Despido disciplinario

¿Te pueden despedir por hablar mal de tu empresa en público? Esto es lo que dice la ley

El artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores explica los casos en los que la empresa puede cesar el contrato de un empleado de manera disciplinaria

Un abogado laboralista explica cómo conseguir 10.000 euros extra en tu indemnización por despido: "Reclama por..."
Un abogado laboralista explica cómo conseguir 10.000 euros extra en tu indemnización por despido: "Reclama por..."Getty Images

Las relaciones laborales suelen deteriorarse poco a poco y muchas veces por causas que parecen menores en un primer momento. La rutina diaria puede generar una sensación de estancamiento, de hastío, que afecta al compromiso del trabajador y a la percepción que el empleador tiene de su desempeño. De esta suerte, cuando esta desconexión emocional se prolonga en el tiempo, es habitual que surjan tensiones que dañan la convivencia profesional y erosionan la confianza necesaria para que la actividad funcione con normalidad.

A este desgaste se suman prácticas que vulneran derechos básicos recogidos en el Estatuto de los Trabajadores. Un ejemplo frecuente es el contacto reiterado con el empleado fuera de su horario laboral, lo que puede atentar contra el derecho al descanso regulado en los artículos 34 y 37. También se producen conflictos cuando se cancelan vacaciones ya aprobadas sin causa objetiva, afectar al derecho reconocido en el artículo 38 o cuando se retrasa la nómina sin justificación, lo que incumple lo dispuesto en el artículo 29 sobre puntualidad en el pago del salario. Cada una de estas situaciones deteriora el clima laboral y puede derivar en disputas internas que afectan al rendimiento y a la motivación.

Cuando la relación laboral se convierte en un infierno

Asimismo, el problema se agrava cuando estas tensiones llevan a que ambas partes inicien trámites formales o incluso reclamaciones judiciales para resolver desacuerdos. El empleado puede sentirse sobrecargado por la asignación de tareas que exceden lo pactado o por decisiones arbitrarias del superior, mientras que la empresa considera que determinados comportamientos perjudican la productividad. Todo ello alimenta un caldo de cultivo que vuelve más frágil la relación entre contratado y contratante.

En este contexto de malestar generalizado es habitual que el trabajador exprese su descontento fuera del ámbito laboral. Comentarios espontáneos en redes sociales o en conversaciones públicas pueden parecer inofensivos, pero conviene comprender que estas manifestaciones no son ajenas al marco jurídico. El empleado puede no ser consciente de que ciertas declaraciones dañan la reputación de la empresa y generan un escenario de riesgo disciplinario que puede acabar en la pérdida del empleo.

¿Te pueden despedir por hablar mal de tu empresa?

La ley contempla esta posibilidad y responde a la pregunta de si un trabajador puede ser despedido por hablar mal de su empresa en público. El Estatuto de los Trabajadores establece en su artículo 5 el deber de actuar conforme a la buena fe y en su artículo 54 la posibilidad de extinguir el contrato cuando existe una transgresión de esa buena fe o un abuso de confianza. Si las críticas públicas atacan de forma significativa la imagen de la empresa o provocan un perjuicio económico o reputacional, el empleador puede considerarlo un motivo para un despido disciplinario.

No todos los casos se tratan de la misma manera y los tribunales valoran diversos factores. Se analiza si el trabajador ha recurrido a insultos o acusaciones falsas, si el comentario tuvo una amplia difusión, si produjo un daño real y si existían otras vías para canalizar su malestar. También se tiene en cuenta la protección del derecho fundamental a la libertad de expresión, que ampara opiniones críticas siempre que se mantengan dentro de parámetros razonables y no impliquen un ataque injustificado.

La importancia de medir tus palabras

Por ende, la posibilidad de despido existe, pero depende de la gravedad y del impacto de las declaraciones. La ley protege la libertad del empleado para expresar opiniones, pero también exige respeto hacia la buena fe contractual y hacia los intereses legítimos de la empresa. Cuando la crítica pública supera esos límites, la empresa puede considerar que se ha quebrado la confianza y optar por un despido disciplinario. Por ello, antes de hacer pública una queja conviene reflexionar sobre las posibles consecuencias y buscar vías internas de resolución que eviten un conflicto mayor.