Editoriales

Un incendio que es imperativo apagar

Una vez agotados todos los sinónimos de catástrofe para definir lo ocurrido en el Partido Popular, una vez hechos los inevitables reproches y una vez constatado el daño producido, es preciso recordar que sólo el PP puede ser la alternativa de gobierno solvente que corrija la preocupante deriva política, económica y social en que se encuentra España.

De ahí que sea imperativo apagar el incendio que consume los esfuerzos y las expectativas de la principal formación del centro derecha español, y no sólo por el evidente interés propio, sino, y es lo primordial, porque nuestro país, sus gentes, necesitan un cambio de las actuales políticas gubernamentales, so pena de repetir, incluso agravada, la tremenda experiencia de la pasada crisis, cuando las cuentas del Estado estuvieron al borde de ser intervenidas por la Unión Europea.

Se nos dirá que son situaciones que no admiten punto de comparación, pero no es exactamente así. No son sólo los heraldos de un cambio del ciclo económico, con un repunte de la inflación, altos costes de la energía y distorsión de las cadenas de suministros, sino la certeza de que la gestión del actual ejecutivo de coalición entre socialistas y comunistas contiene todos los ingredientes ideológicos del error, como bien percibe una ciudadanía que, elección tras elección, viene castigando las posiciones de los partidos en el Gobierno.

Desde esta perspectiva, y más allá de los personalismos, se entiende la enorme responsabilidad que recae sobre unos dirigentes populares llamados a reconducir la situación política y que no admite excusas. Por supuesto, es fácil avivar las llamas y señalar cabezas, más cuando se hace desde la tranquilidad de quien no tiene que asumir consecuencias o, lo que es peor, desde unas posiciones adversarias que procuran la implosión del contrario para llegar con ventaja a las urnas. Por todo los expuesto, el PP está obligado a recuperar la unidad perdida y a devolver la confianza a sus votantes. Y el camino es el diálogo entre las partes, como se intentó en la reunión que mantuvieron el presidente del partido, Pablo Casado, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Lo de menos es que el encuentro no tuviera los resultados apetecidos, algo comprensible en este temprano momento del fragor de la batalla, porque lo importante es que abra paso el convencimiento de que cualquier otra solución que no pase por el diálogo sólo perjudicará más al conjunto del centro derecha español y a los intereses de una mayoría de los españoles que cada mañana se desayunan con una nueva iniciativa legal de esa factoría sectaria que pretende imponer al conjunto de la población unos postulados ideológicos, incluso morales, de una izquierda que no tiene empacho a la hora de invadir todos los espacios de la vida social y personal. Son muchos en el seno del PP los que están tratando de tender puentes entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. Hacen menos ruido, tienen menos eco mediático, pero son los que están en el camino correcto, el que representa la responsabilidad.