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El Banco de España advierte de una crisis larga y de futuros sacrificios

Reclama ayudas y solidaridad europea, pero ve obligatoria una reducción importante del déficit a medio plazo, lo que obligará a ajustes o a subidas de impuestos, o ambas cosas la vez. El coronavirus provocará un bajada de los precios inmobiliarios a corto plazo

Madrid nocturno durante la pandemia del coronavirus
Imagen nocturna del Banco de España, en Madrid, durante la pandemia del coronavirus, el 24 de abril de 2020© 2019 Jesús Hellín / Jesús Hellín© 2019 Jesús Hellín / Jesús Hell

Años difíciles y crisis larga que requerirá sacrificios posteriores. El Banco de España insiste en que la situación económica, derivada de la pandemia del Covid-19, alcanza una “magnitud que no tienen precedentes” y “ha incrementado los riesgos para la estabilidad financiera”. La Institución que gobierna Pablo Hernández de Cós, que no duda en llamar a las cosas por su nombre, ha publicado su informe trimestral de “Estabilidad Financiera”. Defiende sin complejos que todas las medidas adoptadas para afrontar la perturbación “deben complementarse con una respuesta europea también contundente”. Además, advierte de que las dificultades pueden prolongarse y que, cuando se superen, será inevitable acometer una “consolidación fiscal y reformas estructurales”. En términos menos técnicos, significa que España tendrá que reducir el inmenso déficit público que se va a generar –más de 115.000 millones de euros en un solo año- y eso obligará a reducir el gasto público de forma muy notable o a subir, también considerablemente, los impuestos o una combinación de ambas medidas.

El Banco de España, organismo independiente del Gobierno, ha decidido realizar un seguimiento “reforzado de la situación económica y financiera” ocasionada por la pandemia. La Institución entiende que las medidas que se han adoptado para frenar los contagios del Covid-19 tienen “un impacto muy severo sobre la actividad económica” y en el caso de las entidades financieras intensifica los riesgos de crédito, de mercado y operacional. Pablo Hernández de Cos, que también forma parte del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) en el que es bastante influyente, sostiene desde el principio que todas las políticas contra los efectos económicos del coronavirus “deben complementarse con una respuesta europea también contundente”. No va más allá, pero es evidente que aboga, sin complejos, por algún tipo de solidaridad europea, que no descartaría “nuevas herramientas”. No lo dice, pero se podría entender que apunta a fórmulas de mutualización –más o menos parcial- de deuda. El Banco de España elude abordar el tema espinoso de las posibles condiciones para las ayudas europeas. Sin embargo, la Institución es clara cuando explica que, a medio plazo, una vez superada la crisis, España deberá hacer los deberes pendientes, es decir, reducir un déficit que llegará al 10% del PIB y una deuda pública que podría superar el 120%, originados entre otras cosas por el aumento inevitable –en estos momentos- de las prestaciones sociales y también de las remuneraciones en el sector público. El Banco de España, por lo tanto, sin pelos en la lengua y le guste o no al Gobierno, advierte de que el futuro no será todo de color de rosa, sino que se otean sacrificios en el horizonte. “A medio plazo –dice textualmente el informe-, cuando la situación vuelva a la normalidad, debería implementarse un programa de consolidación fiscal y de reformas estructurales que reduzcan los desequilibrios de la economía y eleven su crecimiento potencial”. Años complicados a la vista.

Los expertos del Banco de España creen, no obstante, que en esta ocasión, las familias, las empresas y las entidades financieras españolas encaran la crisis en mejor situación que en 2008, a diferencia de lo que sucede con las finanzas públicas, ahora en una posición mucho más endeble. Las familias han reducido en un 23% su endeudamiento y dedican una media del 11,% de su renta bruta disponible al pago de obligaciones financieras –deudas-, el porcentaje más bajo en 20 años. Eso no impide que el 10% de los hogares tenga que dedicar a atender sus deudas un 40% de su renta, aunque también es el porcentaje más reducido desde 2005. Sí han aumentado los hogares que tienen que dedicar más de un 30% de su renta al alquiler. De ellos, el 14% están formados por menores de 35 años, algo que en 2008 solo era del 8%.

El sistema financiero español también está en mejor posición que al inicio de la Gran Recesión, lo que elimina los riesgos, que incluyen incertidumbres adicionales en el caso de entidades que tienen una parte importante de su negocio en países como Brasil, México o Turquía, como es el caso del Santander y del BBVA. La banca española, según apunta el Informe de Estabilidad Financiera es de las más rentables y eficaces de la Unión Europea, pero ocupa una posición intermedia en solvencia, aspecto en el que todavía puede mejorar. La rentabilidad en cualquier caso volverá a disminuir en los próximos años y el impacto de la crisis sobre los bancos será “heterogéneo”. No obstante, el Banco de España cree que los bancos españoles podrían absorber pérdidas inesperadas y también deberían poder financiar a clientes con un buen historial de pago, matiz muy importante.

Años difíciles

Por otra parte, el Banco de España también espera años difíciles y crisis larga que requerirá sacrificios posteriores. El Banco de España insiste en que la situación económica, derivada de la pandemia del Covid-19, alcanza una “magnitud que no tienen precedentes” y “ha incrementado los riesgos para la estabilidad financiera”. La Institución que gobierna Pablo Hernández de Cós, que no duda en llamar a las cosas por su nombre, ha publicado su informe trimestral de “Estabilidad Financiera”. Defiende sin complejos que todas las medidas adoptadas para afrontar la perturbación “deben complementarse con una respuesta europea también contundente”. Además, advierte de que las dificultades pueden prolongarse y que, cuando se superen, será inevitable acometer una “consolidación fiscal y reformas estructurales”. En términos menos técnicos, significa que España tendrá que reducir el inmenso déficit público que se va a generar –más de 115.000 millones de euros en un solo año- y eso obligará a reducir el gasto público de forma muy notable o a subir, también considerablemente, los impuestos o una combinación de ambas medidas.

El Banco de España, organismo independiente del Gobierno, ha decidido realizar un seguimiento “reforzado de la situación económica y financiera” ocasionada por la pandemia. La Institución entiende que las medidas que se han adoptado para frenar los contagios del Covid-19 tienen “un impacto muy severo sobre la actividad económica” y en el caso de las entidades financieras intensifica los riesgos de crédito, de mercado y operacional. Pablo Hernández de Cos, que también forma parte del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) en el que es bastante influyente, sostiene desde el principio que todas las políticas contra los efectos económicos del coronavirus “deben complementarse con una respuesta europea también contundente”. No va más allá, pero es evidente que aboga, sin complejos, por algún tipo de solidaridad europea, que no descartaría “nuevas herramientas”. No lo dice, pero se podría entender que apunta a fórmulas de mutualización –más o menos parcial- de deuda. El Banco de España elude abordar el tema espinoso de las posibles condiciones para las ayudas europeas. Sin embargo, la Institución es clara cuando explica que, a medio plazo, una vez superada la crisis, España deberá hacer los deberes pendientes, es decir, reducir un déficit que llegará al 10% del PIB y una deuda pública que podría superar el 120%, originados entre otras cosas por el aumento inevitable –en estos momentos- de las prestaciones sociales y también de las remuneraciones en el sector público. El Banco de España, por lo tanto, sin pelos en la lengua y le guste o no al Gobierno, advierte de que el futuro no será todo de color de rosa, sino que se otean sacrificios en el horizonte. "A medio plazo –dice textualmente el informe-, cuando la situación vuelva a la normalidad, debería implementarse un programa de consolidación fiscal y de reformas estructurales que reduzcan los desequilibrios de la economía y eleven su crecimiento potencial". Años complicados a la vista.

Familias mejor preparadas

Los expertos del Banco de España creen, no obstante, que en esta ocasión, las familias, las empresas y las entidades financieras españolas encaran la crisis en mejor situación que en 2008, a diferencia de lo que sucede con las finanzas públicas, ahora en una posición mucho más endeble. Las familias han reducido en un 23% su endeudamiento y dedican una media del 11,% de su renta bruta disponible al pago de obligaciones financieras –deudas-, el porcentaje más bajo en 20 años. Eso no impide que el 10% de los hogares tenga que dedicar a atender sus deudas un 40% de su renta, aunque también es el porcentaje más reducido desde 2005. Sí han aumentado los hogares que tienen que dedicar más de un 30% de su renta al alquiler. De ellos, el 14% están formados por menores de 35 años, algo que en 2008 solo era del 8%.

El sistema financiero español también está en mejor posición que al inicio de la Gran Recesión, lo que elimina los riesgos, que incluyen incertidumbres adicionales en el caso de entidades que tienen una parte importante de su negocio en países como Brasil, México o Turquía, como es el caso del Santander y del BBVA. La banca española, según apunta el Informe de Estabilidad Financiera es de las más rentables y eficaces de la Unión Europea, pero ocupa una posición intermedia en solvencia, aspecto en el que todavía puede mejorar. La rentabilidad en cualquier caso volverá a disminuir en los próximos años y el impacto de la crisis sobre los bancos será “heterogéneo”. No obstante, el Banco de España cree que los bancos españoles podrían absorber pérdidas inesperadas y también deberían poder financiar a clientes con un buen historial de pago, matiz muy importante.

Bajada del precio de las casas

Por otra parte, el Banco de España también espera un “impacto significativo” de la crisis del Covid-19 en el mercado inmobiliario y prevé “ajustes a la baja en los precios”, al menos a corto plazo. Sin embargo, “a diferencia de lo que ocurrió cuando estalló la crisis iniciada en 2008, en esta ocasión el sector no parece sobredimensionado, el endeudamiento vinculado con la actividad inmobiliaria y la financiación a los hogares para adquisición de vivienda se estaban contrayendo, aunque representa todavía una fracción significativa del crédito bancario al sector privado, y no existían indicios generalizados de sobrevaloración de la vivienda”. De hecho, el Banco de España sostiene que el sector inmobiliario ya estaba en “una fase de desaceleración”, tanto en el número de operaciones de compra-venta como en los precios, tras la expansión de los años anteriores.” de la crisis del Covid-19 en el mercado inmobiliario y prevé “ajustes a la baja en los precios”, al menos a corto plazo. Sin embargo, “a diferencia de lo que ocurrió cuando estalló la crisis iniciada en 2008, en esta ocasión el sector no parece sobredimensionado, el endeudamiento vinculado con la actividad inmobiliaria y la financiación a los hogares para adquisición de vivienda se estaban contrayendo, aunque representa todavía una fracción significativa del crédito bancario al sector privado, y no existían indicios generalizados de sobrevaloración de la vivienda”. De hecho, el Banco de España sostiene que el sector inmobiliario ya estaba en “una fase de desaceleración”, tanto en el número de operaciones de compra-venta como en los precios, tras la expansión de los años anteriores.