Tenis

Kyrgios y su plan para Wimbledon: “Ni una cerveza”

El australiano demostró por fin el nivel que tiene. La pregunta: ¿se convertirá, a los 27 años, en una amenaza habitual para los mejores?

Nick Kyrgios saluda a los aficionados en las instalaciones del All England Club tras perder la final de Wimbledon
Nick Kyrgios saluda a los aficionados en las instalaciones del All England Club tras perder la final de WimbledonKIERAN GALVINAgencia EFE

«Nick, volverás», le dice Novak Djokovic al rival al que acaba de vencer en la final. En este Wimbledon 2022 el australiano al que todos temen ha mostrado por fin su potencial y la duda que deja el torneo es si, definitivamente, se convertirá en un enemigo habitual de los mejores o si estas dos semanas han sido sólo un paréntesis y volverá a su irregularidad habitual. «Si hubiera ganado hubiera sufrido con mi motivación. Me ha llevado diez años estar aquí, me hubiera costado ir a los 250, a los 500... Mi nivel está ahí, no estoy por detrás de nadie. He jugado la final de Wimbledon contra uno de los mejores de la historia», dijo Kyrgios, y explicó cuál había sido su plan para preparar su participación en el All England Club: «No he salido mucho, he intentado dormir bien, comer bien, sin beber ni una cerveza, entrenando bien. He estado muy comprometido en las tres o cuatro últimas semanas. Si esto no es compromiso, no sé qué más puedo hacer. Para mí es algo surrealista estar aquí hablando como finalista de Wimbledon. Es un honor salir ahí y luchar contra uno de los mejores. Esto para mí explica que todo es posible», prosiguió el «aussie».

El mejor torneo de su vida lo que no hará es que suba puestos en la clasificación de la ATP, ya que el veto de Wimbledon a los rusos tuvo como castigo que no se repartieran puntos. Es más, va a caer varias posiciones, para pasar del 40 al 45. Pero en él se ha visto que todo es mental. Con 27 años, tiene una buena edad para tomarse el tenis más en serio y ver hasta dónde es capaz de llegar, aunque la polémica siempre le va a rodear. En el fondo, la necesita. El ángel y el demonio que es se vio en la final. Su primer set está a la altura de muy pocos. Después, sus gritos, sus enfados, fueron sólo una versión «light» de cuando se pone realmente desagradable. Muchas veces ha pasado el límite. Incluso en esta edición de Wimbledon, el primer día, metiéndose con los líneas, escupiendo en dirección a un espectador, comiendo delante de los periodistas en la sala de prensa... Se marcha de la Catedral con 17.000 dólares (16.700 euros) en multas por su comportamiento, aunque ha ingresado muchísimo más por ser finalista. Pero cuando no llega tan lejos, es un tenista que da espectáculo y crea afición.