Editoriales

Un partido unido, detrás de su líder

El PP, con Pablo Casado al frente, sabe que es posible vencer a las izquierdas

Si bien nadie debería buscar en una formación democrática de corte occidental, como es el PP, unanimidades a la búlgara, ello no significa que los ciudadanos, con independencia de su adscripción ideológica, tengan que aceptar como cierto el relato cainita que presenta la izquierda mediática y política de sus adversarios populares, sabedora de que los electores tienden a castigar las trifulcas internas en los partidos.

De ahí, que la inauguración, ayer, de la Convención Nacional del Partido Popular deba interpretarse como una enmienda a la totalidad del discurso pretendidamente divisivo de quienes advierten, con lógica aprensión, como muy probable la consolidación del crecimiento electoral de los populares bajo el liderazgo de un presidente como Pablo Casado, que cuenta no sólo con el respaldo rotundo de su partido, sino, y es lo más importante, con la intuición ilusionada de las bases de que es perfectamente posible derrotar a la conjunción de las izquierdas en las próximas elecciones a La Moncloa. No están, pues, de más ni las escenificaciones de la unidad de todos los pesos pesados del partido, especialmente, los barones regionales, ni las muestras de apoyo a un liderazgo que se reconoce como la expresión de la voluntad política de la formación que representa al centro derecha en España.

Pero, la Convención, en sus diferentes escenarios de una intensa semana, debe servir para reforzar el discurso de acción que, como señalan todas las encuestas, esperan la mayoría de los españoles frente a un Gobierno muy exigido desde el populismo y la voracidad fiscal de la extrema izquierda, por un lado, y, por otro, desde las agendas propias de unos partidos nacionalistas que ven en la debilidad parlamentaria del PSOE sus mejores bazas. Es un rearme y una consolidación de las propuestas que, probablemente, dada la reciente experiencia con las tácticas gubernamentales, tendrán que superar la prueba de fuego de una campaña electoral de más de dos años, los que restan hasta las próximas generales.

Tiempo que se antoja muy largo cuando se está en la oposición, pero que, a los efectos prácticos, no puede más que agudizar las contradicciones en el seno de un gobierno de coalición como el actual, cuyos socios miran de reojo el calendario, atentos al momento de fijar las posiciones propias. Pablo Casado, se vio ayer, cuenta con un partido unido y el PP con un líder consolidado. Ahora, hay que hacerlo bien.