Tu economia
Luis María Linde: “Una deuda del 115% es gestionable. El problema es no gestionar la confianza”
El gobernador del Banco de España entre 2012 y 2018 ha aceptado la invitación para formar parte del Consejo Consultivo de Sociedad Civil Catalana
«Hay que ponerse a estudiar economía... No entendemos nada de lo que está más allá de nuestras narices». Este comentario que Josep Pla le hizo a su amigo Joan Crexells, y que está recogido en «Madrid 1921: un dietario», explica a la perfección por qué el autor catalán es uno de los favoritos de Luis María Linde (Madrid, 1945), exgobernador del Banco de España. «No es fácil encontrar a un escritor tan bueno como Pla aficionado a la economía. Fue gran amigo y discípulo particular de Juan Sardá, catedrático de Teoría Económica y fundador del moderno Servicio de Estudios del Banco de España. Creo que Pla fue un inmenso escritor», relata. La economía, la historia y, algo menos, la literatura son sus grandes aficiones. «Quizá podría haber sido periodista» –bromea–. Le gusta escribir, como evidencian, entre otros, los artículos publicados, el primero de ellos hace casi 20 años, en «Revista de Libros», sobre temas catalanes, que vienen al caso ahora si se tiene en cuenta que acaba de aceptar la invitación para formar parte del Consejo Consultivo de Sociedad Civil Catalana.
Linde es un firme defensor de los principios constitucionalistas y de la Cataluña de siempre, es decir, de la Cataluña española.
Hace cinco años protagonizó –él dice que sin buscarlo– una polémica con un grupo de conocidos economistas catalanes cercanos al o abiertos partidarios del independentismo, entre los que se encontraba Xavier Salá y Martí, premio Rey Juan Carlos de Economía, que pidieron su cese como gobernador. El motivo: advertir de que la independencia unilateral de Cataluña podría dar lugar a perturbaciones monetarias graves, y que no podría descartarse la posibilidad de «corralitos».
El pasado junio expiró el periodo de dos años de incompatibilidad absoluta que los gobernadores del Banco de España tienen que cumplir tras concluir su mandato, que se inició en 2012 y concluyó en 2018, por lo concede esta entrevista a LA RAZÓN justo cuando acaba su relación con el Banco. Son muchos recuerdos. Salvo los cuatro años, de 2005 a 2009, que pasó en Washington, en el Banco Iberoamericano de Desarrollo, ha trabajado en el Banco de España desde 1983, en el edificio realmente espléndido de la plaza de Cibeles, «el mejor edificio de Madrid después del Palacio Real», nos dice.
Linde, ya desde una segunda línea mucho más tranquila, prevé colaborar, desde el Consejo Consultivo de Sociedad Civil Catalana, aportando sus conocimientos, experiencia e ideas, para ayudar a la pacificación política de Cataluña que, además, como el resto de España, tiene por delante la superación de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19.
¿Por qué ha aceptado la invitación de Sociedad Civil Catalana?
Siempre me ha parecido una organización muy respetable, que actúa evitando, en lo posible, o pacificando, la pelea política que, me parece, es mucho más un conflicto, digamos «civil», entre catalanes, que entre catalanes y el resto de españoles. Sociedad Civil tiene una visión constructiva, defiende la Constitución y una Cataluña dentro de España, tratando de llegar a puntos de encuentro y de convivencia, una actitud con la que me siento identificado.
Habla de acuerdos, puntos de encuentro, ¿deberían tomar nota los políticos?
(Sonríe y no dice nada más, pero una imagen vale más que mil palabras).
¿Por qué tanta crispación?
Sí, es evidente que hay bastante crispación, en eso hemos ido a peor. Me viene a la cabeza lo siguiente: el Banco de España, que ocupa una manzana entera en Cibeles, cuenta con varios edificios, construidos en diferentes épocas: durante la Restauración; en la II República (la ampliación de la II República se terminó meses antes de la Guerra Civil, en abril de 1936), en la década de los 60 del pasado siglo y el último, a comienzos de este siglo. Pues bien, el edificio donde se encuentra la entrada principal, el de Calle Alcalá, tiene el escudo de la República, que ha adornado desde 1936 la fachada principal, y durante el régimen de Franco nunca a nadie se le ocurrió cambiarlo.
Usted va a aportar sus ideas para que España pueda salir de la crisis cuanto antes, pero las proyecciones no son halagüeñas...
Se prevé este año una caída del PIB en el entorno del 12%. Es enorme, sobre todo si se tiene en cuenta que en el peor momento de la crisis anterior el descenso de la actividad no llegó al 6%. Nunca antes la economía había estado parada tres meses. Aunque algunas actividades esenciales han seguido funcionando, una parte muy importante de la actividad se ha parado en seco, especialmente el turismo, que representa el 13% del PIB. Las consecuencias del parón las vamos a notar más adelante, empezando por una temporada de verano que no va a ser nada buena.
Usted, que vivió la anterior crisis como gobernador, ¿qué diferencias encuentra con la actual?
La pasada se produjo por la gran burbuja inmobiliaria, que desembocó en una crisis crediticia y financiera. La de ahora afecta a muchos más sectores. Nunca antes hemos vivido nada parecido. Las crisis económicas se ven venir, no explotan de repente, pero esta crisis se ha producido casi de un día para otro.
¿Cómo podremos salir?
Para recuperar la actividad económica y el empleo lo más importante es restaurar la confianza de los empresarios, de los inversores, españoles y extranjeros, de las empresas y de los sindicatos. Sin confianza no hay inversión y sin inversión, no hay nada. Si generamos confianza, la economía se recuperará mucho antes. Para ello, hay que hacer políticas que la refuercen. Lo que se hizo en 2012 y 2013 para resolver la crisis inspiró confianza a todos, agentes e instituciones, y por eso salimos adelante con mucho esfuerzo, dificultades y con la financiación europea, pero superamos la crisis con bastante rapidez.
¿Qué le parecen las medidas tomadas hasta el momento?
Hay mensajes que son positivos y otros que no tanto, y me refiero tanto al Gobierno como al conjunto de agentes sociales. Por ejemplo, creo que en el lado positivo puede situarse la actitud de los sindicatos que, me parece, está siendo constructiva.
¿Cómo será la recuperación: en V, en L, en W, o en forma de lámpara de Aladino, como predijo el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá?
Va a haber recuperación, de eso no hay duda, pero no creo que vaya a empezar ya mismo. Yo veo una U como más probable que una V, pero tampoco creo que habrá que esperar mucho para ver el comienzo: el mundo es el mismo hoy que antes de la pandemia y, en los meses previos, la economía de los países desarrollados estaba creciendo a un ritmo aceptable.
De lo que no hay duda es que a esta crisis llegamos en peor situación que en la anterior...
En dos años llegaremos probablemente a una deuda pública sobre PIB del 115%. Eso es gestionable, el problema vendrá si no gestionamos bien la creación de confianza. En 2006, España era el país más virtuoso de la UE, junto con Finlandia, en lo que a equilibrio fiscal se refería, con una deuda pública que representaba solo el 36% del PIB. La anterior crisis se resolvió con deuda y con esta pasará lo mismo, al igual que el resto de países, pero en nuestro caso el aumento de la deuda pública en relación al PIB ha sido muy rápido y muy grande, hemos pasado del entorno del 40% al del 100% en poco más de diez años. Nuestra posición de deuda pública es delicada porque tenemos que colocar en el mercado de capitales, nacional e internacional, unos volúmenes muy grandes, sumando refinanciación y nueva deuda neta. Hay que tener en cuenta que los no residentes son, en nuestro caso, tenedores muy importantes de nuestra deuda. Es verdad que el BCE va a comprar en el mercado secundario volúmenes importantes, pero en los próximos años será fundamental que los mercados, los analistas, las agencias de rating, confíen en nuestro Tesoro.
La prima de riesgo actual sí indica que hay confianza...
En la crisis anterior podemos decir que España pagó por los pecados propios (burbuja inmobiliaria, crisis de las cajas...) y por los ajenos, derivados de la crisis del euro, en la que realmente teníamos poca responsabilidad, debido a la intervención de Grecia, Irlanda y Portugal. El temor a que se rompiera la Unión Monetaria y que algunos países pudieran abandonar el euro nos afectó mucho. Ahora no hay riesgo de esa clase.
Entonces, ¿no hubo «hombres de negro»?
Lo que puedo decir es que España no fue intervenida en el sentido en que lo fueron los países citados. Es verdad que tuvimos muchas visitas –no sé si vestían de negro, gris o azul–, por el programa de ayuda a cajas, el famoso MoU, que ascendió a 40.000 millones, de los que la mitad fueron para Bankia.
¿Por qué España no fue intervenida como lo fueron Grecia, Irlanda o Portugal?
Porque entonces siempre pudo colocar su deuda en el mercado, aunque fuera a tipos de interés muy elevados, es decir, a precios muy bajos.
Un panorama con mucho gasto y pocos ingresos...
Con una caída del PIB del 12% es difícil pensar en que habrá incremento fácil de ingresos. Esta crisis es muy complicada. En la anterior, teníamos problemas graves, pero localizados. Ahora es diferente.
El BCE ya ha sacado su artillería pesada y también recibiremos ayuda de la UE, ¿es suficiente?
Los programas que se van a aprobar por la Comisión son de gran volumen. En cuanto al BCE, el programa de compra de deuda en el mercado secundario va a propiciar la financiación a bajos tipos de interés y va a absorber volúmenes considerables de deuda pública: va a ser también una ayuda de gran importancia.
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