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El Barcelona gana al Almería (2-0): final feliz para Piqué en el Camp Nou

El central, titular, fue homenajeado por sus compañeros y por la afición en su último partido en el Camp Nou

Una pancarta recibió la salida de los jugadores al campo. «Sempr3», se leía. Era el primer reconocimiento a Piqué, el «3», «siempre culé», como dijo él mismo en el vídeo de despedida. Saltó al Camp Nou con esa cara de «es lo mismo que otros tantos cientos de veces, pero no es igual», porque iba a ser la última. Xavi le puso de titular, sus hijos estaban con él en el túnel de vestuarios y en la foto. Pisó el césped mirando a la grada. Lanzó besos en dirección a la zona donde estaba su gente, ya había saludado en general durante el calentamiento. Tuvo unas palabras con el árbitro, González Fuertes, y los primeros balones que tocó fueron recibidos con los aplausos de un público que últimamente le había silbado. Había muchos otros carteles: «Lo hemos pasado de puta madre». «Te amo, mi presidente». «Gracias». Pero tocaba jugar al fútbol y ganar un partido, el verdadero premio que Piqué, un futbolista muy competitivo, quería y que a su equipo le costó conseguir de forma incomprensible.

Porque la primera parte fue un expediente x que acabara 0-0, por todas las ocasiones que tuvo el Barça. Para empezar un penalti por una de esas manos absurdas que se pitan ahora, ya que el balón sí toca en el brazo de Kaiky, y está abierto, pero el jugador está de espaldas, cayendo después de un salto, y de momento esto sigue siendo fútbol, no futbolín (de los de madera, que son los que no tienen brazos). El que caso es que desde el VAR mandaron revisarlo al árbitro y lo señaló. El público pidió que lo lanzara el homenajeado, pero Piqué no estaba para tonterías. «Tú», dijo, señalando a Lewandowski, como es lógico. Había tres puntos en juego y la opción de colocarse líder, a la espera de lo que haga el Real Madrid contra el Rayo. Las cosas tenían que hacerse como si fuera un partido normal, aunque después el polaco hizo una paradinha extraña y mandó el balón al poste. Fue la primera oportunidad de muchas otras. El Almería había plantado una defensa de cinco hombres, pero la acumulación de futbolistas no era sinónimo de seguridad. Hacía aguas, sobre todo con las entradas de Jordi Alba por el costado izquierdo. Pero Ferran Torres no embocó un par claras, Dembélé hizo de las suyas en un cabezazo inmejorable, Pedri perdonó otro casi desde el área pequeña... Lo estaba haciendo todo bien el Barça: la presión, la velocidad en el desplazamiento de la pelota, el juego por las bandas y la conexión con los interiores, Pedri y De Jong, que recibían cómodos entre líneas; pero si eso no acaba en goles no hay fiesta.

Y el Almería, tan tímido, incluso tuvo una ocasión inmejorable cuando Ramazani interceptó un pase de De Jong a Piqué y se plantó sólo ante Ter Stegen, que le ganó el mano a mano sacando la pierna en el momento oportuno.

Era complicado que los andaluces, concediendo tanto, resistieran, y en la primera de la segunda parte Dembélé se puso el traje de genio para culminar pegado al palo una jugada individual. Así es él, capaz de lo mejor y de lo inexplicable. Después llegaría el tanto de De Jong, y el partido ya estaba resuelto para los locales.

Piqué, por cierto, estuvo sobrio las pocas ocasiones que tuvo que salir al corte en los balones largos del Almería y no logró rematar ninguno de los nueve córners lanzados, casi todos buscando su cabeza. Con el 2-0 ya sí se podía pensar más en el homenaje. A falta de siete minutos Xavi le sustituyó por Christensen. El último balón que tocó fue para interceptar un tiro a puerta. Uno a uno le fueron abrazando los jugadores, compañeros y rivales. También el colegiado. En la grada le cantaban su canción: «Piqué, Piqué, Piqué, Piquenbauer». El central lloraba un poco, pero también sonreía. Se fue diciendo adiós a la grada. Pero ya avisó: «Volverá».

Almería: Fernando; Mendes, Kaiky, Ely, Chumi, Akieme; Robertone, Samu, Melero; Baptistao y Ramazani.

Barcelona: Ter Stegen; Balde, Piqué, Marcos Alonso, Jordi Alba; Busquets, De Jong, Pedri, Dembélé, Lewandowski y Ferran