Opinión

El lío del PP en Cataluña

La negativa de Cs a integrarse en el PP es una mala noticia para los constitucionalistas en Cataluña

Adrián Vázquez dimite como secretario general de Ciudadanos por el fracaso de las negociaciones con el PP
Adrián Vázquez dimite como secretario general de Ciudadanos por el fracaso de las negociaciones con el PPEuropa Press

La negativa de Cs a integrarse en el PP catalán es una mala noticia para los constitucionalistas en Cataluña y, en particular, para Alejandro Fernández. La estrategia de Génova pasa por arrancar al PSC sus votantes disgustados por la ley de amnistía (hasta un 40% de catalanes), los pactos humillantes con Junts y la corrupción del Gobierno socialista que afecta a Salvador Illa. La incorporación de Cs, socialdemócrata en Cataluña, permitía aspirar a ese voto. Las cuentas de Feijóo pasaban por atraer a un 17% del electorado del PSC con el anzuelo de Cs.

Ahora, sin esa integración de Cs disminuyen las posibilidades de Alejandro Fernández para encabezar la lista el 12M. Su perfil no es del agrado del votante socialista, lo cual le honra pero no le beneficia. De ahí que suenen otros más bizcochables, como Daniel Sirera, que entregó el poder al socialista Collboni en Barcelona. Esta sería su baza, presentarse como un candidato que no es enemigo del PSC, sino del independentismo, y que estaría dispuesto a negociar con Illa. Sirera se presentaría como un antisanchista con arrepentimiento programado, cuyo lema sería: «Del mal, el menos». La verdad es que resulta poco ilusionante por muy apañado que parezca.

La otra candidata es Dolors Montserrat, que mostraría su labor en el Parlamento europeo para denunciar la discriminación de los castellanohablantes en Cataluña. De su mano vino la Comisión que quedó espantada por el apartheid en una región europea. Por esto la odia el mundo nacionalista y el PSC sanchista, al que frustró en Europa su petición de que se hablara en catalán también en sus instituciones. El tirón electoral de Montserrat podría ser el amparar a los catalanes que hablan español y son despreciados por el PSC, amén de la cuestión de la amnistía. No sé si es suficiente ni creo que la diferencie de Fernández, que ha hecho lo mismo pero en territorio comanche.

La clave es considerar cuál es el objetivo del PP. A día de hoy, las encuestas indican que ganará el PSC, pero que necesitará el apoyo de una treintena de diputados para llegar a la mayoría absoluta, que es 68. ERC y Junts están en empate técnico gracias a que Sánchez ha resucitado a Puigdemont, que era un meme hasta el 23J. Solo hay dos posibilidades: un tripartito de izquierdas, con PSC, ERC y Comunes, u otro de independentistas, con ERC, Junts y la CUP. Incluso se baraja la posibilidad de que el PSC se abstenga para facilitar un gobierno nacionalista. Todas estas fórmulas excluyen al PP.

Con esta perspectiva, Génova debe decidir si quiere ser el partido que se ofrece al PSC para separarle de sus amigos o la voz de la resistencia en Cataluña y concitar aplausos en el resto del país. Sirera es la primera posibilidad, pero su repercusión fuera de Cataluña no convence. Los coqueteos con el «sanchismo» y el buenismo con los nacionalistas catalanes debilitan a Feijóo. Una campaña del PP catalán tendiendo la mano a un PSC que no existe –el constitucionalista– para agradar a esa parte de su electorado puede ser muy desagradable para el votante del PP del resto de España. No sé cómo explicarían en Génova el apoyo a un partido que defiende en Cataluña la amnistía y la constitucionalidad de un referéndum.

La otra posibilidad es la resistencia y tomar Cataluña como lanzadera nacional. Si el PP no se convierte en la casa común de los constitucionalistas y, por tanto, también del centroderecha, no tendrá posibilidad de desbancar al bloque que forman el PSOE, la extrema izquierda y los independentistas. Es cierto que Fernández no despega en las encuestas, que no convence a los electores de Vox y no atrae lo suficiente al votante socialista cabreado con el PSC, pero quizá sea lo más útil para mantener la imagen coherente en el resto de España.