Energía
El mensaje «Winter is coming» («El invierno se acerca») se repetía una y otra vez en la famosa saga «Juego de Tronos» para referirse no solo a la llegada de la estación blanca, sino también a grandes amenazas que, en el caso de los Siete Reinos, se traducían en los espectrales caminantes blancos, que pretendía arrastrar a todo ser vivo a la oscuridad.
Europa también tiene ahora sus caminantes blancos (inflación, crisis energética y recesión) y su Señor de la Noche, que bien podría ser Vladimir Putin. Tras un verano –el primero postcovid que se ha podido disfrutar con cierta normalidad– en el que los europeos, como se diría coloquialmente, se han soltado la melena, el invierno en el hemisferio norte está a la vuelta de la esquina y, con su llegada, se incrementan las incertidumbres, especialmente las que tienen que ver con energía.
Rusia ya no se anda con remilgos. El portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Psekiv, ha adelantado que mientras los países occidentales no levanten la sanciones a Rusia, no enviará más gas a través del gasoducto Nord Stream, lo que ejerce aún más presión sobre unos precios que se encuentran en niveles máximos.
El valor de la energía en el Viejo Continente alcanza niveles nunca antes vistos. Los precios mayoristas de electricidad y gas han aumentado en algunos países hasta un 1.500 % con respecto al promedio de la década anterior. Por ejemplo, la electricidad con entrega en Alemania en 2023 ahora cotiza a 560 euros MWh, frente a los 40 euros MWh de antes de la crisis. Ni siquiera la «excepción ibérica» ha servido para contener los precios. Y es que desde que se comenzó a aplicar la medida, el pasado 15 de junio, el precio del megavatio de gas para el mercado eléctrico se ha incrementado casi un 190%.
Ante este panorama, no resulta extraño que esté empezando a cundir el pánico, y que desde las instituciones europeas se busquen fórmulas para abaratar por todos los medios un recibo de la luz que parece no tener techo y que tanto daño está infligiendo a ciudadanos y empresas. Una situación extraordinaria que requiere de medidas también excepcionales. Promovido por la presidencia checa de la UE, los titulares de Energía de los Veintisiete celebraron el pasado viernes en Bruselas un consejo de urgencia con el que desbrozar el camino hacia una nueva hoja ruta energética europea que logre contener la hemorragia abierta por la Guerra en Ucrania. A pocas horas de la cita, Úrsula von der Leyen, presentó la propuesta de la Comisión Europea, concretada en cinco iniciativas. Bruselas sugirió a los estados miembros topar el precio de compra del gas ruso; limitar los beneficios de los productores de electricidad a bajo coste, como las renovables, la nuclear y el carbón, que están registrando beneficios inesperados como consecuencia de esta crisis; introducir una contribución de solidaridad sobre las petroleras y gasistas que también se están anotando beneficios masivos; una reducción obligatoria del consumo eléctrico en los picos de demanda, y, por ultimo, una ayuda las compañías energéticas que se están enfrentado a problemas de liquidez derivada de la volatilidad de los mercados.
Pese a los esfuerzos, los expertos dudan que las medidas acordadas, que la propia Von der Leyen se encargará de dar a conocer el próximo martes, sirvan para hacer descender las tarifas. Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas, considera que la reforma del mercado eléctrico están dirigidas a corregir algunas de las disfunciones actuales del mercado, sobre todo para garantizar el suministro, pero difícilmente podrán servir para abaratar la electricidad. «Hasta ahora los gobiernos se habían resistido a cambiar el sistema (marginalista), ya que suponía un incentivo a invertir en renovables y contribuía a unificar el mercado, pero la urgencia ahora apremia, ya que Putin utiliza estratégicamente el suministro de gas a Europa ante un invierno que se prevé duro. Las medidas alejan el riesgo de interrupción del suministro, pero el precio se mantendrá inmune a las mismas, no pudiendo evitar un encarecimiento, como tampoco aislar a la economía del ‘’shock’' energético, por lo que la electricidad va a seguir subiendo».
Juan Luis Santos, profesor de Economía de la Universidad CEU San Pablo asegura que habrá que acostumbrarse a incrementos por un largo periodo de tiempo. «Si bien es ciertos es que ya no vamos a asistir a subidas tan intensas como las que hemos presenciado en los últimos meses, no lo es menos que el recibo continuará subiendo, aunque, eso sí, de una forma ya más moderada, en el entorno del 10% o el 20%», apunta. También descarta problemas de suministro, aunque todo dependerá de que el invierno no sea excesivamente frío en el Viejo Continente. «Si los próximos meses no son muy duros climatológicamente, habrá gas suficiente, ya que hay reservas y barcos disponibles para transportar gas licuado, lo que garantiza el suministro. Otra cosa es el precio que tenga que pagar», añade.
El mercado de futuros también avanza unos meses de subida del gas y, por ende, de la electricidad. OMIP, el mercado de negociación de futuros de OMIE, el operador del mercado ibérico de electricidad, revela incrementos a partir de octubre, que se intensificarán a final de año, y se mantendrá también en 2023.
La exposición al gas ruso no es la misma en todo Europa. Así, los países del este, como Hungría, Polonia, República Checa o Eslovaquia, pero también Alemania y Austria, son muy dependientes del gas ruso, en contraposición a otros, como España, donde el gas que consume llega de Argelia a través de gasoducto. Asimismo, importa Gas Natural Licuado (GNL), que llega por barco a las plantas regasificadoras, siendo Estados Unidos uno de sus principales suministradores.
Por tanto, en el seno de la UE conviven varias sensibilidades dependiendo de su realidad. Hasta ahora, la respuesta de los países de la UE ante las sanciones a Rusia había sido unánime y contundente, pero tibia, y también dividida, en lo referente a la energía. En este sentido, los expertos apuntan a que los acuerdos comunes de compra, ahorro y uso compartido de energía serán fundamentales para pasar el invierno de la mejor manera posible. Además, las pérdidas de producción, consecuencia del aumento del recibo de la luz, dependerá de si los mercados energéticos permanecen cohesionados o, por el contrario, fragmentados, lo que incrementaría las pérdidas de producción derivadas de la altísima factura eléctrica.
El objetivo al que aspira Bruselas, después de muchos cálculos, es a desconectarse por completo de la energía rusa en 2026. Sin embargo, el camino hasta conseguirlo no solo será arduo y arriesgado, sino también muy caro.
Formación de precio y el tope del gas
El mercado mayorista español de electricidad es marginalista. ¿Qué quiere decir? Pues que la última energía que entra en el «pool» para satisfacer la demanda es la más cara que, en el caso de España, suele ser procedente de ciclos combinados (es decir, la producida con gas natural), con lo cual es la que marca los ingresos de todas las tecnologías generadoras. Con el tope al gas establecido por los Gobierno de España y Portugal en 40 euros Mw/h, lo lógico es que la factura eléctrica experimentase un descenso, pero no es así. ¿Qué es lo que ocurre? Si bien el precio de la energía desciende por este tope, el del recibo no lo hace debido a que se ha establecido un mecanismo de compensación, ya que las centrales térmicas que producen con gas, no puede asumir el coste de generación que introduce el límite, ya que incurría en pérdidas. Así, esta compensación permite a estos operadores cubrir sus costes sin que ello influya en el precio de todo el mercado. El problema estriba en que tanto España como Portugal pactaron que fuesen los consumidores que se viesen favorecidos por esta medida los que asumiesen el coste. Los que tienen contratos fijos previos a aprobación no les afecta el nuevo mecanismo, aunque se irán incorporando a este sistema a medida que renueven los mismos.
SOS de la industria
Ferroatlántica, Acerinox, AtcelorMittal, Azuliber, Seat.... son solo algunos ejemplos de cómo la crisis energética está golpeando fuertemente a la industria. Y es que si los altos costes de la energía está poniendo en un brete a las familias, la situación para la empresas es de extrema gravedad, ya que una factura de luz disparada pueden suponer para muchas de ellas un certificado de defunción.
Las compañías más afectadas son, claro está, las que requieren de consumos más altos para su producción. Varias de ellas han retomado el curso anunciando medidas drásticas, que pasan por paros acompañados de Ertes, ante una factura de la luz desbocada, que hace inviable, de momento, el mantenimiento de su actividad.
Estos anuncios, que se están produciendo incesantemente desde que se inició la crisis, pero que ahora se están intensificando, puede ser el solo el aperitivo de lo que se avecina a partir del próximo otoño. Y es que, ante la actual coyuntura, producir les hace perder dinero.
Un situación insostenible para estas industrias, especialmente dependientes de la electricidad y del gas, que ven cómo los energéticos ya suponen el 75% de sus costes totales.
Hasta tal punto ha llegado la situación que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha visto forzado esta semana anunciar en el Senado medidas extraordinarias, como que el Ejecutivo extenderá a las industrias de cogeneración la compensación del tope del gas. De esta manera, se pretende a aliviar a sectores como el papelero, cerámico, textil, refino, químico, alimentario o el del automóvil.
El 20% del PIB industrial del país se fabrica con esta energía, que supone el 11% de la generación de electricidad nacional y que utiliza el 20% del consumo total de gas en España. En nuestros país, existen unas 600 plantas de cogeneración asociadas a empresas de diversos sectores, según datos de la Asociación española de cogeneración (Acogen). Este mecanismo permite producir calor y electricidad al mismo tiempo. Aunque se abastece también de gas, es un 30% más eficiente que el ciclo combinado.
A la espera de que la situación se reconduzca, las industrias está al límite. Azuliber, la filial del Grupo Pamesa, especializada en la fabricación de arcilla, anunciaba a la vuelta de las vacaciones un parón total de su actividad, así como de sus plantas de cogeneración, que se verá acompañada de un ERTE que afecta a 117 trabajadores. Y es que tal como aseguró el presidente de Pamesa, Fernando Roig, que el coste atomizado de una tonelada de arcilla se haya incrementado un 1.047% hace imposible continuar con la actividad.
También Ferroatlántica comunicó el pasado 30 de agosta la plantilla de la fábrica de Boo de Guarnizo, en Cantabria, que suspendía de forma indefinida la actividad de los dos hornos que tenía en funcionamiento, a la espera de un abaratamiento del precio de la energía.
Idéntica situación se ha repetido en Acerinox. La multinacional dedicada a la fabricación de aceros inoxidables también ha puesto en marcha un ERTE en la factoría de Los Barrios (Cádiz) que afectará a un total de 350 trabajadores .
También AcerlorMittal negocia un expediente de regulación de empleo temporal con los sindicatos ante la parada temporal del Horno Alto de su factoría en Asturias a finales de septiembre.
Estas compañías se enfrentan a una coyuntura sin precedentes. Este deterioro se evidencia, además, en un notable descenso del consumo energético (hay que tener en cuenta que este segmento representa casi la cuarta parte del consumo total). El Índice de Grandes Consumidores de Gas (IGIG), elaborado por Enagas, revelaba que el pasado mes de julio se produjo un descenso de la demanda del 32%.
Habrá que esperar, pues, a conocer qué efecto tienen las medidas que se han tomado en relación a la industria de cogeneración, y si estás son suficientes para que puedan retomar su actividad con cierta normalidad.
Contagio a las bolsas
El Ibex 35 arrastra en lo que llevamos del año una caída próxima al 10%, frente al 14% CAC-40 francés, y el 15% que se deja el Dax alemán, un índice mucho más industrial y, por tanto, más sensible al alza de los precios. Por su parte, el Euro Stoxx 50, que reúne a las 50 principales compañías de la zona euro por capitalización bursátil, arrastra un descenso del 18% desde el pasado mes de enero Bajadas que se han visto acentuadas en la ultimas sesiones por el temor a la escasez energética que se puede producir este invierno, después del anuncio de la paralización de Nord Stream.
Javier Urones, analista de XTB, considera que la crisis energética está afectando de múltiples formas a la evolución de la bolsa. «Desde un punto de vista microeconómico, las compañías que utilizan una gran cantidad de energía para desarrollar su negocio como pueden ser las industriales o de transporte, ven como este incremento de sus precios les obliga a reducir sus márgenes de beneficio o incrementar el precio final de sus bienes o servicios». No obstaste, el experto señala que la parte macroeconómica es la que más está afectando a los mercados financieros. «La falta de suministro genera, por un lado, que la inflación sigua alta y, por el otro, la posibilidad de que muchas compañías se vean obligadas a limitar o incluso paralizar su producción por el aumento de los precios.La alta inflación está obligando a los bancos centrales a subir los tipos de interés de una manera rápida y contundente con el objetivo de estabilizar los precios, que se encuentran en máximos de las últimas cuatro décadas y que gran parte de la subida se debe a los precios de las materias primas energéticas. El mayor temor de los inversores en estos momentos es que una inflación prolongada y un escenario de tipos altos nos lleve a un proceso de desaceleración que deprima la economía y reduzca considerablemente el consumo. Unas menores perspectivas de crecimiento obligan a revisar a la baja las valoraciones de las compañías cotizadas», concluye.