Opinión

Deuda: una hipoteca para varias generaciones

Lo único que sabemos hacer es darle a la manivela de la deuda, que no para de crecer situándose en el 113% del PIB

Monedas de dos euros
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Parece mentira que ya en enero del año 2022 en este mismo medio de libertad absoluta, señalase las claves para el devenir de los siguientes años, indicando que íbamos a depender de la capacidad de dirección de la economía española para acometer reformas reales y desarrollar condiciones de inversión ventajosas, para lo cual se debería contar con Europa, y controlar el ruinoso déficit de las administraciones públicas, en unos venideros años electorales por aquel entonces, que empezarían a preocupar más que la propia economía. Referenciaba la obligatoriedad de acoplarnos a la incertidumbre de estos años que tiene su parte fructífera, y la necesidad de acometer medidas drásticas con respecto a las cifras de paro reales y no maquilladas.

A día de hoy los problemas siguen siendo los mismos, las soluciones carentes, estériles, y los españoles mientras tanto y como señaló la propia OCDE más empobrecidos. Todo ello en un sinfín de consumos poco rentables, en el que enfrentan a los ciudadanos con juegos de trileros interesados para acaparar los poderes del estado, más de 40.000 millones de sobrecoste en un año en «política» y la rentabilidad de esa inversión no florece, no hay brotes verdes en ella. La propia administración, en cifra recatada, señala que existen 60.000 millones de euros en gastos superfluos unidos a una mejorable gestión, y lo único que sabemos hacer es darle a la manivela de la deuda, que no para de crecer situándose en el 113% del PIB, seguimos endeudando al país y sus ciudadanos con intereses ímprobos que hipotecan varias generaciones venideras.

Es el momento histórico y el lugar preciso para separar el binomio política y economía, como tantos otros se separaron a lo largo de nuestra historia. Necesitamos auténticos gestores que velen por la marcha de la economía y tomen decisiones al respecto con responsabilidad absoluta, y no difuminada, como la conocemos hasta ahora, estando en manos cautivas de inclinaciones espurias que luego ríen en restaurantes de mantel. Parece mentira… parece mentira que lo admitamos.

Víctor Fermosel es Profesor del EAE Business School.