Editorial

Va a ser difícil echarle un pulso a Trump

No conviene obviar que Trump ha ejercido una presión rayana en la extorsión sobre un gobierno que en las últimas décadas se había convertido en el principal aliado en Suramérica.

EEUU/Colombia.- Trump anuncia aranceles progresivos de hasta el 50 por ciento y sanciones de represalia contra Colombia
EEUU/Colombia.- Trump anuncia aranceles progresivos de hasta el 50 por ciento y sanciones de represalia contra ColombiaEuropa Press

Los primeros días de Donald Trump en la Casa Blanca han dado la tónica de lo que puede ser un mandato basado en el «América Primero» o, lo que es lo mismo, en la imposición de las exigencias de la política doméstica sobre los equilibrios internacionales. Hasta qué punto podrá desarrollar Washington un modelo agresivo de relaciones exteriores, en el que el «gran garrote» ya no descansa en las cañoneras sino en los aranceles, es una incógnita que nadie está en condiciones de despejar, pero que tras la reciente experiencia colombiana debería hacer reflexionar a los líderes de la Unión Europea, en especial al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, consciente de que no despierta excesivas simpatías en el entorno del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Ciertamente, el peso de Colombia en el concierto internacional no es el de España, al fin y al cabo miembro de la UE y de la OTAN, pero no conviene obviar que el presidente estadounidense ha ejercido una presión rayana en la extorsión sobre un gobierno que en las últimas décadas se había convertido en el principal aliado en Suramérica, desarrollando operaciones conjuntas contra el narcotráfico y las guerrillas marxistas, hasta el punto de reformar la Constitución colombiana para poder extraditar a connacionales para que respondieran de delitos cometidos en los Estados Unidos.

Que el gobierno de Bogotá haya tenido que ceder en menos de 48 horas ante una situación sobrevenida que atañe a los derechos de las personas –la recepción de inmigrantes expulsados de Estados Unidos sin garantías judiciales– puede trasladar al mandatario norteamericano una idea equivocada sobre las «bondades» de su método. En el caso español, que es el que más nos interesa, se mantiene un contencioso con Trump a costa del gasto militar como país miembro de la Alianza Atlántica de no fácil solución, más si la Casa Blanca insiste en que los socios eleven los presupuestos de defensa hasta el 5 por ciento del PIB, en lugar del 2 por ciento acordado que, por supuesto, España todavía está lejos de alcanzar, pese a las buenas palabras del Gobierno.

En este sentido, no sólo Trump ha amenazado con imponer sanciones arancelarias a quienes no incrementen el gasto militar, sino que ha tenido poco agradables referencias a España, acusada por el inquilino de la Casa Blanca de comportarse como los BRICS. Con un problema añadido, que los socios de gobierno de Pedro Sánchez, Sumar y Podemos, se oponen, como cualquier partido comunista que se precie, a cualquier crecimiento militar de las democracias, obligando a la parte socialista del Ejecutivo a operar a base de créditos extraordinarios y fondos de contingencia aprobados por el Consejo de Ministros y no en el marco de un proyecto presupuestario a largo plazo. Esperemos que sea suficiente para calmar al amigo americano.