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El Servicio de Empleo acentúa su colapso pese al aumento de plantilla

El tiempo de tramitación de la prestación por desempleo se ha multiplicado por seis

La Comunidad de Madrid suspende la atención presencial en su red de Oficinas de Empleo
La Comunidad de Madrid suspende la atención presencial en su red de Oficinas de EmpleoCristina Bejarano

El primer capítulo de esta terrible pandemia pilló desprevenidos a todos los servicios públicos, ya fueran sanitarios, sociales o administrativos, y dejaron al descubierto unas deficiencias que se han subsanado solo en una pequeña parte en plena segunda ola. Mientras la llegada de material y de medios a la Sanidad han elevado su capacidad ante las emergencias, no ha sido así en el caso del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), que sigue acentuando el colapso en su capacidad de tramitación de expedientes y prestaciones, relacionadas sobre todo con los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y el desempleo. Éstos se amontonan casi una semana sin que puedan ser reconocidos. En algunas delegaciones –como la de Barcelona–, algunas solicitudes pueden llegar a tardar hasta tres meses en tener una resolución, según denuncian los sindicatos.

A pesar de que el Ministerio de Trabajo ha reforzado las plantillas de muchas de sus oficinas y de su sede central en Madrid, el número de incorporaciones sigue siendo del todo insuficiente a tenor de los datos. Tanto el Ministerio de Trabajo como el de Seguridad Social han firmado varios contratos –hasta seis encomiendas– con la empresa semipública Tragsa, que ha logrado parchear la situación, pero está lejos de solucionarse. Según UGT, el personal del SEPE soporta un incremento de su carga de trabajo de hasta un 600% más desde el mes de marzo, con «picos que han superado incluso el 800%».

Y los propios datos del Ministerio de Trabajo así lo corroboran. Por ejemplo, el plazo medio para el reconocimiento de una prestación de desempleo ha pasado de poco más de un día (1,3) justo antes del inicio de la crisis sanitaria a 5,98 días durante septiembre –el último mes contabilizado–, lo que significa que se ha multiplicado casi por seis durante la pandemia. En concreto, este plazo medio ha ido creciendo exponencialmente, y ni siquiera el aumento de personal ha conseguido rebajarlo. Así, ya se elevó a 2,73 días en abril; siguió al alza en mayo, con 2,77 días; disminuyó mínimamente a los 2,72 en junio, pero volvió a dispararse en los siguientes meses de verano, en julio (3,21), agosto (4,6) y finalmente septiembre (5,98).

Y las previsiones hasta final de año no son muy halagüeñas. Los agentes sociales han advertido de que los ERTE y los despidos van a crecer sin control si no se superan las restricciones y los confinamientos, además de porque la esperada campaña de Navidad no logrará sostener el maltrecho equilibrio de sectores tan importantes como el turismo, el comercio o la hostelería. Hasta 3,5 millones de trabajadores se vieron cubiertos por los ERTE en los peores momentos de la primera ola y al cierre de octubre se contabilizan todavía casi 800.000, entre ERTE «nuevos» y «viejos». Si a esto sumamos que el paro registrado se ha incrementado en 580.000 personas desde febrero, la situación del SEPE dista mucho de estar controlada. Y puede ir a peor.