Cataluña

12-M: unas elecciones en Cataluña amenazadas por el fantasma de la repetición electoral

El veto anticipado de Esquerra al PSC y las malas relaciones en el separatismo alimentan el escenario de bloqueo tras las urnas

El modo electoral se ha activado en Cataluña después del monumental fracaso del rechazo de los presupuestos. La fecha elegida por el president Aragonés el 12 de mayo, día de San Pancracio, considerado el patrono en contra de todos los falsos testimonios, los perjurios y los juramentos que se hacen en vano, así como del trabajo, la prosperidad y la salud. Mientras, Cataluña se queda sin presupuestos y alarga la agonía de una legislatura que ha estado inerte desde que fue elegido Pere Aragonés y con todos los temas pendientes, algunos acuciantes como una sequía que augura un verano con restricciones. Los catalanes vuelven a las urnas con un adelanto electoral. La última legislatura completa la presidió José Montilla (2006-2010) y desde entonces han votado en seis veces contando con la cita de mayo. El panorama político ha cambiado. El debate no es solo identitario -el procés está en las raspas- sino también ideológico. El independentismo está roto y dividido pero el constitucionalismo dista mucho de poder imponerse con fuerza por lo que los resultados del 12 de mayo pueden no aclarar nada y no se puede descartar que los catalanes tengan que volver a las urnas en una repetición electoral ante lo imposibilidad de formar gobierno porque el independentismo no parece que logre una mayoría absoluta y el pacto, a día de hoy, parece harto improbable.

Esquerra Republicana. Los republicanos siguen teniendo muy vivo el gen suicida que les caracteriza. Aragonés presentó los presupuestos en el Parlament sin tener atados los apoyos. Si ganaba contaría con 2400 millones para regar a todos los sectores. También contemplaba la derrota y, por tanto, un adelanto electoral porque en ERC están convencidos de que han hecho jaque al PSC -por el desgaste del caso Koldo- y a Junts porque su candidato seguirá siendo un holograma. Los de Oriol Junqueras, que dio un paso al lado hace apenas dos meses, piensan presentarse como las víctimas de la pinza Comunes-Junts que ha hundido a un gobierno, pero lo cierto es que el Govern llevaba meses hundido, y se ven con fuerzas para derrotar a Puigdemont. Aragonés si quiere volver a ser president tiene que ganar, algo que ninguna encuesta refleja. De hecho su mano derecha en el Govern, Sergi Sabrià, dijo hace dos semanas en una entrevista que «ERC nunca apoyará al PSC», reconocimiento tácito de la victoria socialista.

Junts per Catalunya. Carles Puigdemont se podrá presentar porque legalmente no tiene ningún problema, pero repetir lo sucedido en 2021 tiene sus riesgos. En las pasadas elecciones, Puigdemont encabezó la lista y perdió, dijo que volvería y no volvió, y prefirió resguardarse en el Parlamento Europeo que le garantiza, al menos de momento, la impunidad. ¿Repetirá argumentos en 2023? Está es la duda. Los suyos amagan con su candidatura pero el candidato real estará de dos o tres en la lista porque Puigdemont volverá a ser eurodiputado y dejará el Parlament. Ese será su talón de Aquiles porque se le afeará su falta de compromiso que le ha alejado de una buena parte de su electorado harto de promesas incumplidas.

Candidatura de Unidad Popular. Los independentistas antisistema fueron claves en la elección de Aragonés y han pasado la legislatura sin pena ni gloria. En las diferentes citas electorales han recibido serios correctivos. En generales desaparecieron del Congreso y en las municipales, su fuerte, cayeron en picado. Las encuestas no auguran un ascenso y tampoco un drástico retroceso pero en el endiablado tablero catalán pueden ser determinantes.

Otras candidaturas independentistas. La ultraderecha Aliança Catalana de Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll gracias a Junts, se presentará y las encuestas la sitúan en el Parlament. Los de Puigdemont pueden ser los grandes damnificados por la entrada de la opción más xenófoba del independentismo. El adelanto electoral ha pillado con el pie cambiado a los díscolos de Junts -Clara Ponsatí y Jordi Graupera- que querían presentar su candidatura el 23 de abril junto con una parte de la Asamblea Nacional Catalana. Su participación en las elecciones ahora está por ver.

Partido Socialista de Cataluña. «Necesitamos un presidente, no un candidato», fue lo primero que dijo Salvador Illa tras el adelanto electoral. Las encuestas le dan ganador pero el PSC necesita una victoria sólida para formar gobierno y dar un giro a la política catalana al tiempo que dar fuerza al gobierno de Pedro Sánchez muy debilitado. Al PSC no le ha pillado desprevenido el órdago de Aragonés porque lleva tiempo cultivando la figura de Illa como contrapunto al desgobierno de Cataluña de los últimos 12 años. Una victoria amplia de Illa es la única forma de que Cataluña no entre en un callejón sin salida.

Ciudadanos. El entusiasmo de su líder Carlos Carrizosa ante el adelanto electoral sorprende porque el partido naranja va a desaparecer según todas las encuestas. En siete años han dilapidado su capital político.

Partido Popular. Alejandro Fernández será con seguridad el candidato después de ganar el pulso a Génova, pero todavía no lo es. La reordenación del espacio del centro derecha augura un importante ascenso del PP a costa de Ciudadanos y de recuperar parte del electorado que se fue a Vox. Los populares recuperarán protagonismo en el Parlament y pueden ser claves para evitar un gobierno independentista dando apoyo a Salvador Illa. Curiosa situación ante la monumental bronca de PSOE y PP en esta legislatura que puede alumbrar de nuevo una situación que en Barcelona llevó a Collboni a la alcaldía.

Vox. La ultraderecha puede perder fuelle pero seguirá bien presente aunque sin la fuerza actual. Está por ver el trasvase de votos de Vox a la ultraderecha independentista en la Cataluña más rural y si los de Abascal se resentirán por la vuelta a casa -el PP- de una parte de su electorado. La presencia de Vox y Aliança Catalana con los que nadie querrá pactar todavía convierten en más compleja la formación de un nuevo gobierno.

Comunes. Los culpables del adelanto electoral forzados por Ada Colau que exigía entrar en el gobierno municipal de Barcelona a cambio de su apoyo. El Hard Rock es una mera excusa -en el territorio donde se ubicará los Comunes no existen- y su jugada ha dejado en evidencia que Yolanda Díaz no manda en Cataluña -tampoco en Podemos- y sus relaciones con Colau no pasan por su mejor momento. La vicepresidenta se verá abocada a su tercera derrota en seis meses. Galicia, Euskadi -donde Sumar tendrá apenas 3 diputados- y Cataluña donde puede perder un tercio de su actual representación. Podemos apenas existe pero voces de esta formación claman por presentarse al margen de Sumar.