Análisis

¿Por qué la inflación no afecta a la inversión de los mercados bursátiles?

Los mercados actúan con optimismo porque el dato de inflación en EE UU no ha rebasado la barrera psicológica del 7%

En términos intermensuales, las subidas de precios fueron generalizadas
En términos intermensuales, las subidas de precios fueron generalizadasMadla HartzEFE

Los precios en EE UU están subiendo a un ritmo no visto en 40 años: el 6,8% interanual. Acaso se piense que la responsabilidad de este incremento reside únicamente en la energía, pero no: en términos intermensuales, las subidas de precios fueron generalizadas –no se concentraron en unos pocos componentes del IPC– y, de hecho, la inflación subyacente –la que excluye el precio de los alimentos y de la energía– ya alcanza el 4,9% –la más elevada desde 1990–.

Sin embargo, el pánico no está cundiendo en los mercados, los cuales reaccionaron en un principio con cierto optimismo porque el dato no rebasó la barrera psicológica del 7%. Hasta cierto punto que no esté habiendo un pánico ni en el mercado bursátil ni en el mercado inmobiliario es comprensible: la vivienda y ciertas acciones pueden actuar como defensas frente a la inflación. Los precios de los inmuebles tienen a revalorizarse con la inflación y lo mismo ocurre con las acciones de aquellas compañías cuyos productos se encarecen. Pero más extraño es lo que está ocurriendo en el mercado de bonos: el tipo de interés del bono estatal a 10 años apenas se ubica en el 1,5%, lo que significa que ahora mismo los bonos están enfrentándose a un rendimiento real del -5%.

¿Por qué motivo los inversores siguen comprando bonos al 1,5% si los precios están aumentando al 6,8%? La explicación no puede ser (sólo) que la Reserva Federal sigue comprando deuda pública a tipos ventajosos: si el resto de inversores estuvieran liquidando sus títulos en masa, la Fed debería incrementar muy sustancialmente su escala de compras para mantener los tipos de interés atados a esos niveles tan bajos. Y eso no está sucediendo: son los inversores privados, pues, quienes se conforman con una rentabilidad nominal del 1,5% a pesar de que la inflación roce el 7%. Asimismo, la explicación tampoco puede ser que los inversores anticipen una fuerte subida de tipos de interés que modere la inflación, puesto que en tal caso los tipos presentes anticiparían la subida de tipos futuros. No, las explicaciones para esto sólo pueden ser dos.

Primero, puede ser que los inversores anticipen que la actual inflación no va a durar mucho más debido a que los famosos cuellos de botella se solventarán, de modo que pronto alcanzaremos una cierta estabilidad de precios. Pero esa explicación no parece del todo completa: si los cuellos de botella se solucionaran, experimentaríamos un fuerte crecimiento económico que debería impulsar al alza los tipos de interés reales y eso no está sucediendo.

Una segunda opción es que los inversores estén anticipando un hundimiento del precio del resto de activos reales o financieros, lo que llevaría a muchos, por prudencia ante lo que pueda suceder, a buscar refugio en el mercado de bonos aun cuando ahora mismo esté abonando rentabilidades tan negativas. No sólo eso: si el precio del resto de activos de la economía se hundiera, entonces el efecto empobrecimiento daría pie a una contracción del gasto privado que moderaría los precios. Los bajos tipos de interés, pues, pueden reflejar las expectativas de que haya un colapso en el precio de los activos. ¿Hay motivos para pensar que puede ser así? Por desgracia, sí: la sobrevalorización inmobiliaria se halla en máximos históricos y la sobrevalorización bursátil también está cerca de esos máximos históricos.

Por consiguiente, los bajos tipos de interés en EEUU no tienen por qué anticipar un final feliz de la inflación: quizá la inflación termine porque llegue algo peor.