Las empresas han apostado por desarrollar productos alternativos a la carne tradicional

Carne 4.0, del laboratorio a la mesa

El sector agroalimentario abraza la tecnología para satisfacer la demanda creciente de proteínas y en busca de una producción más sostenible. Las «Foodtech» españolas, a la vanguardia de la investigación

La literatura de ciencia ficción ha presentado con frecuencia mundos distópicos en los que la Humanidad se alimenta a bases de hongos cultivados en contenedores, insectos e, incluso, animales producidos en laboratorios. Universos imaginarios que, sin embargo, actualmente, no está tan lejos de hacerse realidad. Y es que el sector agroalimentario se enfrenta a no pocos desafíos, que se desprenden de posibles crisis alimentaria, ante una población mundial que no deja de crecer, y de los retos derivados de la sostenibilidad. Como consecuencia de ello, el sector ha abrazado la tecnología en busca de nuevos desarrollos que le permitan hacer frente a las nuevas demandas de la sociedad, y que están siendo especialmente relevantes en el campo de la investigación para obtener proteínas alternativas a las tradicionales que contiene la carne o los mariscos.

Cada año se producen más de 300 millones de toneladas de carne para el consumo por un valor de casi 1,4 billones de dólares. Sin embargo, la FAO estima que la demanda mundial de la misma aumentará en un 70% para 2050 (seremos 10.000 millones de personas), considerando, además, que los métodos actuales de producción no son sostenibles.

Las conocidas ya como «Foodtech» están dibujado un nuevo horizonte a la hora de conseguir un sector que pueda producir proteínas adicionales, a la vez que mejora el uso de recursos naturales como la tierra y el agua, buscando reducir la emisión de gases de efectos invernadero, perfilando de esta manera lo que ya es una revolución imparable en la industria agroalimentaria.

En los lineales de los supermercados, ya se puede encontrar varios productos alternativos a la proteína de la carne tradicional. En este sentido, la consultora Bright Green Partners ha identificado cuatro opciones: productos plant-based, elaborados a partir de proteínas vegetales, como guisantes, garbanzos, quinoa o soja; los fermentados, confeccionados a partir de la fermentación de microorganismos, como los hongos, las bacterias y las levaduras; la carne cultivada en laboratorios, que crea productos basándose en células, sin necesidad de usar animales, y también los híbridos veganos, que son una combinación de los distintos puntos anteriores e, incluso, productos elaborados a base de harina de insectos, una de las que grandes fuentes de proteínas en el futuro.

En España, el mercado de la carne mueve unos 27.000 millones de euros al año, de los aproximadamente 100 millones corresponden a estas alternativas. Zyrcular Foods nació hace dos años tras identificar sus responsables un nicho de mercado que demandaba este tipo de productos. En su planta BRM Protein Site, a las puertas del Montseny, en Barcelona (la única certificada por el Food Valley en el Sur de Europa, un clúster de empresas internacionales que tratan de generar sinergias entre empresas innovadoras en el campo de la alimentación), investiga y desarrolla fuentes de proteínas alternativas. Actualmente, Zyrcular Foods comercializa bajo su marca Amara productos de plant- based. También distribuyen Beyond Meat y los alimentos de micoproteína de Quorn en exclusiva en España, además de desarrollar productos para terceros. Desde la compañía apuntan a que están atentos a todas la innovaciones del sector para incorporarlas cuando sea preciso. «A día de hoy, las proteínas vegetales y la micoproteínas (derivadas de hongos) ya constituyen un mercado real. Sin embargo, la investigación va más allá, con el desarrollo de productos elaborados a base de harinas de insectos, fermentaciones o carnes celulares», explica Santiago Aliaga, CEO de Zyrcular Foods.

El informe «Cultivated meat: Out of the lab, into the frying pan» («Carne cultivada: del laboratorio a la sartén»), elaborado por McKinsey, calcula que solo el mercado de la carne cultivada podría alcanzar los 25.000 millones de dólares (21.000 millones de euros) al final de la década, llegando a producir 2,1 millones de toneladas, lo que representa el 0,5% del volumen total consumido en el mundo. Otros estudios, como el informe de IDTechEx «Cultured Meat 2021-2041», van más allá y hablan de que en 2030 la cuota de mercado de esta carne de laboratorio, producida a partir de células de animales vivos, alcanzará el 30%. El interés que despierta esta nueva industria también se evidencia en el hecho de que, desde 2015, se han recaudado más de 600 millones de dólares en financiación, pasando de tan sólo cinco empresas dedicadas a investigar y desarrollar carne celular a medio centenar.

Lo que hasta hace poco tiempo se encontraba en el ámbito de los laboratorios, hoy, están más cerca que nunca de llegar a la mesa. De hecho, los clientes del restaurante 1880 de Singapur ya pueden degustar unos «nuggets» de pollo elaborados con carne celular. El país asiático se ha convertido así en el primero en el mundo en autorizar este tipo de productos, algo que, en breve, también podrían regular las autoridades de Estados Unidos, donde la startup Eat Just está liderando el desarrollo de esta carne real 4.0. Y es que, bajo un microscopio, el tejido cárnico que lo componen es indistinguible del que proviene de una vaca, un cerdo o un pollo.

Israel es otro país en el que se espera se aceleren los procesos de aprobación, y donde la compañía Future Meat Technologies ya ha inaugurado la primera instalación de carne cultivada a escala industrial.

Pero no hay que ir tan lejos para encontrar carne cultivada. En San Sebastián, BioTech Foods está aplicando la ingeniería de tejidos, utilizada tradicionalmente en medicina, al campo de la alimentación. La compañía nació en 2017 tras un estudio de viabilidad económico y técnico sobre las necesidades de fuentes alternativas de proteínas para responder a un problema mundial, como la necesidad de establecer un sistema alimentario más equilibrado que el actual.

«En BioTech Foods, trabajamos en el cultivo de células de animales para producir proteína de carne saludable y de alto valor biológico, de una manera eficiente y sin necesidad de sacrificio animal. Para conseguir un sistema alimentario más equilibrado, necesitamos buscar alternativas que hagan un uso más eficiente de los recursos a través de la ciencia y la innovación. Su desarrollo es tan necesario como el uso de renovables para reducir la huella de carbono», expone Íñigo Charola, CEO de la compañía.

Recientemente, BioTech Foods ha llegado a un acuerdo con JBS (se ha hecho con una participación por valor de 36 millones de euros), de manera que las dos empresas han unido sus fuerzas para impulsar el desarrollo de carne cultivada en el mercado. De esta forma, JBS tendrá acceso a las tecnologías y producción de BioTech, y ésta tendrá la capacidad industrial, la estructura de comercialización y los canales de ventade JBS, el mayor productor de carne del mundo, para hacer llegar su producto a más de 190 países. Además, esta alianza permitirá construir la primera planta de producción de carne cultivada a base de proteínas de España y una de las primeras del mundo (solo EE UU, Holanda e Israel están desarrollando instalaciones similares). «La alianza con JBS sitúa a BioTech entre los cuatro proyectos de mayor dimensión del mundo. España es una potencia en el sector de la alimentación y tener capacidad de desarrollar esta tecnología en nuestro país será un paso decisivo para afianzar el liderazgo», añade Charola. Y es que el «Footech» español es el quinto con mayor inversión de Europa (695 millones en 2021), tras Alemania, Reino Unido, Francia y Países Bajos, unos fondos que ha aumentado un 220% con respecto a 2020 y un 101% en relación a 2019.

BioTech Foods ha recibido una financiación de 2,7 millones de la Comisión Europea para su proyecto Meat4All, y lidera la parte tecnológica de Culturedmeat, una iniciativa formada por ocho compañía que ha recibido la subvención del Ministerio de Ciencia, a través del CDTI, de 3,7 millones de euros para el desarrollo de productos cárnicos más saludables. En el proyecto, también participan Argal y Martínez Somalo, que se encargaría de los productos finales; Neoalgae, BTSA, BDI Biotech, como proveedores de los nutrientes para el desarrollo celular, y DMC Research y Agrowingdata, consultora de bigdata.

Para Martínez Somalo, es muy importante formar parte de este proyecto, ya que fuentes de la compañía pronostican que la carne cultivada va a suponer una verdadera revolución para el sector, aunque convivirá con la carne de elaboración tradicional.

Pese a los avances, aún habrá que esperar un tiempo para que la carne celular llegue a la mesa de los españoles, especialmente por un tema de regulación, aunque también de precio. «Los países asiáticos van un paso por delante, pero por una cuestión de necesidad, debido al crecimiento acelerado de sus poblaciones. Por ello, son los más proclives a adaptar estos productos a sus legislaciones. El capital ya se está invirtiendo y hay vientos que soplan a favor de este tipo de proteínas, pero aún quedan muchos retos para que sea una alternativa, empezando por la propia regulación. Además, actualmente, las producciones son muy pequeñas, por lo que el precio no es para nada competitivo. Sí que es cierto que el clientes está cada ver más concienciado por su salud, el medio ambiente y el bienestar animal, pero todos los cambios llevan su tiempo», destaca Aliaga.

La Unión Europea tiene una de las vías de regulación mejor definidas del mundo, ya que la carne cultivada se menciona explícitamente en el «Reglamento sobre nuevos alimentos» o « Novel Food». Según ha explicado a La Razón la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés), el organismo europeo no ha recibido ningún tipo de petición para comercializar esta variante de carne en la UE, por lo que es difícil vaticinar cuándo puede convertirse en una realidad cotidiana en los hogares de los Veintisiete, informa Mirentxu Arroqui. De momento, la Comisión Europea ha financiado con 2 millones de euros de los fondos Next Generation un proyecto de Nutreco en colaboración con Mosa Meat.

Pese a los plazos, lo que está claro es que es solo cuestión de tiempo que la carne cultivada dé el salto del laboratorio a la mesa.

Mark Post, director científico de Mosa Meat y creador de la primera hamburguesa celular
Mark Post, director científico de Mosa Meat y creador de la primera hamburguesa celularMosa MeatMosa Meat
“Queremos realizar una primera introducción en el mercado en dos años”
El profesor de Fisiología Vascular de la Universidad de Maastricht, Mark Post, presentó en 2013 la primera hamburguesa de laboratorio, la cual se generó directamente a partir de las células de la vaca, en lugar de criar y sacrificar un animal completo. Fue el resultado de años de investigación y el coste de producirla ascendió a 250.000 euros. El proyecto fue financiado por Sergey Brin, cofundador de Google, y, tras su éxito, se creó Mosa Meat, una compañía de la que Post es el director científico y en la que ha invertido el propio Leonardo Dicaprio, para comercializar esta carne cultivada a un precio competitivo.
«El propósito de la hamburguesa que presentamos en 2013 era mostrar que la ciencia es realmente posible. Pero el producto no era perfecto y su coste de producción era prohibitivo. Así, desde 2013, venimos trabajando intensamente en I+D con dos focos. En primer lugar, hemos estado mejorando el producto. Por ejemplo, la hamburguesa de 2013 no contenía grasa (que es importante para el sabor y la textura), por lo que hemos estado trabajando para agregarla. En segundo lugar, hemos estado trabajando en cómo pasar de la escala de laboratorio a un proceso industrial que, en última instancia, pueda producir hamburguesas a precios competitivos (y sin usar componentes derivados de animales en el proceso de producción, excepto las células iniciales). Paralelamente, hemos hecho crecer la empresa de solo dos fundadores a un equipo internacional formado por más de 80 científicos, ingenieros y desarrolladores de negocios», asegura un responsable de Mosa Meat.
La compañía se ha marcado como objetivo realizar una primera introducción en el mercado en los próximos dos años, aunque reconocen que es muy difícil comprometerse con un marco de tiempo particular porque todavía hay algunas incógnitas científicas y factores fuera de su control, como el proceso regulatorio. «La primera introducción probablemente será a pequeña escala, aunque nuestro objetivo es estar ampliamente disponibles en restaurantes y supermercados», apostillan.
Post creó la hamburguesa a partir de las células madre extraídas de los músculos del animal , recolectadas mediante biopsia (causándole un daño mínimo) para, después, reproducirlas de manera controlada, creciendo y formando un nuevo tejido muscular. «Si queremos proporcionar carne a la creciente población, necesitamos un método de producción más eficiente. Además, el ganado contribuye significativamente al calentamiento global a través de la liberación descontrolada de metano, un gas de efecto invernadero entre 20 y 30 veces más potente que el dióxido de carbono. Se prevé que la producción de carne cultivada podría generar emisiones de gases de efecto invernadero significativamente más bajas, ayudando a evitar las desastrosas consecuencias del cambio climático. Además, la carne cultivada podría resolver la próxima crisis alimentaria sin tener que sacrificar a miles de millones de animales para alimento cada año. La carne y los mariscos cultivados se pueden hacer a partir de una pequeña muestra de células sin necesidad de matarlos», concluyen desde Mosa Meat.