Batacazo

Yolanda Díaz fracasa en su tierra en la primera prueba de Sumar

Sufre un severo descalabro en las urnas y su naufragio llega a las puertas de que sus aliados tengan que avalar su partido. Se queda en una situación crítica para las vascas y europeas

Sumar ha fracasado en su primer examen en las urnas. El reto del partido era muy alto, y el precio a pagar también lo ha sido. Varapalo absoluto para el partido que se presentaba con su marca a las elecciones por primera vez después del experimento de reunificación de la izquierda alternativa al PSOE del 23J. Y el fracaso lo asume, en primera persona, la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, que ha perdido en su tierra. Su apoyo tampoco fue favorecedor en campaña en 2020 cuando pedía el voto para Unidas Podemos y, ahora, que presentaba su proyecto, el electorado tampoco le ha ofrecido su confianza para implantarse en Galicia.

Era una prueba de fuego para un partido que fue diseñado en clave nacional y que todavía adolece de una estructura territorial arraigada. Además, la participación de Díaz en campaña para arropar a su candidata y conseguir movilizar al electorado, ha sido total estas semanas, por lo que los resultados se la imputan a ella también, aunque no concurriese personalmente.

Sin ningún escaño y quedándose a casi dos puntos del peor resultado morado en 2020, es el primer revés que debe encajar Sumar hoy mismo. No ha llegado al 2% de los votos y ha cosechado tan solo 28.154 votos y quedan por debajo de Vox. Sale de las urnas con su primera mancha en el historial, y tiene por delante otros dos exámenes importantes este año para tratar de convencer al electorado de izquierdas de que su apuesta por reunificar los partidos bajo una misma marca, puede funcionar: los comicios en País Vasco y las elecciones europeas, donde se medirá con la número dos de Podemos, Irene Montero.

Sumar decidió su huida hacia adelante a pesar de no conseguir su máxima, una coalición que aglutinase a todas las siglas a la izquierda del PSOE. De hecho, al plantón de Podemos se sumó el de Anova, que en último momento decidió apoyar al BNG. Les animó la posibilidad de conseguir los mismos resultados que el 23J. A nivel nacional, en Galicia fueron tercera fuerza.

La campaña de Sumar en Galicia ha tenido por objeto apelar al votante progresista desencantado con el PSdeG y con el que no llega a ser afín al nacionalismo. Sin embargo, esta opción intermedia se ha quedado sin representación. Sumar se ha esforzado por tratar de que el votante progresista no concentrara el voto en el PSOE, bajo la convicción -según los estudios demoscópicos- de que si Sumar obtenía dos escaños –Coruña y Pontevedra– Rueda podía perder la mayoría. «Si Sumar entra, Rueda cae», repetía la candidata Marta Lois en sus mítines electorales en campaña. Dos o tres escaños eran el objetivo de la formación fucsia, los cuales veían claves para que la noche electoral se dibujara un gobierno de izquierdas y poder entrar en un Ejecutivo de coalición con PSOE y BNG.

Sumar ha planteado estas elecciones como una «segunda vuelta del 23J» y ha seguido la misma estrategia que en las generales, mandar el mensaje de que los votos a Lois eran imprescindibles para frenar al bloque de la derecha y para conseguir el cambio. Sin embargo, el partido de Díaz se ha ido desdibujando a medida que la campaña electoral avanzaba. Sin fuerza en la crisis derivada de los pélets, y en una campaña opacada por la polémica de los indultos, donde la batuta la han llevado PP y PSOE, ha acabado desplazando a un segundo o tercer plano a Sumar. A ello se le une el auge del BNG.

De los resultados también deberá dar cuenta Yolanda Díaz a los partidos que la arropan. El descalabro llega a menos de un mes de que sus aliados avalen Sumar en su primera asamblea. A principios de campaña, los principales líderes de partidos arroparon la marca, pero pronto decayó el ánimo ante el auge del BNG, partido al que algunos dirigentes de Más Madrid comenzaron a apoyar.

El ambiente ayer en Santiago era desolador. «No son los resultados esperados, son unos malos resultados sin paliativos», reconocía Lois.