Editorial

La reforma fiscal es inoportuna y nefasta

Se quejaba la ministra socialista de Hacienda, María Jesús Montero, de que sus socios en el Gabinete habían pecado de inoportunidad al traer a colación una propuesta de reforma fiscal que, en definitiva, consiste en subir otra vez los impuestos para recaudar 30.000 millones de euros más. No le falta razón a la ministra en el reproche, que, dicho sea de paso, ha sido recibido con muy malos modos por la secretaría general de Podemos y titular de Asuntos Sociales, Ione Belarra, aunque sólo sea porque el anuncio se ha producido en la recta final de la campaña electoral en Castilla y León, una región con un alto porcentaje de producción agropecuaria, cuya rentabilidad está al límite por el incremento de los costes de producción y el bajo nivel de los precios agrarios, y que mal puede asumir una nueva subida impositiva.

Afirma la ministra de Hacienda que lo más oportuno hubiera sido esperar a la conclusión del informe que está elaborando el comité de expertos elegido por el Gobierno, que es el que marcará las líneas de la nueva política fiscal, que debía haber estado listo para finales de enero, pero que está sufriendo retrasos en su elaboración por la posiciones internas confrontadas, que ya han llevado a la dimisión a dos de sus miembros. No parece, sin embargo, que sea este retraso lo que ha motivado la irrupción de los ministros de Unidas Podemos en el debate fiscal, sino el temor a que las conclusiones del citado comité, que se presumen de carácter más técnico que recaudatorio, no incluyan las subidas del IRPF y de los impuestos de sociedades que reclama la izquierda radical.

Por supuesto, no es que la parte socialista del Gobierno no esté por la labor de incrementar la presión fiscal, pero, de momento, se trataría de armonizar territorialmente la imposición patrimonial, además de articular nuevas figuras fiscales en el ámbito de la economía verde, las criptomonedas o la economía digital. Es decir, orillando las tres grandes fuentes de ingresos de Hacienda –IVA, IRPF y Sociedades–, que son, precisamente, sobre las que pretende operar Unidas Podemos.

No es, pues, lo más importante la discusión sobre la oportunidad o no del debate, sino la insistencia en seguir aumentando los impuestos que pagan los españoles, desde el argumento, meramente dialéctico, de que España tiene una baja presión fiscal relativa, que todavía es factible incrementar. No es así, al menos mientras la economía española no consiga remontar los daños producidos por la pandemia y, sobre todo, reduzca unos niveles de paro que son los más altos de la Unión Europea. En estas circunstancias, a las que habría que añadir los riesgos de un nuevo período inflacionario que endurezca los tipos de interés, subir aún más los impuestos es una idea nefasta, que afectará negativamente al consumo de los hogares y al mercado de trabajo. Al tiempo.