Editorial

Pasividad suicida frente a la sequía

Va a faltar agua y otro gobierno habrá de hacer algo más que alardes declarativos.

Un canal de riego del arroz seco por falta de agua. EUROPA PRESS ANDALUCÍA 18/04/2023
Sequía.- Sevilla.- Arroceros piden un plan de modernización integral frente a la sequía al ser "inviable" la siembra este añoEUROPA PRESS ANDALUCÍAEuropa Press

No es sencillo entender los esquemas intelectuales y políticos del actual Gobierno, tal vez, porque, en realidad, nunca ha habido una estrategia de gestión pública que no haya respondido a situaciones sobrevenidas o a la imperiosa necesidad de crear un relato moldeable ante los vaivenes de la opinión pública. Hablamos, sin ir más lejos, de un Ejecutivo que en sus primeros compases decidió declarar oficialmente el estado de «emergencia climática», con las afecciones que tal medida implican, pero que ha venido actuando en asuntos tan sensibles como las políticas energéticas o el control de los precios con una incoherencia palmaria –ahí están las subvenciones a los combustibles de automoción– que hace sospechar que más que fruto del análisis profundo de un problema de gran alcance, el proceso de toma de decisiones viene erosionado por el deseo de contentar a esa pléyade de minorías y colectivos, denominados progresistas, que ha sustituido al viejo sustrato ideológico de la izquierda.

La cuestión adquiere perfiles de mayor gravedad si, además, se acepta la autoridad de la comunidad científica que, mayoritariamente, advierte de que el proceso de cambio climático se está acelerando, pero no se hace nada al respecto.

Ayer mismo, la Organización Meteorológica Mundial daba cuenta de que los últimos ocho años habían sido los más cálidos de la tierra desde que hay registros, es decir, desde 1850, lo que, cuando menos, ameritaría del Ejecutivo socialista la puesta en marcha de un plan general de prevención a medio y largo plazo. Quizá, un Plan Hidrológico Nacional como el que tumbó la izquierda bajo un falso ecologismo que permita acrecentar las reservas de agua y proceder a su mejor distribución.

Es cierto que las sequías en España son cíclicas, pero la prevista reiteración de los periodos de escasez de lluvias que anuncian los científicos tendría que ser acicate suficiente para actuar antes de que sea demasiado tarde. Por supuesto, asistimos a todo lo contrario y mientras el medio ambiente se utiliza como arma arrojadiza en las disputas ideológicas y políticas, tal y como se está viendo en el caso de Doñana, el Gobierno se instala en una pasividad suicida, hasta el punto de que ni siquiera se llevan adelante los tímidos proyectos hidrológicos aprobados hace más de un lustro, como los que afectan a la cuenca del Guadalquivir, cuya red de embalses estaba el martes pasado al 25 por ciento de su capacidad, frente al 60 por ciento de la media de los últimos diez años.

Y lo mismo reza para Cataluña, donde la sequía amenaza, incluso, al consumo humano. La desoladora conclusión es que el Ejecutivo sólo entiende la alerta climática a efectos propagandísticos o como un instrumento más de su inmoderada política fiscal. Va a faltar agua y otro gobierno habrá de hacer algo más que alardes declarativos.