Editorial
El miedo alimenta las crisis bancarias
L onda expansiva creada por la quiebra del Silicon Valley Bank apenas debería influir en el resto del sistema bancario a poco que se mantenga la serenidad.
Está demasiado reciente en la memoria colectiva la llamada «crisis de las subprime» que, en 2008, provocó un maremoto en las principales economías del mundo y obligó a los bancos centrales a encarar un rescate bancario sin precedentes. De ahí, que la nueva sacudida de una entidad de crédito estadounidense haya sido acogida con un exceso de temor entre los inversores y los mercados financieros internacionales, que, en Europa, se ha traducido en las fuertes caídas en Bolsa de los valores del sector de la banca.
Ciertamente, no es una reacción totalmente injustificada, entre otras razones, porque han operado varios factores concurrentes, como son la incertidumbre en la evolución de la economía, las políticas antiinflacionarias de la FED y del BCE, que están incrementando los tipos de interés y, también, el hecho de que el origen de la «infección» vuelve a ser una entidad norteamericana, demostrando que las medidas reguladoras de Washington, reforzadas a raíz de la anterior crisis, pero aún más laxas que las europeas, no son suficientemente eficaces a los efectos preventivos. Pero, dicho esto, la onda expansiva creada por la quiebra del Silicon Valley Bank apenas debería influir en el resto del sistema bancario a poco que se mantenga la serenidad.
Hablamos de una entidad enfocada en un sector muy determinado, que había invertido en una deuda pública depreciada por la subida de los tipos y cuya gestión del problema ha sido muy poco eficiente por parte de sus responsables, con una política de comunicación que algunos analistas consideran poco menos que ingenua y que ha provocado una avalancha de retirada de activos.
Sin duda, el golpe repercutirá en el sector de las tecnologías emergentes, preponderante en California, pero no irá más allá. A diferencia de la quiebra de Lehman Brothers, con sus problemas de insolvencia y baja calidad de sus activos, las hipotecas basura, demasiado extendidas en el mercado financiero, el Silicon Valley Bank se circunscribe a una mala valoración de la cartera de deuda, que se hubiera solucionado fácilmente con una ampliación de capital. Además, las instituciones federales norteamericanas, pese a las reticencia iniciales, han decidido intervenir en favor los pequeños depositarios, incluso, por encima de las cantidades mínimas aseguradas, lo que debería contener la oleada de pánico, que ha afectado a otros bancos de pequeño tamaño.
Lo mismo reza para la Eurozona, una vez que el BCE ha anunciado que inyectará liquidez a las entidades bancarias en caso necesario. La realidad es que la banca europea, especialmente la española, cumple con unos estándares regulatorios que aseguran la solvencia de la entidades. No se ha podido evitar una primera reacción de miedo, con pérdida de valor de las acciones, pero la perspectiva más general es que se contendrá.
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