Editoriales

No hay que fiarlo todo al desgaste del PSOE

La elección de la ciudad de Valencia como sede de la XXVI Intermunicipal del Partido Popular, conferencia que pretende ser el pistoletazo de salida de la campaña para las elecciones locales del 28 de mayo, tiene varias lecturas. Una, por supuesto, el impulso a la candidatura popular a la capital de la Comunidad Valenciana, una de las grandes «plazas» de España y que, según las últimas encuestas, se puede jugar en un puñado de votos, y otra, a nuestro juicio más trascendente, que es la reivindicación histórica de un partido y de unos dirigentes, como la ex alcaldesa Rita Barberá, bajo cuya gestión la ciudad del Turia dio un salto de gigante y se proyectó en la modernidad, pero que fue objeto de una campaña de descrédito por parte de los adversarios políticos, que la Justicia ha ido desactivando parsimoniosamente, de las más duras y persistentes de las que hay memoria.

Nos hallamos, pues, ante una estrategia política que parte del hecho indiscutible de que el mero desgaste del PSOE y, sobre todo, de las formaciones nacionalistas y de izquierda radical que le sostienen, no es suficiente para conseguir las mayorías que necesitan los populares, especialmente, en las grandes ciudades, para poder gobernar. Sin duda, es consciente el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, de que sólo desde la recuperación del amplio espacio del centro derecha que representó su partido es posible derrotar en las urnas a unas formaciones adversarias que unirán sus fuerzas inevitablemente a poco que la suma de sus escaños les dé la opción.

Se argüirá que la caída de las expectativas de voto de Ciudadanos y su previsible traslado a las candidaturas populares es una baza mayor, pero es una aseveración que obvia que en las elecciones municipales juega mucho más la percepción personal de los candidatos que en la generales, en las que son las siglas el factor más determinante. Es cierto que la proliferación de «plataformas políticas locales», muchas de ellas, por cierto, encabezadas por antiguos cargos municipales de la formación naranja, perjudican por igual a los dos grandes partidos, pero en el caso de los populares hay que contar con otra realidad, la que representa Vox, cuyas expectativas de voto no decaen, con lo que es previsible que la formación de Santiago Abascal acabe condicionando muchos Ayuntamientos, munición propagandística que el Gobierno de coalición aprovechará ad nausean de cara a la cita decisiva de diciembre.

Ese es el principal desafío al que se enfrentan Núñez Feijóo y el Partido Popular en estas elecciones municipales y autonómicas, con lo que volvemos a la reflexión del principio: sólo desde la reivindicación del valor de una formación política, de una manera de gestionar alejada de dogmatismos y curtida en las peores crisis económicas que ha atravesado España puede reconstruir el gran espacio del centro derecha.