Finanzas

El mapa financiero se encoge tras la implosión de las cajas

La Razón
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C. Ruiz

El medio centenar de entidades que existía antes de la crisis ha quedado reducido a tan sólo 14. Tras un 2015 estable, se prevén nuevos procesos de concentración.

En los último ocho años el sistema financiero español ha sufrido un proceso de transformación sin precedentes que ha encogido considerablemente el mapa bancario español. La adquisición por parte de CaixaBank del negocio minorista, de gestión de patrimonios y banca corporativa de Barclays en España y de Catalunya Caixa por parte de BBVA –ambas operaciones se firmaron hace ya dos años– fueron algunas de las últimas pinceladas sobre el lienzo en el que se plasma el nuevo mapa financiero. Un cuadro que aún está inacabado. O eso es, al menos, lo que pronostican los expertos.

Y es que prevén nuevos procesos de concentración dados los estrechos márgenes de la banca actual como consecuencia de la caída del crédito y de unos tipos de interés en el entorno del 0%. Así, el medio centenar de entidades que existían con anterioridad a la crisis, especialmente virulenta con el sector, han quedado reducidas a tan solamente 14. En este proceso de integración bancaria español, las cajas de ahorros han sido actores principales y los grandes damnificados. Su volumen de activos medios ha pasado de 29.400 millones de euros a apenas 1.000 millones, precisamente, el de las únicas dos entidades que mantienen intactas su naturaleza jurídica como cajas, las de Ontenyent y Pollença.

Bancarización

La excesiva exposición al ladrillo de las cajas se ha llevado por delante a un buen número de estas instituciones en un proceso de bancarización sin precedentes. La Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias, que entró en vigor en el último mes de 2013, obligaba a convertirse en fundaciones bancarias a aquellas entidades que superasen los 10.000 millones de euros en activos consolidados, es decir, la mayoría.

Junto a las cajas cuya actividad no se ha bancarizado, y a los bancos tradicionales, como Banco Santander, BBVA, Banco Popular, Banco Sabadell, y Bankinter, operan actualmente menos de una decena de grupos que se pueden considerar herederos directos de las cajas. Es el caso de Bankia, CaixaBank, Kutxa Bank, BMN, Ibercaja Banco, Liberbank, Abanca o Unicaja Banco.

El proceso de reestructuración se ha traducido en un saneamiento de las cuentas de estas instituciones, que actualmente representan el 43% del mercado financiero español, gracias al lavado de cara de sus balances, a lo que ha contribuido en gran medida el traspaso de sus activos tóxicos a la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de las Reestructuración Bancaria (Sareb), lo que les ha permitido reducir su exposición al mercado inmobiliario y mejorar su ratio de solvencia. Este proceso de concentración ha tenido repercusión directa en el número de oficinas, y, en consecuencia, en el número de empleados.

Las más de 40.000 sucursales bancarias que existían en nuestro país en 2.008 han quedado reducidas a tan sólo 12.000, lo que supone un adelgazmiento de envergadura, más del 30%, lo que supone la mayor reducción de toda la Unión Europea. Recientemente, Banco Santander ha anunciado que prescindirá de 450 oficinas, y BBVA ha comunicado también una importante reducción de su red en España.

El pasado año fue para la banca un ejercicio relativamente estable, en la que mejoró sus resultados y su solvencia. Los seis grandes bancos españoles –Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco Popular y Banco Sabadell– registraron un beneficio neto conjunto de 11.275,8 millones de euros en 2015, lo que supera en 10.503,1 (7,3 %) el beneficio obtenido un año antes, pese a que se han llevado a cabo unas mayores dotaciones de provisiones extraordinarias.

Pese a esta cierta tranquilidad, no son pocos los retos por delante, como su adaptación a las nuevas exigencias regulatorias, especialmente desde el punto de vista del capital. Basilea III recoge un cambio en la metodología de las provisiones. Además, el Mecanismo Único de Supervisión forzará a las entidades a atender a los requerimientos fijados por el Banco Central Europeo.El mapa financiero ha cambiado y, previsiblemente, continuará moviéndose para adaptarse a la nueva realidad.

Cajas rurales, las herederas

El testigo de la cajas de ahorros ha sido recogido por las cajas rurales. Estas instituciones, que han venido a cubrir la cuota de mercado dejada por las primeras en los territorios más pequeños, serán las próximas en afrontar un procesos de reestructuración. Se trata de un sector muy atomizado, que está formado por 73 cooperativas de crédito, que nacieron al calor de las cooperativas agrarias, y tienen una cuota de mercado aproximada del 5%. Las reformas alentadas desde el Gobierno las obligan a incrementar sus recursos propios, lo que también las forzará a unirse para ganar tamaño.

Las cajas de ahorros se erigieron como protectores del ahorro familiar y actuaron como agentes dinamizadores de los territorios en los que estaban presentes. Allí donde no llegaba el banco, estaba la caja. A través de su obra social reinvertían parte de sus beneficios directamente en la sociedad. Ahora, esta labor la desarrollan las cajas rurales.