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Morosidad

La banca se aferra a la vacuna de la Covid para evitar un tsunami de más de un millón de morosos

El sector asume que la morosidad subirá cuando venzan las moratorias hipotecarias pero confía en que la actividad vuelva con el remedio y amortigüe el incremento

Ciudadanos pasando por delante de una oficina bancaria en estos tiempos de coronavirus en los que ha aumentado la morosidad en los prestamos bancarios
Ciudadanos pasando por delante de una oficina bancaria en estos tiempos de coronavirus en los que ha aumentado la morosidad en los prestamos bancariosAlberto R. RoldánLa Razón

En lo más crudo del confinamiento, cuando los negocios no esenciales que no se pudieran atender de forma telemática permanecieron cerrados, a muchos españoles se les hizo súbitamente muy de noche. Con sus fuentes de ingresos cerradas, cientos de miles de ellos empezaron a tener problemas para atender el pago de sus créditos, incluidos los hipotecarios. Para conjurar la amenaza, el Gobierno primero y las entidades bancarias después idearon moratorias de pago que han dado un respiro a las finanzas de las cientos de miles de familias con menos recursos. Gracias a estas ayudas, estos hogares han reducido temporalmente la cuota mensual de sus créditos, al pagar solo intereses, con lo que han aplazado e, incluso, evitado ser considerados morosos, condición que se da cuando han pasado al menos 90 días desde el primer impago.

El escudo se ha mostrado hasta ahora muy efectivo no sólo para los beneficiarios sino también para el sector financiero. La morosidad de la banca española volvió a bajar en septiembre tras dos meses de subidas y se situó en el 4,58%, su mínimo desde mayo de 2009, frente al 4,75% de agosto, contenida aún por esta batería de medidas de apoyo, según los datos publicados esta semana por el Banco de España. El supervisor bancario, en un análisis incluido en su último informe de estabilidad financiera, detalla, por ejemplo, que la morosidad para el crédito hipotecario se habría duplicado durante los pasados meses desde algo más del 4% hasta el 9% de no haber existido estas moratorias, tanto la decretada por el Gobierno como las acordadas por el sector. De esta manera, el volumen de activos dudosos se habría disparado un 100%, hasta superar los 100.000 millones de euros.

Riesgo de colapso

Pero si bien este andamiaje ha contribuido a que el edificio no se haya derrumbado, el riesgo de que colapse con estrépito cuando se retiren estos soportes persiste. Y no es menor. Potencialmente, podría afectar a 1,35 millones de españoles que podrían engordar de forma muy importante las tasas de morosidad de las entidades financieras españolas. Según los datos del Banco de España, esa es la cantidad de moratorias de créditos hipotecarios y de consumo concedidas por la banca a sus clientes hasta finales de septiembre. En total, suponen un saldo vivo pendiente de amortización de algo más de 52.000 millones de euros. El pendiente de amortización de hipotecas suspendidas asciende a 20.500 millones de euros, mientras que el de los préstamos no hipotecarios asciende a otros 3.000 millones, que se suman a su vez a los 28.700 millones en moratorias sectoriales.

La pregunta más obvia es si ese riesgo de colapso se materializará cuando estas medidas de apoyo sean retiradas y los beneficiarios de las mismas tengan que afrontar el pago de las deudas que aplazaron pero que tienen pendientes. La respuesta del sector financiero es obvia: habrá problemas, aunque esperan que limitados. En unas jornadas sobre vivienda celebradas recientemente, el director de Servicios Jurídicos de Real Estate de BBVA, Rafael Sanz, advertía de que el pensamiento de las entidades es que, cuando pase el efecto del “dopaje” de las moratorias, “las cosas van a empeorar y va a haber dificultades de pago, seguramente”. Su diagnóstico coincide con el esbozado hace unos días por Ángel Estada, director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución del Banco de España. “Hay un cierto riesgo de que cuando terminen las moratorias muchos hogares pasen a una situación de morosidad si la normalización de la actividad económica no es rápida”, advirtió.

Prudencia

Para que se cumpla la condición de Estada de que la actividad económica se normalice con rapidez y la crisis de morosidad no devenga en un tsunami de difícil manejo para el sector financiero, los bancos confían en los créditos ICO y, por encima de todo, en la vacuna. “Se supone que cuando llegue la vacuna, volverá la actividad y la situación de estas familias en dificultades mejorará”, explica una fuente del sector. Como Rafael Sanz, concede que habrá problemas de impagos y que la morosidad subirá, pero confía también en que el repunte “no será gravísimo y no durará tanto tiempo”, sino que será algo puntual.

Pese a la confianza del sector en que la mora no se desboque, el Banco de España prefiere que impere la prudencia. El supervisor apuesta por una adaptación “prudente y ordenada” de estos programas con el fin de evitar que la retirada precipite potenciales problemas de liquidez. Por el momento, gran parte de los hipotecados con moratorias legales de duración de tres meses están encontrando como solución a su vencimiento empalmarlas con la sectorial, con lo que ganan un año de plazo para rehacer sus finanzas. No obstante, el organismo que gobierna Pablo Hernández de Cos ha pedido que no se pierda de vista a aquellos que se han beneficiado de una moratoria hipotecaria. De hecho, ha realizado un llamamiento a las entidades financieras para que “cuando se concluya que un acreditado se encuentra en situación de probable impago, este se clasificará como dudoso”. Para el supervisor bancario, es muy importante que los bancos diferencien claramente entre “aquellos acreditados que, debido a los confinamientos decretados por el Gobierno, están atravesando dificultades puntuales de liquidez, pero cuentan con negocios viables, de aquellos otros que tienen problemas fundamentales de solvencia”. Para estos últimos casos, su mensaje es claro: “Las directrices de las moratorias son claras: los bancos no deberán retrasar la clasificación como dudoso, ni el reconocimiento de pérdidas”.