Estados Unidos

EE UU, terreno «maldito» para las marcas extranjeras

Los escándalos salpican a los fabricantes en su conquista del mercado americano

Una bandera de EE UU se refleja en el logotipo de Volkswagen
Una bandera de EE UU se refleja en el logotipo de Volkswagenlarazon

La crisis de Volkswagen en Estados Unidos no es un hecho nuevo en la industria del motor, y menos en el país norteamericano. Hay varios antecedentes y, curiosamente, siempre se trata de empresas de fuera de EE UU que están asaltando el casi monopolio de ventas que tienen las tres grandes marcas americanas en ese país. Los grandes escándalos industriales nunca han cogido de lleno a las tres empresas de referencia: General Motors, Ford y Chrysler, ni a ninguna de sus marcas satélites. Pero curiosamente se dejan notar en empresas de fuera que logran hacerse con un trozo importante del pastel que supone el enorme mercado americano.

Así le pasó a la japonesa Toyota, que fabricaba automóviles con un nivel de calidad por encima de la media. En 2013, a raíz de una denuncia en EE UU, se vio obligada a llamar a revisión y modificar nada menos que ocho millones de unidades de su modelo Prius por supuestos defectos en el pedal del acelerador. El daño para la compañía fue terrible. Además de responder a unos costes desmesurados, supuso un desplome de las acciones del 18%, con un coste para los accionistas de 28.200 millones de dólares. Durante la crisis, Toyota dejó de vender 18.600 unidades por semana, con lo que el perjuicio en ventas fue de 80.000 unidades. A esto hay que añadir las inversiones para recuperar su prestigio ante la opinión pública. Toyota instaló su primera factoría en EE UU en los años ochenta e implementó un sistema de producción que fue un ejemplo de combinación de eficiencia y flexibilidad frente a las entonces obsoletas fábricas americanas. Utilizaba la mitad de espacio de fabricación, la mitad de horas de trabajo en ingeniería para el desarrollo de nuevos productos, la mitad de inversión en herramientas y daba mejores niveles de calidad. El sistema recibió las alabanzas del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y Toyota fue aumentando año a año su cuota en el competido mercado americano.

Pero el ejemplo de Toyota no es el único dentro de la industria del motor. Un tiempo antes, en el año 2000, cuando Firestone ya era parte integrante del grupo japonés Bridgestone, fue denunciada por deficiencias en la fabricación de la banda de rodadura de 6,5 millones de neumáticos destinados a los vehículos todoterreno. Curiosamente, la mayoría de estas ruedas habían sido montadas sobre modelos de la marca Ford, concretamente el Explorer, que no tenía ninguna responsabilidad sobre la materia, ya que era el producto suministrado por un proveedor. Los gastos de sustitución fueron de 350 millones de dólares, las acciones cayeron un 40% y hubo que provisionar 1.000 millones para hacer frente a posibles demandas.