y para que le ofrezcan un sueldo escandaloso fuera porque además se marcharía gratis, al cumplir contrato. Su amigo Aubameyang tratará de convencerlo. El segundo tanto del delantero se lo dio el otro extremo, Ferran Torres.
El estadio pitaba los pases de los jugadores del Barça, impaciente por una reacción que esta vez no llegó. Incluso se pasó a ratos de indiferencia, de esos medio silencios tan incómodos en un estadio tan grande, sólo alterados por algunas faltas que sí encendieron a la afición local.
Era el segundo Clásico de Xavi como entrenador del Barcelona y si el primero lo forzó hasta la prórroga en la Supercopa, este se lo llevó como solía hacer cuando era jugador.
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