Ciclismo

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Valverde busca lo que le falta

El campeón del mundo se atreve con la Milán-San Remo, a la que no ha dedicado mucha atención en sus 18 temporadas como profesional. A los 39 años busca nuevos retos

Valverde ataca San Remo
Valverde ataca San Remolarazon

El campeón del mundo se atreve con la Milán-San Remo, a la que no ha dedicado mucha atención en sus 18 temporadas como profesional. A los 39 años busca nuevos retos.

La Milán-San Remo es una rareza en el calendario de Alejandro Valverde. En sus 18 temporadas como profesional sólo la ha corrido seis veces. Siempre ha preferido centrarse en la primavera belga, en las clásicas de las Ardenas, mientras San Remo se iba convirtiendo cada vez más en un territorio para esprínters puros. Después de ocho años sin correrla, regresó en 2015 para acabar en el puesto 20. Insistió en 2016, cuando consiguió su mejor clasificación –decimoquinto–. Y después se volvió a olvidar de la clásica italiana. Hasta ahora.

A los 39 años, el campeón del mundo no ha caído en la rutina. Se ha cansado de ganar todo lo que quería ganar y ahora se plantea conseguir triunfos que antes no hubiera imaginado. Por eso por fin ha decidido debutar en el Tour de Flandes. El año pasado parecía que se iba a atrever con el pavé, pero se arrepintió a última hora a pesar de los buenos resultados en la clásica a través de Flandes. Ahí sorprendió por su capacidad de adaptación a la carrera a pesar de la aparente fragilidad de su carrocería. El pavé es territorio de ciclistas grandes y musculados, al estilo de Sagan o los ya retirados Cancellara y Tom Boonen. Pero Alejandro se adapta. «Con las mismas fibras le pedimos que gane a Sagan en el esprint y que gane en montaña. Y lo mejor es que lo hace», decía el preparador del Movistar, Mikel Zabala, en La Razón cuando Valverde consiguió por fin vestirse de arcoíris.

Este año se atreve con Flandes y también con la Milán-San Remo. Vincenzo Nibali le dio la pista el año pasado. El italiano aprovechó la subida al Poggio, a escasos kilómetros de la meta, para escaparse y conseguir la victoria. Demostró que no hace falta ser un esprinter para ganar en San Remo, aunque siga siendo un terreno favorable para los velocistas.

La única gran obsesión de Valverde era ganar el campeonato del mundo y ahora que ya viste el maillot arcoíris afronta nuevos retos. La distancia y el recorrido de la San Remo podrían ser los de un campeonato del mundo: 291 kilómetros y la subida al Poggio, a 5,4 kilómetros para el final, donde nació el triunfo de Nibali el año pasado. El ascenso es suficiente para que los esprínters no puedan seguir el ritmo de Valverde en la subida y el desnivel del 3,7 por ciento se adapta perfectamente al campeón del mundo.

Alejandro quiere ser el tercer español en imponerse en San Remo. Antes lo hicieron Miguel Poblet, en dos ocasiones, y Óscar Freire, en tres. Esta temporada ya ha conseguido vencer la maldición del maillot arcoíris. Se impuso en una etapa del Tour de los Emiratos Árabes. Por el momento es su única victoria de la temporada. Su ritmo de victorias en el comienzo de la temporada ha descendido respecto a años anteriores, pero sigue estando entre los mejores. Fue segundo en la general final en los Emiratos y también rozó la victoria en la Vuelta a Murcia, donde fue segundo en una etapa, y en la Vuelta a la Comunidad Valencia, donde también acabó segundo en la general y en una etapa.

Pero su calendario ha cambiado, le ha añadido peso a la primavera con el Tour de Flandes y después de las clásicas de las Ardenas no podrá descansar como acostumbra, porque le espera el Giro. Valverde tiene 39 años, pero no ha perdido las ganas ni las fuerzas para seguir creciendo. Y quiere ganar aquello que todavía le falta.