Covid-19

Vuelta a casa por la crisis: solo el 15,8% de los jóvenes estaban emancipados en 2020, el peor dato desde 1999

El Consejo de la Juventud de España denuncia que el Gobierno ha excluido a este colectivo del escudo social contra la Covid. La difícil inserción laboral, el elevado riesgo de pobreza y el abandono institucional componen la receta del desastre

España pierde casi 950.000 empleos desde mediados de marzo por el COVID-19
La Seguridad Social perdió 947.896 afiliados desde que comenzó la crisis del COVID-19 EFE/Rodrigo JiménezRodrigo JiménezEFE

2008 y ahora 2020. Los jóvenes han vuelto a ser los más castigados por esta nueva crisis sin haberse recuperado aún de la anterior. La reactivación económica de verano de 2020 no fue capaz de salvar un semestre en el que se alcanzaron tasas de paro, inactividad y emancipación históricamente malas para este colectivo. El Observatorio de Emancipación del segundo trimestre de 2020 destaca que el año pasado se cerró con solamente el 15,8% de las personas jóvenes emancipadas en España, el peor dato desde 1999. El escudo social desplegado por el Gobierno español para luchar contra la Covid ha fallado a los jóvenes. El Consejo de la Juventud de España señala que el Ejecutivo no ha respondido con suficiente contundencia al impacto socieconómico que ha supuesto esta crisis para los jóvenes. Un ejemplo de ello es la exclusión de este colectivo del Ingreso Mínimo Vital (IMV) sin ningún tipo de justificación, un trato discriminatorio que el Consejo tacha de inconstitucional en un análisis jurídico.

Las elevadas tasas de paro juvenil sostenidas en el tiempo, la difícil inserción laboral y la incertidumbre lastran desde hace años las expectativas vitales de la mayoría de las personas jóvenes. Esto se ha visto reflejado en una persistente reducción de la tasa de actividad, ya que poco más de la mitad de las personas jóvenes en España (52,2%) se podría considerar «activas» laboralmente en el cuarto trimestre de 2020. En relación con esta reducción, cobraba especial relevancia el aumento en la proporción de personas jóvenes potencialmente activas que no buscan empleo (pasando del 1,9 % al 3,6 % en el último año).

Sin trabajo o con contratos temporales y parciales

Los datos de paro juvenil se situaban en un 30,2% en el segundo trimestre de 2020, cuyo aumento fue el doble que en el resto de edades. Además, la inactividad también subió hasta situarse en una cifra récord, un 52,1% entre las personas de 16 y 29 años. Esta subida escondió parte del crecimiento del paro.

La juventud, que no era la destinataria típica de los ERTE, también fue el colectivo de edad más afectado con un 29,6%, frente a un 23,9% del resto de la población, al trabajar en los sectores más dañados como la hostelería y el comercio. Respecto al salario medio, en el segundo trimestre del 2020 era de 973 euros mensuales netos, cuando en el cuarto trimestre de 2011, en plena crisis económica era de 1.025,70 euros al mes.

Otro efecto del impacto de la pandemia sobre los jóvenes han sido las elevadas tasas de parcialidad y temporalidad. En el último trimestre de 2020, el 52,1% de las personas jóvenes asalariadas tenía contratos temporales. De hecho, el 92% de los nuevos contratos que se firmaron en el segundo semestre de 2020 eran de carácter temporal. Además, entre las personas ocupadas se produjo una acusada reducción de las horas trabajadas con un aumento de la tasa de parcialidad (26,1%) en el segundo semestre de 2020, que se reflejó también en quienes trabajaban a tiempo parcial de manera involuntaria, al no encontrar un trabajo a tiempo completo aun teniendo disponibilidad para ello.

4 de cada 10 están sobrecualificados

Repartidor de comida rápida, camarero los fines de semana, azafato esporádico en eventos, dependiente a jornada partida. Esos son algunos de los puestos que nos vienen a la cabeza al pensar en jóvenes trabajadores y que desgraciadamente aceptan al no encontrar un trabajo a tiempo completo en su sector. En el segundo semestre de 2020 más de 4 de cada 10 personas jóvenes con estudios superiores terminados se encontraba ocupando un puesto para el que estaban sobrecualificados. Además, el 16,3% de las personas jóvenes con empleo se encontraba en condiciones de subocupación. Es decir, trabajaban menos horas de las que realizan otras personas en categorías similares, estando disponibles para hacerlo. Esta tasa subió 2,3 puntos porcentuales con respecto al primer semestre de 2020 y eran las mujeres quienes reflejaban una mayor incidencia de la subocupación, la cual afectaba al 18,7% de ellas.

El paro, la temporalidad, la parcialidad, la subocupación, la difícil inserción laboral, la incertidumbre y el abandono institucional componen la receta del desastre y sitúa a las personas de entre 16 y 29 años como el colectivo con mayor riesgo de exclusión social o pobreza (31,7%), superando por un 5,5% a las personas de 45 a 64 años, Según la Tasa AROPE de 2019. Esta tasa también pone de manifiesto que una de cada cinco personas jóvenes con un empleo (el 20,2%) se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social.

Fuente: Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España. Balance general del segundo trimestre de 2020
Fuente: Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España. Balance general del segundo trimestre de 2020Observatorio de Emancipación

Crisis habitacional

La otra crisis que sufren los jóvenes es habitacional. Como resultado de la irrupción de la pandemia, el año 2020 se cerraba con solamente el 15,8% de las personas jóvenes emancipadas en España, el peor dato desde 1999, más de dos décadas atrás. Esta tasa ha caído tres puntos en solo un año, desde el 18,5% de 2019. “En cuanto a los datos de vivienda, si bien ha habido una tímida bajada en el precio del alquiler, algo que disminuye muy levemente la presión de la juventud para poder sufragar este gasto, este hecho no ha tenido efectos en la tasa de emancipación que sigue bajando”, apunta el informe.

La Encuesta Continua de Hogares (ECH) de 2020 publicaba por el INE revelaba que, tras tres años de cierta estabilización, había aumentado notablemente la proporción de personas de 25 a 29 años que «vivía con sus padres o alguno de ellos», del 52,8% de 2019 al 55% de 2020.

La edad estimada media en la que, según Eurostat, las personas jóvenes abandonaron el hogar familiar en España en 2020 se situó en los 29,8 años (edad solo superada, en la Unión Europea y los países candidatos para incorporarse a ella, por Croacia, Macedonia del Norte, Serbia, Eslovaquia, Malta, Italia, Portugal y Bulgaria).

Condenados a vivir de alquiler

El régimen de tenencia de la vivienda de las personas emancipadas de entre 16 y 29 años también es un claro reflejo de su capacidad para asumir un pago continuo y regular de una hipoteca o alquiler. En concreto, en 2020 el 11,9% de los jóvenes emancipados residía en una vivienda cedida, el 11,7% en una propiedad totalmente pagada (lo que incluye las herencias y las donaciones intrafamiliares), solo el 18,8% estaban pagando una hipoteca y el 57,5% restante vivían de alquiler. La fórmula del alquiler es la más popular pese a ser en la mayoría de los casos más costosa que adquirir una vivienda, debido a las dificultades que tienen los jóvenes para acceder a una hipoteca, al no tener suficientes ahorros y no cumplir los exigentes requisitos que piden los bancos.

Por comunidades, las regiones donde la tasa de emancipación residencial de la población de 16 a 29 años se situó entre el 19% y 21% solo fueron Extremadura, la Comunidad Valenciana, Cataluña y las Islas Baleares. Mientras, el resto de las autonomías de España tenían un porcentaje inferior al 17% en el último trimestre de 2020.

Carga extra para las familias

La falta de ayudas para esta franja de edad supone también una carga extra para las familias que, pese a estar en muchos casos al límite de sus posibilidades, deben hacerse cargo de darles cobijo y comida hasta que puedan volver a ser independientes. Para poner fin a la desprotección que sufren los jóvenes crisis tras crisis, el Observatorio de Emancipación considera necesario reformular el Estatuto de los Trabajadores como primer paso para dejar atrás las altas tasas de precariedad que sufren en su mayoría las personas jóvenes. Para acabar con el paro estructural y aumentar la calidad del empleo, apuesta por una reindustrialización, verde y digital apoyada por los fondos de recuperación procedentes de la UE.