Economía
Derecho al paro para los fijos discontinuos: cuándo y cómo lo reconocen
La economía española afronta un otoño de incertidumbre, marcado por la mayor subida de precios en dieciséis meses y la creciente robotización del empleo, un fenómeno que ya avanza con fuerza en Estados Unidos
El futuro del mercado laboral podría estar escribiéndose ahora mismo al otro lado del Atlántico, y el guion no es precisamente halagüeño. En Estados Unidos, un gigante como Amazon ya ha puesto sobre la mesa un plan para sustituir medio millón de puestos de trabajo por robots durante la próxima década. Este movimiento anticipa un futuro no tan lejano en el que la automatización podría redefinir las reglas del juego también para la economía española.
De hecho, esta ola de transformación tecnológica amenaza con golpear con especial dureza a un colectivo ya de por sí vulnerable en nuestro país: los trabajadores más veteranos. La discriminación por edad, o edadismo, es una realidad que afecta a un abrumador 71 % de los mayores de 55 años, consolidándose como una barrera social considerable que complica enormemente su permanencia en el mercado laboral.
Además, la precariedad no es exclusiva de los perfiles de más edad. La situación de los trabajadores fijos discontinuos es otro claro reflejo de la inestabilidad. Aunque tienen derecho a cobrar el paro en sus periodos de inactividad, la duración de esta prestación depende del tiempo trabajado y, una vez que se reincorporan a su puesto, la ayuda es incompatible con cualquier otro empleo a tiempo parcial.
La inflación y la vivienda como telón de fondo
En este contexto de incertidumbre laboral, la presión sobre los bolsillos de las familias españolas se intensifica. El Índice de Precios de Consumo (IPC) se ha disparado hasta el 3,1 %, lo que supone la tasa más alta de los últimos 16 meses, un dato que agrava un panorama ya de por sí complejo. El encarecimiento generalizado del coste de la vida añade más tensión a la delicada situación de muchísimos hogares.
Por otro lado, las consecuencias de esta asfixia económica se manifiestan con crudeza en el mercado inmobiliario. Cada vez es más frecuente encontrar ofertas de venta de habitaciones individuales en lugar de pisos completos, una tendencia que no hace más que confirmar las crecientes dificultades de acceso a la vivienda para una parte importante de la población.
Asimismo, la economía española dibuja un retrato lleno de paradojas que invitan a la reflexión. Un ejemplo claro se encuentra en el sector turístico de Canarias, que si bien ha batido un récord de visitantes extranjeros, ha registrado de forma simultánea una menor ocupación hotelera. Este tipo de contrastes evidencia la complejidad de un modelo productivo que se enfrenta a desafíos de enorme envergadura.