Cargando...

Economía y bolsillo

Niño Becerra, economista, advierte sobre la catastrófica situación de los jóvenes: "es terrible"

El economista dibuja un panorama desolador para la juventud española

Frame 35.973333 de: Niño Becerra imagina un mundo con la renta básica en funcionamiento: "La marihuana se va a legalizar" Frame 35.973333 de: Niño Becerra imagina un mundo con la renta básica en funcionamiento: "La marihuana se va a legalizar"

La encrucijada para un joven español cualificado de entre 25 y 33 años es hoy dolorosamente clara: hacer las maletas en busca de un futuro profesional digno o resignarse a un mercado laboral que parece no tener un sitio para él. Esta disyuntiva, que marca a toda una generación, no es fruto de la casualidad, sino la consecuencia directa de un sistema económico que, sencillamente, ha dejado de necesitarlos. Se enfrentan a una elección forzada y amarga.

En el fondo de esta cuestión se encuentra el análisis del economista Santiago Niño Becerra, quien apunta a un problema estructural de la economía española. El país se ha especializado en un modelo de baja productividad, incapaz de generar puestos de trabajo de alto valor añadido. Este sistema, consolidado tras la crisis de 2007, perpetúa un círculo de empleo precario y salarios bajos que choca frontalmente con la alta preparación de las nuevas generaciones.

De hecho, para los que optan por quedarse en España, el panorama es desolador. La realidad es un laberinto de subempleo y contratos temporales que imposibilita cualquier proyecto vital a largo plazo. En este sentido, el diagnóstico de Niño Becerra, tal y como ha publicado en su perfil de X, es contundente al afirmar que "La situación de la población juvenil es terrible", describiendo una realidad que afecta a millones de personas que ven sus aspiraciones frustradas.

La vivienda como barrera insalvable

Por si fuera poco, a la precariedad laboral se le suma un obstáculo casi insuperable: el acceso a una vivienda digna. La crónica escasez de un parque público de alquiler a precios asequibles condena a una gran parte de la juventud a un callejón sin salida. La emancipación se convierte en una utopía, obligando a muchos a prolongar la estancia en el hogar familiar o a recurrir al piso compartido como única alternativa viable.

En definitiva, este escenario dibuja una brecha generacional de una envergadura notable. Al comparar el presente con el pasado, el resultado es demoledor. Las expectativas de futuro para un joven hoy son, en palabras de Niño Becerra, «infinitamente menores» que las que podía albergar una persona de la misma edad en 1975, un contraste que evidencia la magnitud del reto al que se enfrenta el país.