Los efectos de la pandemia
El año más amargo de las “chuches”
El sector de las golosinas cerró 2020 con caídas de facturación de entre el 30 y el 50% y espera que el fin de las restricciones impulse sus ventas
Es tradición en las procesiones de Semana Santa de Murcia que se repartan caramelos y chucherías entre los más pequeños. Pero este año, como el pasado, la pandemia del coronavirus ha impedido que los pasos salieran a las calles y no ha habido el tan ansiado reparto de dulces entre los niños. Las restricciones a la movilidad introducidas para frenar el coronavirus, que vivieron su punto álgido con el confinamiento de la pasada primavera, han hecho mucho daño a la venta de “chuches”. “El tráfico de gente por las calles bajó -hasta desaparecer durante las semanas de encierro- y con ello se frenó también el impulso, que es la principal palanca que motiva las compras de chucherías”, explica Rubén Moreno, secretario general de Produlce, la patronal del sector.
La venta de “chuches” está muy ligada al niño que pasa por delante de una tienda de dulces y arrastra a su padre o madre a su interior para comprar un regaliz, una nube o unas gominolas. Y eso, con la pandemia, se ha frenado, en especial el año pasado. “La gente trató de minimizar los riesgos. Prefería no entrar en las tiendas pequeñas a comprar este tipo de productos. Y ese tipo de establecimientos son fundamentales para la venta de chucherías”, pues copan el 60% de las ventas de estos artículos, explica Moreno.
Caída de facturación
Trasladado a los resultados económicos, esta caída de ventas se tradujo el pasado ejercicio en un retroceso de la facturación de las compañías que se dedican a la producción de estos artículos de entre el 50% y el 60%, según los cálculos de Produlce. A pesar de lo cual, añade Moreno, todos los productores han aguantado el tirón y ninguno ha echado el cierre. Algo que, lamenta, no ha pasado con muchas de las 100.000 pequeñas tiendas que antes de la pandemia vendían este tipo de productos.
La esperanza del sector para recuperar los niveles previos al coronavirus, como la de toda la economía en general, está depositada en que según se vaya recuperando la normalidad y las restricciones a la movilidad vayan desapareciendo, esta compra de impulso se vaya recuperando. Aunque, como dice Moreno, realizar proyecciones es “una locura” en la situación actual, lo que sí tienen claro es que un verano “relativamente normal”, en el que la gente pudiera salir a la calle, viajar, sería fundamental para recuperar las ventas de productos dulces. “El consumo de indulgencia mejoraría porque es un momento de descanso, de relax. En verano, por este motivo, suele aumentar la venta de gominolas”, explica.
Para la venta de productos como las “chuches”, el online no es una alternativa como pueda serlo para otros sectores de la distribución. En épocas normales, apenas representa el 2-3% de su facturación porque, como explica el director general de Produlce, “es un canal que no nos beneficia. Tradicionalmente, las ventas de chucherías son por impulso y las compras en internet suelen ser más planificadas”, explica.
El resto de categorías del sector han sorteado al coronavirus con más fortuna que las chucherías. Productos como las galletas, la pastelería, la bollería o la panadería envasada, crecieron en ventas durante el confinamiento al ser consideradas compras de aprovisionamiento, con aumentos que han oscilado entre el 3% y el 7%, explica Moreno. Otros como los chocolates o las propias chucherías, considerados artículos de indulgencia, sufrieron caídas porque hasta los propios supermercados los dejaron fuera de que consideraron productos básicos para esos momentos.
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