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El PSC continúa su desgaste, pero permanece como tercera fuerza

Los socialistas catalanes lograron 16 escaños, cuatro menos que en 2012, frenando la debacle que anunciaban las primeras encuestas gracias a la campaña «amable» de Iceta

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ayer, tras conocer los resultados
El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ayer, tras conocer los resultadoslarazon

«¡Lo queremos todo!». El grito de Iceta, emblema de su campaña electoral, parece que caló en su masa electoral y consiguió evitar una nueva y severa caída del PSC en los comicios catalanes. Aun así, las cifras confirmaron ser las peores de su historia. Con sus 16 escaños, y teniendo en cuenta las previsiones de nuevo varapalo, que les daban entre 8 y 9 escaños a principios de verano, los socialistas valoraron positivamente perder «sólo» cuatro escaños. De este modo, Ciutadans le ha relegado a ser la tercera fuerza del próximo Parlament. «Valoramos positivamente estos resultados teniendo en cuenta la traumática escisión que nuestro partido ha sufrido y la irrupciónde fuerzas emergentes», señaló un Iceta con un tono más bajo que en campaña una vez los resultados llevaban al 90 por ciento.

El PSC utilizó todo su arsenal para evitar el colapso anunciado. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, que veía estas elecciones como una especie de primarias para medir sus opciones a las generales de diciembre, estuvo día sí y día también junto a Iceta. Hasta nueve apariciones hizo el nuevo líder socialista, pero parece que no ha conseguido seducir suficientemente a los votantes. Junto a él, también estuvieron pesos pesados como Felipe González, José Borrell o Susana Díaz. «Hemos remontado unas encuestas que nos presentaban una situación terminal», sentenció Iceta, recordando que los que planteaban estas elecciones como un plebiscito han perdido en el porcentaje de votos. «Felicito a Juntos por el Sí. Sólo espero que gobiernen con responsabilidad y respeto a la Ley», concluyó el líder socialista.

Los esfuerzos de su campaña se concentraron, sobre todo, en Barcelona y su zona metropolitana, feudo histórico de los socialistas, donde consiguieron frenar la sangría de las últimas dos elecciones, pero en la que también perdieron votos, pasando de 14 a 12 escaños. Desde los años de Maragall, en el que el PSC fue la formación más votada en 1999 y 2003, el desgaste ha sido constante hasta llegar a menos de 500.000 votos. «No hay salida para Cataluña que no pase por el encaje, el diálogo, la negociación y el pacto», insistió Iceta.

Iceta se encargó desde el primer día en intentar seducir relajando el tono, con sus ya famosos y virales bailes, e insistir en no renunciar a nada, en no elegir entre Cataluña y España. El mensaje caló en poblaciones como Santa Coloma, Cornellà, Gavà, Viladecans o Hospitalet, donde los socialistas consiguieron mantenerse, a pesar de la irrupción de Ciutadans, donde en Hospitalet, por ejemplo, les quitaron el primer puesto. Dentro de los datos positivos es que el miedo al trasvase del voto de izquierda a Podemos, representado por Cataluña Sí se Puede, no se realizó.

Baile a las generales

Pedro Sánchez ha echado el resto en la campaña. «Nos tomamos las catalanas como si fueran generales», señaló en un mitin, consciente de la fuerte apuesta que ha hecho en el 27-S. Nunca antes un secretario general se había implicado tanto en unas elecciones, el líder socialista ha acudido hasta en diez ocasiones a Cataluña, el doble de las visitas que ha realizado Mariano Rajoy para apoyar a su candidato, Xavier García Albiol. La apuesta, aunque arriesgada, no ha sido todo lo suicida que cabía esperar. Se han mejorado las previsiones que manejaban en Ferraz, que situaban a Iceta como cuarta fuerza, y el mantenimiento del PSC como tercera opción permite a los socialistas esquivar el batacazo, aunque experimentan una pérdida importante de apoyos. Con este resultado, se consolidan como primera formación de la izquierda –por delante de Cataluña Sí se Puede–, un objetivo que el PSOE se impuso en el 24-M y que apuntala el liderazgo de Sánchez.