
Empleo
La inflación deja sin efecto las subidas salariales desde 2018
Los precios han crecido un 2,5% por encima de los sueldos, por lo que se ha perdido poder adquisitivo. El IPC se incrementa tres décimas en junio hasta el 2,3%

La inflación al alza vuelve a la carga tras un impás de tres meses en el que subió menos que el año pasado. En junio, el «efecto verano» impulsó el IPC tres décimas por encima del registrado en mayo, hasta el 2,3%, por el encarecimiento de los carburantes y por el incremento progresivo del precio de los alimentos, por encima del que tuvieron en el mismo mes de 2024 en varios productos, sobre todo frescos, carne y pescado. No en vano, la inflación de la cesta de la compra repuntó tres décimas, hasta el 2,8%.
Este nuevo repunte agrava aún más la pérdida de poder adquisitivo de los hogares españoles, que han sufrido una merma media de 1.410 euros en el poder adquisitivo de cada trabajador desde 2018, año en el que llegó Pedro Sánchez al Gobierno, según calcula el Instituto Juan de Mariana. Esta pérdida ha sido provocada por la escalada acumulada de los precios y el efecto de la «progresividad en frío» provocada por la negativa de Hacienda a deflactar la inflación en el IRPF, lo que habría supuesto un «gravamen oculto» del 123% sobre las mejoras salariales obtenidas por los contribuyentes.
Desde 2018, la inflación ha subido un 22,5% y la subyacente un 20,1%, pero los salarios se han incrementado por debajo de este porcentaje, menos de un 20% de media, por lo que una vez se ajusta la inflación, los sueldos serían un 2,5% inferiores al índice general del IPC, con el consiguiente empobrecimiento de la renta per cápita de los hogares.
De este modo, España se mantiene a la cola de la renta per cápita de la UE. Desde 2018, la distancia que le separa de la media comunitaria creció hasta el 37%, con una grieta que separa ya ambos salarios medios en 1.000 euros mensuales. Son datos de Eurostat, que coloca a España como el quinto país con peor evolución en los últimos siete años.
Pes e todo esto, para el Gobierno de Pedro Sánchez la economía española va «como un cohete», al menos en las cifras «macro» –y no del todo–, pero las «micro», las que afectan a los bolsillos de los hogares, la situación es diferente. Las economías familiares no han evolucionado en la misma proporción. La brecha doméstica entre España y la Eurozona sigue creciendo. Y así lo constata Eurostat, cuyos datos determinan que el consumo individual per cápita
–referido al poder adquisitivo– no repunta en nuestro país respecto a las cifras prepandemia. La capacidad de compra de los hogares se sitúa en torno al 85% de la media de la UE, seis puntos menos que en 2019, cuando llegábamos al 91%, lo que coloca a nuestra economía entre las que más ha perdido en menor espacio de tiempo y la que peor evolución ha desarrollado. Aunque en economías similares también experimentaron descensos, estos no fueron tan acusados y por debajo de la media comunitaria. Por tanto, la brecha entre el PIB per cápita español y la de la Eurozona alcanza ya el 18%, según apuntan desde el IEE.
El Banco de España ya había advertido en sus últimos informes macroeconómicos anuales de esta brecha insalvable entre España y Europa por el PIB per cápita, determinando que este índice se encuentra un 17% inferior a la media de los países de la UE –en línea con las cifras del IEE–, una brecha que no se ha logrado nunca enjugar y que se disparó tras la pandemia. Esto ha llevado a que solo dos comunidades, País Vasco y Madrid, mantengan una renta per cápita superior a la media de la Unión Europea, cuando antes de la crisis de 2008 lo eran siete regiones españolas.
Y las perspectivas es que esta brecha continúe aumentando. El INE así lo atestigua, tras los datos de inflación publicados ayer. Así, la aceleración de la tasa general es evidente debido, principalmente, a los grupos de transporte por el citado encarecimiento de los carburantes para vehículos; a la vivienda, por el encarecimiento del gas y los combustibles líquidos; y a la cesta de la compra, por el comportamiento al alza de productos básicos como la carne, el pescado y las legumbres y hortalizas, que aumentaron su precio pero lo hicieron menos que el año pasado. En concreto, Funcas apunta que los alimentos no elaborados elevaron su inflación desde el 7,1% hasta el 8%, prolongando la tendencia alcista que mantienen desde finales del año pasado, amplificada por la normalización del IVA. 13 productos presentan una tasa superior al 3% y varias de ellas (huevos, carne de vacuno, frutas y carne de ovino y caprino), tasas de dos dígitos. Los productos energéticos, por su parte, se han encarecido un 2,1%, con lo que su tasa de inflación sube desde el -2,7% hasta el -0,5%.
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