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«Es erróneo ese discurso que habla de generación perdida»

Entrevista con José Carlos Gómez, presidente de Crue Universidades Españolas y Rector de la Universidad de Córdoba

José Carlos Gómez, presidente de Crue Universidades Españolas y Rector de la Universidad de Córdoba
José Carlos Gómez, presidente de Crue Universidades Españolas y Rector de la Universidad de CórdobaLa RazónLa Razón

El presidente de CRUE Universidades Españolas desde mayo del año pasado considera «urgente» cambiar nuestro modelo productivo sin más dilaciones «porque esta enfermedad estará más tiempo con nosotros del que deseamos». Y para hacerlo solo hay un camino, «apostar por la formación integral, la investigación y la innovación». El también rector de la Universidad de Córdoba y presidente del Campus de Excelencia Internacional en Agroalimentación de Andalucía es partidario de «una flexibilización en la normativa de contratación que nos permita ofrecer unas condiciones salariales y de promoción atractivas a docentes e investigadores de otros sistemas universitarios».

– ¿Cuáles son estos momentos las principales inquietudes de los rectores españoles?

– La primordial es que ningún estudiante salga perjudicado, que nadie se quede atrás por culpa de la crisis originada por el coronavirus, manteniendo la calidad en la formación. En un plano más temporal, una realización impecable de los exámenes de la convocatoria ordinaria y un inicio del próximo curso lo más fluido posible.

– ¿Están garantizados los principios de equidad y calidad en la Universidad española en un momento excepcional como éste?

– Nos ha obligado a realizar en apenas unos días el trasvase de todo el sistema presencial universitario a otro no presencial. El esfuerzo de la comunidad universitaria en su conjunto ha sido formidable como ha reconocido la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), que es un organismo independiente.

– Hagamos balance de esta parálisis. ¿Teme que se puedan quedar atrás muchos estudiantes?

– Hay que cortar de raíz ese discurso catastrofista que habla de generación perdida. Es absolutamente erróneo. No solo no será un curso perdido, sino que están adquiriendo unas competencias que no habrían conseguido de no ser por lo que les ha tocado vivir. En cuanto al acceso del estudiantado con menos recursos, hemos identificado a través de sus universidades a quienes estaban teniendo más problemas con las plataformas virtuales, en torno al 1,5%, para entregarles el material que necesitaban. A principios de este mes, el Fondo Supera Covid-19, una iniciativa conjunta de las universidades españolas, el Banco Santander, destinó más de dos millones de euros para reducir la brecha digital.

– ¿Se han interrumpido proyectos de investigación, pedagógicos y de otro tipo?

– Ya se está produciendo la reincorporación a los laboratorios y durante el Estado de Alarma se han mantenido las actividades esenciales para el cuidado de servicios y equipamiento. También se ha permitido la asistencia puntual para mantener experimentos en los que se corría el riesgo de perder años de trabajo de investigación. Por otro lado, se ha intensificado la actividad en proyectos de lucha contra la enfermedad Covid-19, realización de test y donaciones de EPI y material para la contención de la pandemia. El resto de los investigadores ha realizado sus tareas gracias al teletrabajo, como demuestra el mantenimiento de la productividad científica. Por último, muchas universidades han tomado medidas especiales, como la prórroga de contratos de «predoc» y «postdoc», al igual que la Agencia Estatal de Investigación.

– Después de esta crisis, viene una económica profunda. ¿Han propuesto ya medidas para facilitar el acceso a quienes su economía familiar está gravemente dañada?

– Las cuantías dedicadas a becas y ayudas a los estudios en España están un 40% por debajo de lo que corresponde a nuestro PIB. Las universidades tenemos que dedicar anualmente más de 100 millones de nuestros presupuestos para compensar al estudiantado que queda fuera de la convocatoria del Ministerio y, sin embargo, afronta dificultades socioeconómicas (como puede ser la muerte del principal sustentador) que ponen en riesgo su acceso o continuidad en el sistema universitario. Además, las comunidades universitarias han puesto en marcha iniciativas de «crowfounding» para la generación de fondos de ayuda. Por eso hemos celebrado que la reforma del sistema de becas aprobada por el Gobierno se haya hecho siguiendo nuestras recomendaciones y reclamaciones. Incrementar la partida de las becas, eliminar el criterio del mérito académico y volver a la nota del 5 para el acceso a una beca de grado y actualizar los umbrales con los que se conceden las ayudas permitirá ampliar la cobertura a más estudiantes y redundará en una mayor igualdad de oportunidades. Aún queda camino recorrer hasta alcanzar los niveles que teníamos en 2010 (el doble de los actuales). Pero se ha dado un paso en la dirección correcta.

– ¿Alguien les ha garantizado la financiación necesaria para afrontar esta etapa de vacas flacas?

– Los tres pilares en los que se sustenta el Sistema Universitario Español son la financiación, las horquillas para los precios de las matrículas y las becas. En estas últimas ya hemos conseguido mejoras. Entre 2008 y 2019, la financiación pública ha caído un 21,4% y, respecto al segundo, estamos dialogando con el ministro de Universidades para que su sustitución por un sistema de precios máximos no corra a cuenta de nuestros presupuestos, como ya ha pasado en otras ocasiones con decisiones similares. Todo tiene un límite y creo, sinceramente, que esta crisis del coronavirus ha puesto de relieve la importancia que tiene para la sociedad apostar por la Docencia, la Investigación y la Transferencia de Conocimiento. Si se reduce el presupuesto de la Universidad, será la sociedad en su conjunto la que vuelva a pagar la factura.

– ¿La nueva de ley de universidades sigue en su horizonte, o la han guardado en el cajón de «Temas para mejores tiempos»?

– Estamos reclamando desde hace años que se nos den las herramientas necesarias para afrontar la transición hacia la economía del conocimiento, que es donde está la llave del bienestar de la ciudadanía. Es urgente cambiar nuestro modelo productivo porque esta enfermedad estará más tiempo con nosotros del que deseamos. Y para hacerlo solo hay un camino, apostar por la formación integral, la investigación y la innovación.

– ¿Sigue siendo partidario de una selectividad única?

– Sigo siendo partidario de un sistema que tenga como principio y fin la equidad e igualdad de oportunidades. Los análisis objetivos demuestran que, en el resultado final, la influencia de la nota de Bachillerato tiene un peso mayor que la propia prueba, que sirve para corregir esas desviaciones.

– ¿Cuáles son los principales retos que tiene planteados la Universidad española?

– El prioritario es el de la internacionalización, tanto a nivel de estudiantes como de docentes e investigadores. Y éste requiere de una financiación de las universidades al nivel de nuestros colegas de la OCDE que nos permita competir con ellos a la hora de captar talento y, también, retener el nuestro, que lo hay, y muy bueno. Igualmente necesitamos una flexibilización en la normativa de contratación que nos permita ofrecer unas condiciones salariales y de promoción atractivas a docentes e investigadores de otros sistemas universitarios que no entienden nuestras rigideces.

– Se acusa a la Universidad de un distanciamiento del aparato productivo español. ¿Cómo se podría estrechar más esa relación?

– Tenemos todas las piezas en España para unir el puzzle del desarrollo de la economía basada en el conocimiento. Nos falta ser capaces de unirlas y que se mantengan unidas. La crisis de 2008 trajo consigo la desaparición de medidas e incentivos encaminados a ese fin. Ojalá se aprenda de los errores pasados y se aborde ahora con una estrategia diferente y con visión a medio plazo. En clave sólo universitaria, la puesta en marcha en este curso del Sexenio de Transferencia por parte del Gobierno es un paso en la buena dirección que hay que consolidar. Pronto veremos resultados.

– ¿Necesita el sistema universitario español más flexibilidad y menos supervisión para incorporar con mayor agilidad los títulos que demanda la sociedad?

– Si es a lo que demanda la sociedad, sí. Pero no a lo que reclama el mercado. Cuidado con confundir los conceptos. El tejido productivo vive en un escenario muy cambiante y por mucho que intentemos adaptar las titulaciones a las necesidades concretas del mercado, sería imposible hacerlo con unas mínimas garantías de calidad. La obligación de la Universidad es formar a profesionales con una gran capacidad de adaptación. Sí tenemos margen de mejora en la adquisición de competencias y habilidades.