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Sports vs Violence: cuando el deporte golpea a la violencia

La Fundación Jero García trata de, a base de pedagogía, concienciar a los más jóvenes de que la violencia no es la solución de nada

Logotipo Sports vs Violence, de la fundación Jero García
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La Fundación Jero García trata de, a base de pedagogía, concienciar a los más jóvenes de que la violencia no es la solución de nada

Me atrevería a apuntar que todo crío, cuando es eso, un crío, tiene un punto de travesura/maldad ¿positiva?/inocencia que no sé cómo se combatirá, porque no soy padre, pero imagino que algo de diálogo tiene que haber en esa fórmula. Hablar es fundamental; es una de las características inherentes del ser humano (hablar, que no comunicarse; eso también lo hacen los animales), y utilizarla como herramienta es más una faceta educativa que cualquier otra cosa de la que se disfrace. Recuerdo de pequeño cuando hacía travesuras y mi madre hablaba conmigo para concienciarme. A día de hoy lo agradezco; en su día me daba la vuelta y seguía botando el balón en el suelo de la casa. Hasta que, de repente, todo quedaba en un silencio tenso cuando de la boca de mi madre salían ni diez palabras: “¿A que luego se lo cuento a tu padre?”.

Supongo que será cuestión social, pero la figura del padre siempre ha causado mucha más impresión a un niño que la de la madre; me atrevería a decir que ello es así por el simple hecho de ser un hombre. No me quiero imaginar a las madres que no cuentan con esa figura masculina en sus vidas, que no pueden recurrir a esa artimaña que funciona como un dardo tranquilizante para calmar a la bestia. Bueno, sí que puedo: utilizarán la comunicación, que para eso está, y no recurrirán tanto a una burda amenaza que actúa como gota que colma el vaso. O eso me ha dicho Miriam Gutiérrez, boxeadora y madre de dos hijos de 6 y 14 años que vio como casi perdía a su niña a los ocho meses de embarazo por una brutal agresión de su ex pareja. Ahora se arropa en el deporte para combatir con esta lacra y es embajadora de una causa que lucha para erradicarla: Sports vs Violence.

Jero García, ex boxeador, ahora entrenador del “noble arte” y creador de la Fundación Jero García; Miriam Gutiérrez, boxeadora que afronta un campeonato de Europa en apenas unos días (el viernes 22 de marzo); y Lorenzo Albaladejo, atleta paralímpico campeón de Europa van por los colegios y las escuelas de profesionales para concienciar sobre este suceso, sobre la violencia, y lo hacen a varios niveles. Hoy, por la mañana, los tres han dado una charla en un colegio repleto de niños que escuchaban atentos (dentro de lo que su emoción les permite: “¡Son famosos!”, se escuchaba en voz baja); por la tarde iban con profesores y estudiantes de diversas materias educativas para enseñar cómo se detecta una situación de violencia, acoso o abuso entre los más pequeños.

Y es ahí, con ese grupúsculo, chavales agrupados en un salón de actos, donde más hay que incidir. A través de la interacción con ellos lograban su atención y su participación. Jero: “Tengo muchas derrotas: muchas veces no he podido ayudar a la gente, y hoy soy prisionero de mis miedos. Mi reto en la vida es ese: superar todos mis fracasos”. Todos los chicos callados, escuchando. Lorenzo: “imaginad un niño que nace con parálisis cerebral. ¿Qué sería lo fácil? Reírse de él, excluirle de todo. Mis amigos, mi familia y mis profesores fueron por el camino difícil: me ayudaron. Gracias a ellos hoy soy campeón de Europa”. Los chavales, todos, ojipláticos al ver la medalla. Miriam: “Me partieron la mitad de la cara embarazada de ocho meses y me propiciaron el parto porque el niño podía quedarse sin sangre”. Todos exclamaron una onomatopeya de susto y se echaron las manos a la boca. Jero, que “lleva 20 años luchando contra la exclusión social”, sabe el foco al que hay que apuntar: a los menores.

Es en los más pequeños donde nacen los potenciales acosadores/abusadores/agresores... Todas esas personas “malas” suelen ser producto de una conducta aprendida por visualización o por no haberse frenado a tiempo. Y Jero quiere dar un puñetazo a esa situación con diálogo, con pedagogía, con formación. “Nos hacen falta valores, que son esas cosillas que nos hacen ser mejores personas, y nos hacen falta objetivos”, les dice a los chicos en la charla. Así, acción-reacción, lograrán convertirse en mejores personas y no torcerse por el camino. “Si cuidáis a un compañero crecerá una flor, como sucedió con Lorenzo. Es mejor ayudar que pisar”, cuenta Miriam, víctima de violencia de género. Y, sobre todo, comunicar, como dice Jero: “Pedir ayuda no es debilidad, es vulnerabilidad; el ser humano es vulnerable, y eso no le hace peor persona”.

Hacia el final de la charla, Jero cuenta una anécdota sobre dos diamantes que se quedan por ahí tirados entre los rastrojos y que responden a dos roles diferentes; uno es positivo: decide abandonar el ostracismo al que queda condenado y empieza a brillar con más, más, más fuerza para que le vean y cambie de vida; el otro reniega de ello porque dice que “para qué, si nadie les va a ver”. Al final uno brilla tanto que se salva; el otro, receloso de que su gemelo lo haya conseguido, hace el intento, pero no lo consigue. Como dice Lorenzo, y bien se puede aplicar a la historia del ex boxeador, “mi medalla no vale nada: el premio no vale nada, lo importante es el camino”. Y es que es ahí donde más hay que incidir: en el camino, en los medios: en la prevención. No es oro todo lo que reluce, pero depende de todos el querer brillar un poco más cada día o sucumbir al apagón. Yo creo que es mejor que nos quedemos ciegos por el brillo que no ver nada culpa de una oscuridad autoimpuesta.