Tenis
Hasta Gabriel Rufián vibra con el partido de Alcaraz: su mensaje lo deja claro
El político independentista también ha visto la final entre el campéon español y Sinner
En la historia de Roland Garros hay partidos inolvidables, gestas legendarias, remontadas imposibles. Y luego está lo que hizo Carlos Alcaraz en la Philippe Chatrier contra Sinner: escribir su propia epopeya con tinta de barro, sudor y talento sobrenatural. El murciano, de apenas 22 años, resucitó cuando todo parecía perdido para levantar su segundo título en la tierra parisina y su quinto Grand Slam, igualando la hazaña de Rafael Nadal a la misma edad. Lo hizo tras 5 horas y 29 minutos de combate contra Jannik Sinner, en la final más dramática y alucinante que ha vivido París en décadas.
El marcador —4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3), 7-6(2)— apenas insinúa el terremoto emocional que fue este partido. El tenis no fue solo deporte, fue un trance colectivo. Fue supervivencia, coraje, arte y locura, que emocionó a todos, incluido Gabriel Rufián.
Una tormenta desde el inicio
Ya el primer juego, de 12 minutos, fue una declaración de guerra. Sinner empezó con la precisión helada que lo ha hecho casi imbatible en 2025. Su revés plano dictaba el ritmo y aprovechaba los errores de un Alcaraz incómodo, incluso atendido por molestias en el ojo derecho. El italiano se llevó el primer set con autoridad y supo mantener la calma para cerrar el segundo en el tie-break. Parecía que el destino ya estaba escrito: Sinner se encaminaba a su primer Roland Garros, alargando su racha a 21 victorias en Grand Slam y vengando tantas derrotas ante su némesis español.
Pero Carlos Alcaraz es todo, menos previsible.
Alcaraz se niega a perder
Empujado por un público encendido que rugía como si fuera la final de un Mundial, Alcaraz se aferró al partido. Con su revés más firme, buscando ángulos imposibles y subiendo a la red con valentía, firmó el tercer set y resucitó un partido que parecía muerto. En el cuarto, Sinner tuvo tres bolas de partido. Tres. Y Alcaraz las borró del universo una a una, como si jugara con su propia leyenda. Un passing, un saque abierto, un globo en carrera: soluciones de genio ante la presión extrema. En el tie-break, fue un torbellino. El murciano igualó el marcador y transformó el duelo en una montaña rusa emocional.
El desenlace de los elegidos
El quinto set fue un viaje al límite de lo humano. Ambos mantuvieron el saque con valentía. Nadie cedía. La tensión era insoportable. Pero en el tie-break definitivo, Alcaraz dio un paso adelante: fue agresivo, fue valiente, fue él. Con 6-2 en el marcador, cinco horas y media después del primer punto, corrió como un loco a por una derecha cruzada de Sinner. Parecía que no llegaba. Llegó. Y no solo llegó, sino que improvisó un pasante de derecha en carrera que cruzó la pista como un rayo, dejando a Sinner congelado y a la Chatrier al borde del delirio. El partido acababa como debía: con arte y con furia.
Por eso Rufián puso un tuit acorde con lo visto: "¡Qué locura!", escribió.
Con este triunfo, lo que deja Alcaraz es un mensaje brutal: el tenis tiene nuevo dueño. Su nombre es Carlos, su apellido Alcaraz. Y su corazón, sencillamente, no entiende de imposibles.