El Euroblog

Cameron, el aprendiz de brujo

Cameron, el aprendiz de brujo
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En la Smith Square de Londres se levanta la Casa de Europa, que acoge actualmente la representación de la Comisión y el Parlamento Europeo. Previamente, dicho inmueble fue el cuartel general del Partido Conservador donde Margaret Thatcher celebró sus tres victorias electorales. Tal vez, pronto se aparezca entre sus paredes el fantasma de la baronesa gritando su ya mítico "Quiero que me devuelvan mi dinero". Este hecho paradójico es sólo una muestra más de la paranoia europea que padecen los británicos en general y los "tories"en particular.

Y es que de nuevo el ala euroescéptica del Partido Conservador parece dominar la agenda política británica. Su cada vez más contestado líder, David Cameron, no ha dejado de ofrecer concesiones a sus correligionarios para tratar de evitar acabar como Margaret Thatcher, derrocado por una revuelta interna. Pero fue el propio Cameron quien abrió la caja de Pandora al prometer en la campaña electoral de 2010 convocar un referéndum sobre el Tratado de Lisboa. Compromiso del que se desdijo al llegar a Downing Street de la mano de los liberal demócratas, el partido más europeísta de las islas. Su líder, Nick Clegg, quería un Reino Unido anclado en la UE (principal socio comercial) y no aislado al otro lado del Canal de la Mancha.

Ni siquiera el desplante del "premier"al resto de socios europeos en el Consejo Europeo de diciembre de 2011, cuando se negó asumir el Pacto Fiscal para proteger a la City como centro financiero europeo, calmó a los eurófobos de su partido, que, con el alcalde de Londres a la cabeza, Boris Johnson, reclamaban un referéndum en el que los británicos tuvieran la oportunidad de pronunciarse sobre su permanencia en la Unión Europea.

Con unos sondeos liderados por la oposición laborista y una economía en recesión lastrada por los mayores recortes desde la Segunda Guerra Mundial, Cameron decidió jugarse el todo por el todo y prometió el 23 de enero convocar un referéndum en 2017 si es reelegido en las elecciones de 2015. Hasta entonces, el líder "tory"quiere renegociar con sus socios europeos las condiciones con que Reino Unido se sumó al "club"comunitario en 1973. Es decir, recuperar competencias cedidas a Bruselas durante los últimos cuarenta años. De lograr sus intenciones, asegura Cameron, los británicos optarán por permanecer en la UE. Escenario que, aunque respaldan las últimas encuestas, amenaza con convertirse en una auténtica pesadilla para Europa.

En todo caso, Cameron juega con fuego en una cuestión que históricamente ha encendido los ánimos de un población celosa de su identidad nacional. Ya en 1975, el laborista Harold Wilson convocó un referéndum que dividió al partido entre eurófobos y euroescépticos. Otra paradoja británica: Thatcher, líder la oposición de la época, hizo campaña por el "sí". Y es que el europeísmo es una fuerza minoritaria y transversal en la política británica. Prueba de ello es que la iniciativa Centre for British Influence (CBI) esté patrocinada por el conservador Ken Clarke, el laborista David Mandelson y el liberal Demócrata Danny Alexander. No por casualidad las siglas CBI coinciden con las de la patronal británica, gran defensora de la pertenencia de Gran Bretaña a la UE y de las más que hipotética incorporación al euro.

De cualquier forma, la revuelta protagonizada ayer por un centenar de diputados "tories"en la Cámara de Diputados vuelve a poner de manifiesto el débil liderazgo de Cameron y la escasa confianza en su política europea. En vista del rápido crecimiento del eurófobo y xenófobo Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP), muchos conservadores prefieren enfrentarse a su líder antes de perder su escaño a manos del partido de Nigel Farage, que enarbola su antieuropeísmo de forma tajante y sin eufemismos. Si los nacionalistas, con una intención de voto del 18%, logran superar a los "tories"en las elecciones europeas de junio de 2014, se avecina una guerra civil en el seno del Partido Conservador entre partidarios y detractores de alcanzar un acuerdo preelectoral con el UKIP de cara a las elecciones de 2015. Un escenario aterrador para el resto de Europa y con el que sueña el ex "tory"Farage.