
Vivienda
Estos son los trucos infalibles para poder pagar la entrada de un piso
Construir un colchón propio está dejando de ser un lujo para convertirse en una medida de prudencia de cara al futuro

Ahorrar para la entrada de un piso no requiere fórmulas sofisticadas, sino un pequeño sistema que se cumpla todos los meses. El pilar es separar el dinero destinado a la entrada del que se usa para vivir. Para eso, conviene abrir una cuenta de ahorros específica y tratarla como intocable: es el lugar donde se acumula el esfuerzo que acercará a la compra.
El segundo movimiento convierte el ahorro en un hábito automático: traspasar dinero a esa cuenta en cuanto se recibe la nómina. La cantidad puede variar de un mes a otro, pero el orden de los factores no cambia: primero se aparta la cifra marcada y después se gestiona el resto para los gastos cotidianos.
La planificación también cuenta. El presupuesto se hace con calendario en mano porque el año tiene baches y rectas. Hay periodos especialmente caros (acumulación de cumpleaños, Navidad y Reyes, viajes) y otros más suaves.
Otra regla que funciona es mover los caprichos al final de mes. No es prohibición, es orden: primero la meta, luego el gusto.
Con la ropa conviene un cortafuegos claro. Si una compra amenaza con obligar a sacar dinero de la cuenta de ahorros para cuadrar, mejor devolver la prenda. La moda admite marcha atrás; el avance hacia la entrada no.
Detrás de estos gestos hay una idea simple: conciencia de ahorro. En un contexto en el que nadie puede asegurar cómo será la jubilación del futuro, construir un colchón propio deja de ser un lujo para convertirse en prudencia. La diferencia entre sentirse atado o libre suele estar en esa cuenta aparte que no se toca y en un calendario realista que acomoda los gastos sin desmontar el plan.
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